Adolfo Hitler se suicidó y
Philippe Petain fue condenado a muerte y no conozco a nadie que
considere injusto su deceso, para el primero y, condena a la pena
capital, para el segundo; a nadie se le ocurriría justificar sus actos
criminales y su traición a la patria sobre la base de las circunstancias
y hechos históricos de su biografía. ¡Qué culpa tiene Clara, la madre
de Hitler, de haberlo malcriado! O acaso, ¿el hecho de haber sido un
líder de la primera guerra mundial exculpa a Petain de los crímenes
perpetrados por la República de Vichy?
Odlanier
Mena, el primer jefe de la CNI, la Gestapo chilena que reemplazó a la
DINA, es culpable de miles de asesinatos, torturas, desaparecimientos,
entre ellos, el “traslado de televisores” – cadáveres retirados de sus
tumbas, que aún no se sabe su ubicación –. Al igual que Manuel
Contreras, su principal rival - incluso, quiso asesinarlo – negó,
reiteradamente, ante los medios de comunicación de que la CNI haya
tenido participación en los crímenes que se le imputan. Estos asesinos
emplean el cinismo sin ningún empacho, lo cual no constituye ninguna
novedad, pues los mismos tipos de argumentos los utilizaron los nazis
para justificarse ante el Tribunal de Nüremberg, con la única diferencia
de que estos monstruos de la Gestapo no fueron enviados a “colonias de
vacaciones” – como en Chile – sino que la mayoría de ellos condenados a
muerte.
Tiene
toda la razón el rector Carlos Peña en su columna del 29 de septiembre
de 2013, al sostener que las circunstancias históricas no exoneran de la
responsabilidad moral que le cabe a los Presidentes de la Concertación
al construir cárceles VIP y mantenerlas en el tiempo para albergar a
genocidas, condenados por la justicia. La ética de la responsabilidad,
según Max Weber, exige responder de los actos de gobierno sin buscar
tanto subterfugio en las circunstancias; ahora bien, en los casos de los
Presidentes Ricardo Lagos y Michelle Bachelet, que mantuvieron “el
hotel cinco estrellas “ del Penal Cordillera, tienen aún menos
explicación, pues ya no existía ningún riesgo de regresión autoritaria.
No
es que el Presidente Piñera sea muy valiente y haya corrido el riesgo
de contrariar a sus partidarios, incluida la mal llamada familia militar
que dice votó por él para lograr beneficios para los genocidas, y que
ahora lo repudian e, incluso, le achacan la sangre del suicida jefe de
la CNI, sino que los Presidentes de la Concertación fueron notoriamente
cobardes, que se aterraban ante cualquier rugido del cuerpo militar.
La
deuda en derechos humanos, por parte de la Concertación es enorme:
baste recordar que se convirtieron en protectores de la familia Pinochet
– en este aspecto se lucen Patricio Aylwin y Eduardo Frei Ruiz-Tagle,
(el último, durante su mandato, jamás concedió audiencia alguna a los
familiares de detenidos desaparecidos e hizo hasta lo imposible por
traer de vuelta al tirano Augusto Pinochet) –. Y con respecto a los dos
Presidentes que les sucedieron, de tendencia socialista, había
expectativas de una política más decidida para tratar el tema de las
violaciones a las derechos humanos, sobre todo, considerando que
Michelle Bachelet fue una de las víctimas de torturas por parte de la
dictadura y que su padre murió asesinado en la Cárcel Pública.
Todos
los candidatos, salvo Bachelet y Matthei se han pronunciado, ante el
clamor ciudadano, por la eliminación de todo privilegio para los
genocidas, por consiguiente, ahora por el fin del penal de Punta Peuco y
el traslado de estos reos a la cárcel de Alta Seguridad.
Me
parece una insensatez comparar nuestro proceso de transición con el
español, como algunos personajes de la derecha han pretendido hacerlo,
pues no es ningún galardón para el país ibérico dejar en la impunidad
absoluta a los franquistas –. Por lo demás, ahora España tiene un
Presidente de gobierno ladrón y inepto y, desafortunadamente, no lo
pueden echar - el Partido Popular tiene mayoría en el Parlamento -. Si
nos comparamos con la Argentina de la señora K, salimos mal parados,
pues Rafael Videla murió en una prisión común y corriente, sentenciado
por delitos de lesa humanidad.
El
acontecimiento del traslado de penal, de “la colonia de vacaciones” al
“hotel cuatro estrellas, se ha prestado para el asomo al sol de un
puñado de fascistoides – entre ellos dos diputados, Ulloa y Bertolino
que, en un país civilizado tendrían muy poco espacio político – que
pretenden justificar a estos genocidas.
Rafael Luis Gumucio Rivas
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