Los partidos políticos la pusieron difícil para que las demandas ciudadanas acumuladas y causa de la revuelta popular del 2019 sean canalizadas hacia una nueva constitución. Es difícil, pero no imposible.
El 15 de noviembre 2019, la gran mayoría de los partidos políticos con representación parlamentaria firmaron un “Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución”. En esos días el país se estremecía con manifestaciones populares que día a día demandaban “que se vayan todos”. La aprobación presidencial caía con fuerzas hacia el 10% después de varios meses en torno al 30%, nivel que no ha vuelto a alcanzar (Encuesta CADEM).
Curiosamente, la encuesta CADEM (encuesta semanal) del día 18 de octubre indicaba un 29% de aprobación para el presidente, un 24% para su gabinete y, entre otras curiosidades indicaba que las noticias más importantes de la semana fueron “muere guagua en La Pintana por una bala loca” (29%), “gobierno se abre a considerar retiro de pensiones en casos excepcionales” (24%), y más atrás “diputada Orsini afirma que hay parlamentarios con nexos con el narcotráfico” (13%), “acciones masivas de evasión en el Metro” (12%) e “incendian inspectoría del Instituto Nacional (3%). Así primaba el drama de la precariedad (balas locas y carencia de recursos ante situaciones de indefensión económica) y el desprestigio de la política (nexos con narcotráfico), por sobre lo que estaba a punto de caer del cielo (el movimiento estudiantil movilizado).
En los días siguientes pasaríamos a un presidente que decía “estar en guerra ante un enemigo poderoso e implacable” , luego, tras una aclaración de Baltasar Garzón “señor Presidente, tal parece que chilenas y chilenos han dicho basta. Y lo están diciendo fuerte y claro. Se trata de un estallido social espontáneo que no está dirigido por partido político alguno”, seguiría una mezcla de amenazas y concesiones para culminar el 17 de noviembre 2019 diciendo “esta noche optamos por el camino de la razón, para darle una oportunidad a la paz”. Claramente, al Piñera del primer mes se la pusieron difícil.
Pasaron los meses y el camino hacia una nueva constitución, pandemia mediante, fue avanzando lentamente hasta que llegamos al primer acto formal, el Plebiscito 2020. Pasadito el año desde el inicio del despertar de las conciencias nos preguntaron primero si queríamos una nueva constitución y luego si queríamos que el 50% del órgano encargado de redactar fuera llenado por parlamentarios … electos por los propios parlamentarios. Les dijimos que SI y que NO respectivamente con una votación 80% vs 20%. Esta nos la pusieron fácil.
¿Por qué entonces el título de este artículo es “La pusieron difícil”?
Porque el verdadero problema comienza ahora. El “Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución” tiene una serie de trampas en el camino, cuyo propósito es que la Nueva Constitución, si llega a haber una, sea como la antigua más cinco pesos.
En efecto, hay un enorme y principal problema, la exigencia de dos tercios de los votos para aprobar cualquier artículo. En ninguna votación desde la recuperación de esta golpeada democracia, la derecha-centro derecha ha obtenido menos de un tercio de las personas electas.
Para asegurarse de que ese escenario no cambie, las reglas que determinan el proceso electoral serán las mismas que se utilizan en una elección nacional de diputados. Los resultados de la última elección de diputados fueron los siguientes:
Elección de Diputados 2017
Derecha-Centro Derecha: 72 diputados (46,5% del total) con el 40,05% de los votos
Centro-Centro izquierda-Izquierda: 83 (53,5% del total) con el 57,05% de los votos
Otros: 0 diputados con el 2,5% de los votos
Si la votación se repite en la elección de constituyentes, la derecha-centro derecha superaría con creces el nivel de un tercio necesario para rechazar cualquier redacción que no le guste. Para evitarlo, sería necesario acercarse de nuevo al 80% vs 20% de la votación del plebiscito del 25 de octubre.
