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por El Periodista
Pido
mis disculpas por no haber ni siquiera intentado comprender, una típica
actitud de soberbia personal, la necesidad del golpe militar para poner
orden al caos imperante entonces.
Patricio Salinas A, ex preso político, sept 73-sept 75
Pido mil disculpas por el tiempo que estuve encarcelado y haber utilizado recursos del Estado chileno.
Pido mis disculpas por no haber
entregado información útil a mis carceleros, que permitieran apresar a
otros individuos de mi calaña y así terminar más rápido con la lacra que
nos apestaba.
Pido mis disculpas por todos mis textos
en que denuncio el atropello de los derechos humanos en contra de
ciudadanos anónimos, en contra de las minorías étnicas, minorías
sexuales.
Pido mis disculpas por no haber ni
siquiera intentado comprender, una típica actitud de soberbia personal,
la necesidad del golpe militar para poner orden al caos imperante
entonces.
Entrego mis disculpas, por no haber
entendido el rol constructivo y democrático de la DC en los años de
Allende y en ayudar a crear las condiciones que justificaran el
pronunciamiento militar.
Pido mis disculpas y de pecar de ingenuo
e ignorante, al abigarrarme en una fábrica textil en septiembre de 73
para defender el gobierno de Allende frente a las fuerzas del orden.
Pido mis disculpas por no entender a los
que me golpearon, torturaron, aislaron en celdas diminutas, amenazaron,
humillaron, realizaron ejecuciones falsas, escopetearon mi cara y
finalmente me expulsaron del país sin juicio, sin papeles válidos. Un
timbre decía bienvenido a todos los países menos Chile. Y tres decretos
de expulsión.
Pido mis disculpas por haber perdido
toda sensibilidad, los primeros días después del pronunciamiento y haber
pasado sobre los cuerpos de encarcelados fallecidos o heridos.
Pido mis disculpas por haber vivido los
años del exilio dorado en Suecia, donde limpié pisos, trabajé en
correos, cambié pañales a ancianos, mientras estudiaba el idioma.
Pido mis disculpas por haber participado
en todas esas cientos de demostraciones denunciando, lo que yo creía,
los atropellos de la dictadura en Chile
Pido disculpas por haber participado en
todas esas demostraciones de repudio a la violencia en países tan
lejanos como Afganistán, El Salvador, Nicaragua, Argentina.
Pido disculpas por haber acogido en mi casa gente de mala calaña, perseguidos por sus regímenes de turno.
Entrego mis disculpas por haber dedicado
años a la lectura de textos de personajes críticos, en vez de intentar
de entender a los forjadores de nuestra nación.
Pido mil disculpas por no entender el
modelo neoliberal implantado en Chile en los años 80 y continuado
durante los años de la democracia.
Pido disculpas por todos esos artículos
escritos poniendo en duda las excelentes cifras de la macroeconomía y
poniendo en duda los logros de actual modelo económico en Chile.
Pido disculpas por dudar de la honestidad de la cúspide de la Iglesia en los años de régimen militar.
Pido disculpas en dudar de la honestidad de nuestras fuerzas armadas, en cuestionar sus franquicias y sus negocios.
Pido mil disculpas por dudar de la honorabilidad e independencia del poder judicial en Chile.
Pido disculpas por negarme a realizar el servicio militar a finales de los años 60.
Pido mis disculpas por apoyar a los campesinos en exigir reforma agraria profunda y real en los años 70.
Pido mis disculpas por apoyar los movimientos sociales a constituir una asamblea popular en los años 70.
Pido mis disculpas por haber apoyado
siempre a movimientos u organizaciones críticas, muchas veces
marginales, sin perspectiva histórica y sin capacidad real de jugar un
rol.
Pido mis disculpas por desdeñar el poder y las personas que pretenden asumir un rol de imprescindibles.
Entrego mis disculpas a muchos de mis
amigos defraudados conmigo, por mi propia existencia, por mi vida gris,
anónima, sin pretensiones de liderazgo durante estos 40 años.
Por último, pido disculpas por el tiempo robado en la lectura de esta carta abierta
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