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jueves, 5 de noviembre de 2020

OPINIÓN


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Democracia, justicia y prisión preventiva

por  5 noviembre, 2020

Democracia, justicia y prisión preventiva
Hay que recordar que mientras caen las amnistías fiscales, las rebajas de multas a los grandes defraudadores del fisco y se ampara a los violadores de los DDHH, un grupo de jóvenes ha sobrellevado ya casi un año de prisión. Su libertad sería la mejor demostración de comenzar a construir un país donde, poco a poco, vayan desapareciendo los ciudadanos de segunda o de tercera. Esta es una tarea larga, pero es nuestra tarea.

El plebiscito del 25 de octubre ha puesto claridad sobre el masivo apoyo social a las motivaciones más ondas del estallido social que comenzó el 18 de octubre de 2019. Pero todavía no se ha tocado la arquitectura del actual régimen y, por eso, está costando tanto entender que lo primero que se debería buscar es la liberación de los jóvenes presos por participar de ese proceso político. Su situación se explica, ante todo, por las carencias de nuestra institucionalidad para garantizar y establecer libres cauces de expresión y asociación de la ciudadanía.

No se ha logrado entender esta preocupación que genera auténtico dolor en tantas familias. En este momento, la lucha por la libertad de esos jóvenes debe tener una prioridad, un protagonismo claro en la discusión pública. La excarcelación de estas personas no es un acto que atañe solamente a la justicia o a la equidad, atañe sobre todo a la política, atañe dar una solución a una situación difícil en la que hay que cortar un nudo gordiano: es simplemente un gesto de reparación, un modo de reencuentro de todas y para todos.

Vivimos en un país donde debemos convivir quienes hemos militado en campos diferentes y hasta nos hemos odiado y hemos luchado unos contra otros. Es nuestra tarea cortar el círculo del odio y mirar de frente la realidad de nuestra sociedad. No se trata solo sacar presos de las cárceles, sino que vayamos profundizando en la democratización, sin que se den las crueles paradojas y arbitrariedades que hoy nos indignan.

Hay que recordar que mientras caen las amnistías fiscales, las rebajas de multas a los grandes defraudadores del fisco y se ampara a los violadores de los DDHH, un grupo de jóvenes ha sobrellevado ya casi un año de prisión. Su libertad sería la mejor demostración de comenzar a construir un país donde, poco a poco, vayan desapareciendo los ciudadanos de segunda o de tercera. Esta es una tarea larga, pero es nuestra tarea.

Fundamentalmente, esto es ir creando una sociedad democrática. Para eso, debemos hacernos eco de las preocupaciones y de los problemas de estos jóvenes encarcelados y llegar a un acuerdo, con todos los intercambios y comprensiones que haga falta, en la medida en que dejemos intereses de partido para crear una auténtica salida a una injusticia que atenta contra la convivencia nacional.

En nuestro Congreso se sientan personas que han padecido largos años de cárcel y de exilio, junto a otros que han detentado responsabilidad de gobierno y de gobiernos que causaron esos exiliados o esas cárceles. Esos parlamentarios, deberían ser los primeros en tender puentes y salir a reparar esta situación.

Vivimos en un país donde debemos convivir quienes hemos militado en campos diferentes y hasta nos hemos odiado y hemos luchado unos contra otros. Es nuestra tarea cortar el círculo del odio y mirar de frente la realidad de nuestra sociedad. No se trata solo sacar presos de las cárceles, sino que vayamos profundizando en la democratización, sin que se den las crueles paradojas y arbitrariedades que hoy nos indignan.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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