En la elección parlamentaria, la derecha-centro derecha fue en una sola lista (71 diputados electos), más candidatos independientes (electo 1 de 11 candidatos). La oposición fue en 8 listas, a saber la Fuerza de la Mayoría, Frente Amplio, Convergencia Democrática, Coalición Regionalista Verde, Por Todo Chile. No eligieron parlamentarios el Partido de Trabajadores Revolucionarios, Sumemos y Unión Patriótica.
Otra muestra de lo que sucede con la desunión está en la presidencia de la Cámara, en manos de los pro-gobierno aunque son una clara minoría.
Entonces, la pusieron difícil.
¿La solución? El ideal sería una sola lista de quienes están por un cambio profundo.
No me refiero a un cambio radical de modelo sino a un avance sustantivo en la construcción de un modelo social verdaderamente equitativo, donde se profundice la igualdad de oportunidades y se aplique desde el inicio de la vida de las personas, donde se reforme el Código Penal para castigar con dureza los delitos protegidos por el actual sistema, y se reconozca que la soberanía reside en el pueblo, pudiendo este delegarla y retomarla según le parezca conveniente. Estos tres cambios serían pasos seguros hacia un contrato social aceptable por la gente.
Sin embargo, probablemente los tres avances señalados serían vetados por la derecha-centro derecha, si ella cuenta con un tercio o más de los constituyentes. Entonces, es necesario que la lista única que se proponía sea al menos aceptable para la gente que, a través de su movilización en la calle y arriesgando su integridad física, posibilitó este proceso constituyente. Una lista verdaderamente representativa del sentir popular. Y esa no es una lista de los partidos políticos de oposición, es una lista mayoritariamente independiente, conformada por dirigentes sociales reconocidos por las bases, y por intelectuales expertos y reconocidos por sus ideas de justicia social. Y aquí la pusieron difícil de nuevo.
El PPD ofreció llevar un 50% de candidatos independientes. Su presidente y pre-candidato presidencial Heraldo Muñoz dijo “en el Partido por la Democracia decidimos llevar, de los cupos que nos correspondan a la Convención Constitucional, un 50 por ciento de independientes”, pero luego agregó “hemos puesto un banner en nuestra página web para la inscripción de independientes que sientan sintonía con nuestros principios y nuestros valores”, Y ahí la pone de nuevo difícil.
Pareciera que los partidos políticos, de los cuales debemos deducir que sus ‘principios y valores’ son los que se han reflejado en su actuar en la política de los últimos treinta años, no se dan cuenta del desprestigio que tienen en la ciudadanía real. Las encuestas han mostrado niveles ínfimos de confianza de la ciudadanía en ellos.
La encuesta CADEM del 8 de junio de este año incluyó la evaluación de instituciones, que fue liderada por Bomberos, Registro Civil y Municipalidades (entre 69% y 73% de aprobación), y puso en los últimos lugares a la DC, el Frente Amplio, el Congreso, el Partido Comunista y el bloque PS, PPD y Radicales (entre 21% y 13% de aprobación).
El sistema electoral determinado para la elección de constituyentes entregó todo el poder electoral a los partidos políticos, o más claramente, en el proceso de acuerdo nacional los partidos políticos se entregaron a sí mismos todo el poder electoral para conformar la constituyente.
Fue así, no podemos cambiarlo, la pusieron difícil.
Pero no la pusieron imposible. Lo que la ciudadanía debe hacer ahora es colocar toda la responsabilidad del resultado de este proceso de elección de constituyentes en los partidos políticos desde el centro hasta la izquierda. Ellos son responsables, de cara al pueblo, de que se logre conformar una Constituyente capaz de responder a las reales demandas ciudadanas. Si no se logra, que apaguen la luz, cierren la puerta y devuelvan el timbre. Ahora, se la ponemos difícil nosotros.
Por José Luis Valenzuela
Corporación Integración y Futuro
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