La pregunta relevante hoy, cuando González Hofstetter ha sido designado en tan alto cargo de la PDI, es si acaso nadie estaba enterado de su participación en hechos de tamaña gravedad.
El actual Director General de la Policía de Investigaciones de Chile (PDI), Héctor Espinosa Valenzuela, cesó en su cargo hace unos días. En su reemplazo, el Presidente de la República Sebastián Piñera ha designado al hasta hoy prefecto general de la misma policía, Sergio Muñoz Yáñez. Los últimos actos administrativos del Director General saliente han consistido en el nombramiento de nuevos subdirectores en varios cuerpos de dicha institución. Entre estos, y en una ceremonia que se llevó a cabo la tarde del 17 de junio de 2021, Espinosa Valenzuela nombró en el cargo de subdirector de Investigación Policial y Criminalística, al prefecto general Claudio González Hofstetter.
¿Quién, y de qué modo se establecen los méritos para el nombramiento de funcionarios en tan altos cargos?
Claudio González Hofstetter, flamante subdirector de Investigación Policial y Criminalística, durante su formación policial en la Escuela de Investigaciones participó activamente en un caso de secuestro y torturas contra un joven aspirante de dicha institución, Mauricio Flores Rodríguez, como quedó consignado en una investigación interna llevada a cabo por el entonces subdirector de la Escuela de Investigaciones Policiales, subprefecto Nelson Mery Figueroa, y vista por la Jefatura Jurídica de la Dirección General de la Policía de Investigaciones de Chile, bajo el mando del entonces prefecto inspector (J) Roberto Libedinsky Tschorne[1].
En el libro de Ceibo Ediciones “Rati, agente de La Oficina”, el caso que afectó a Mauricio Flores es descrito en detalle. El joven aspirante fue golpeado, maniatado y secuestrado por un equipo de estudiantes de tercer año, comandado por el instructor Juan José Barjas Flores. La víctima fue luego introducida a un furgón de la Institución y sacado de la Escuela. Después de un recorrido errático por distintas calles de la zona en que se encontraba la academia de formación policial, y siempre maniatado y con la vista vendada, fue conducido a golpes de culata, pies y puños de regreso a la Escuela, donde se lo sometió a brutales y prolongadas torturas consistentes en golpes y aplicación de corriente eléctrica en sus extremidades y genitales. Una vez consumado el “procedimiento”, se le abandonó en uno de los patios donde, atado a una silla y con un cartel sobre sus muslos en que los propios secuestradores habían escrito a mano las siglas F.M.R. (en alusión al Frente Patriótico Manuel Rodríguez), fue expuesto ante sus compañeros de generación.
Lo anteriormente relatado fue denunciado por la víctima ante sus superiores y, una vez iniciada la investigación interna, se determinó que todo aquello había sido “una clase teórico-práctica consistente en un simulacro de captura, desorientación e interrogatorio” conducida por Barjas Flores. Por no haber consultado dicho procedimiento académico a la dirección de la Escuela, Barjas fue sancionado con “seis días de permanencia en el cuartel”[2].
Para efectos de llevar a cabo la “clase”, el instructor había solicitado la participación de voluntarios del tercer año de la Escuela. Uno de ellos, Claudio González Hofstetter, sirvió como miembro del equipo encargado de secuestrar, reducir mediante golpes, amordazar, vendar y extraer a Flores Rodríguez desde el dormitorio. También participó en el contingente de individuos a cargo del traslado del “detenido” por las calles vecinas de la Escuela, y luego fue testigo presencial del proceso de interrogatorio mediante torturas.
Durante el sumario interno, al ser interrogado por primera vez González Hofstetter, éste cometió perjurio al asegurar, encubriendo la responsabilidad de su instructor, que “fui yo el aspirante capturado y desorientado”, y que para dichos efectos se había presentado como voluntario “para esta parte de la clase. Mis compañeros se encargaron de vendarme la vista y transportarme posteriormente en un vehículo [más tarde] regresamos y procedimos a ingresar nuevamente a la sala de clases con el fin de contarle al curso mi experiencia en este procedimiento”.
Sin embargo, durante el desarrollo de la investigación interna y luego de numerosos testimonios de otros aspirantes, González Hofstetter se vio obligado a reconocer que había mentido, declarando que “en relación a mi cuenta escrita en la que sostengo haber sido yo el aspirante capturado y desorientado en el furgón de la Escuela, debo decir que no es cierto, ya que en realidad fue el aspirante Flores, de primer año, pero así lo estampé en mi cuenta escrita por orden expresa de mi Oficial Instructor, el detective señor Barja”.
Los miembros seleccionados por el instructor para participar en el procedimiento al que fue sometido el alumno de primer año no recibieron sanción alguna, y sus responsabilidades, tanto por secuestro y tortura, como por prestar falso testimonio, quedaron archivadas y ocultas en los expedientes de la Policía de Investigaciones.
La pregunta relevante hoy, cuando González Hofstetter ha sido designado en tan alto cargo de la PDI, es si acaso nadie estaba enterado de su participación en hechos de tamaña gravedad.
La respuesta puede encontrarse en el escritorio del propio Presidente Piñera: El exdetective Ricardo Bopp Negrete[3], acudió hasta el Palacio de La Moneda el pasado día 3 de junio de 2021, e hizo entrega de un sobre en la oficina de partes, dirigido al Presidente de la República. En él, Bopp informó detalladamente todo lo anteriormente descrito, respaldando sus dichos con copias del expediente emanado de la Jefatura Jurídica de la Dirección General de la Policía de Investigaciones de Chile, además de un ejemplar del libro “Rati, agente de La Oficina”, cuyos autores cuentan con el expediente del caso de torturas en la Escuela de Investigaciones.
Orden de nombramiento de Hofstetter:
[1] El hecho se produjo el día 4 de abril de 1988.
[2] “Sentencia” que fue dictada el día 12 de abril de 1988.
[3] Quien también sufriera tratos denigrantes durante su etapa de formación en la Escuela de Investigaciones, como está indicado en la causa del 2015 investigada por el ministro Mario Carroza y que se encuentra radicada en el 34° Juzgado del Crimen de Santiago.
Javier y Dauno son autores del libro “Rati, agente de La Oficina” (Ceibo Ediciones).
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