Desde que existe el movimiento de los trabajadores se han expuesto distintas visiones y no siempre tuvieron que estar todos de acuerdo para que ellas se desarrollaran. Podremos diferir respecto de si fue vital o no el rol de la FOCH en 1909, pero es poco probable que tengamos diferencias al calificar el papel jugado por esta organización desde 1919 hasta pasados algunos años del “sindicalismo legal”.
Coincidiremos en que fue un avance la constitución de la CTCH, mas saltarán las diferencias al tener que determinar si la separación en dos de la misma CTCH – por decisión de los partidos políticos – sirvió a los intereses de los trabajadores.
Nadie en su sano juicio podría calificar de un error la constitución de la Central Única de Trabajadores en 1953, sin embargo, es poco probable que estén todos de acuerdo con el cuartelazo que se dio a Clotario Blest en 1961, bajando un paro nacional y provocando su renuncia a la presidencia de dicha Central.
Lo anterior expuesto es una manera de graficar lo importante que es en el trabajo sindical la defensa de convicciones, escuchar a quienes difieren y concluir con aquello que sea lo mejor para los trabajadores. Cada vez que se rompe el principio de participación y toma colectiva de decisiones, se produce una fractura en la organización que en ciertos casos llega al quiebre.
La organización en la que participo, la Confederación General de Trabajadores (CGT), fue fundadora de la Central Unitaria en 1988. Creímos, junto a muchos, que las debilidades orgánicas y de participación irían siendo corregidas en la medida en que se estabilizara la feble democracia que algunos habían negociado con la dictadura. Estábamos equivocados. Cuando se fueron haciendo comunes los arreglos y acuerdos entre partidos, por sobre la decisión de las organizaciones – muchas veces sin consulta a las bases – nos quedó claro que el proyecto había fracasado. No podrían convivir en un mismo espacio los que se arreglaban con el poder por algunas monedas y quienes creíamos que las demandas de la clase eran innegociables.
Y aun así intentamos cambiar las cosas desde adentro. Soportamos la persecución partidaria por haber asumido las banderas de la organización por sobre las órdenes del partido y expusimos nuestra propuesta. No solo se nos descalificó, sino que, con actitudes gansteriles, se nos impidió participar.
Hemos trabajado como muchos por la unidad, pues es el imperativo más grande de cualquier organización sindical, pero ciertamente no todos aspiran a la unidad en forma honesta y real.  Algunos utilizan el llamado a concretarla como un fetiche que sólo les permite ganar tiempo, pero no la quieren pues eso puede poner en riesgo los espacios de poder obtenidos, sin importar si estos espacios fueron conseguidos al minimizar o ignorar las demandas de quienes se representaba.
Muchos van para donde más les conviene, incluso pasando a veces por sobre la decisión de los trabajadores o ignorando a estos en la toma de decisiones. ¿O si no, cómo explicar que haya sindicatos que van de una Federación o Confederación a otra y/o que algunas organizaciones se cambian de Central Sindical como si se cambiaran de ropa interior?
Por eso nos unimos con otros descontentos y comenzamos a hacer camino. Comenzamos a levantar las propuestas olvidadas y las llevamos a conocimiento de los trabajadores y trabajadoras. Lento, pero constante, ha sido el respaldo. Hemos ido haciendo nuestros los espacios de quienes ya habían dado los primeros pasos. Nos jugamos por una conmemoración clasista del Primero de Mayo y dada la masiva respuesta comenzamos a pensar que estaba llegando el momento de enfrentar la crisis del movimiento sindical y dar un paso adelante en su reconstrucción.
El acto clasista del primero de mayo de 2018 marca un momento importante en la movilización de los trabajadores y diversos movimientos sociales y por eso se le está atacando con saña. Quienes llegaron allí, en mayor número que otros años, lo hicieron conscientes y decididos. Ya veremos cómo concordamos visiones y caminos. No hay que ser brujos para determinar que tenemos diferencias, pero es claro que nos une el amor a la clase trabajadora y eso nos obliga a minimizar las diferencias y acrecentar lo que nos une. Hasta con los que promueven desórdenes tendremos que conversar en este desafío de seguir avanzando, porque más allá de las dudas sobre su pertenencia y objetivos, al final del día, quienes responden a la represión no son nuestros enemigos ni adversarios.
Aquellos que queremos la causa de los trabajadores y estamos embarcados en el empeño de la Central Clasista de Trabajadoras y Trabajadores (CCTT), coincidimos en definirnos como hastiados y agotados de la manipulación de la información, de la representatividad ponderada, de las demandas no discutidas, de las organizaciones sindicales – en el sector público y la empresa privada – que hablan a nombre de los trabajadores sin considerarlos en su gestión e incluso llegan a actuar contra el sentir de miles y miles de organizados.
Por eso nos agrede el concepto paralelismo, utilizado para motejar a quienes desisten de seguir un camino que se sabe errado. Quienes califican así están en un error, toda vez que paralelismo se entiende más como la repetición de una misma estructura antes que algo distinto.
Los que hemos dejado de creer en los que poco o nada hacer por los trabajadores, no hacemos paralelismo. Al contrario, si asumimos un nuevo camino es por discrepancias profundas con lo que hay y quienes lo administran. Es que dejamos de creerles.
Con los que se aferran a lo podrido no se puede buscar la unidad, porque lo que persiguen es sepultar las demandas y aspiraciones de la clase trabajadora y eso no lo permitiremos. La unidad se debe hacer con todos los que sienten que los trabajadores y sus hermanos de clase tienen derecho a una sociedad más digna y justa.
La Central Clasista es un intento que nace de las organizaciones. Más allá de cuando se concrete, es claro que sigue patrones distintos de los que hasta ahora se usaron para dotar de un instrumento de representación a la clase, por eso hay que conocer su ideario y hacerse parte de ella. Las puertas están abiertas para todos y todas.

¿Por qué nos llamamos clasistas?

Es esta definición la que marca la diferencia con otros instrumentos de trabajadores. Creemos que en algún momento todos los trabajadores se darán cuenta que sus organizaciones deben definirse como clasistas.
Desde muy antiguo la sociedad ha estado dividida entre los que tienen el poder – los que mandan – y los privados de todo – los mandados –. Primero, se llamó esclavos a los que tenían que hacer de todo y eran alimentados solo para subsistir y procrear. Luego vino el paso de la esclavitud al servilismo y, aunque libres, unos debieron seguir sirviendo a otros y dar mucho más de lo que debían para mantener los pequeños espacios ganados.
Cuando el capitalismo comenzó a desarrollarse, el hombre sólo cambió de amo. Era libre para ir por donde quisiera, pero debía vender algo que era suyo (la capacidad de trabajar, la fuerza de trabajo) al precio que fijaba quien la compraba (el patrón, el capitalista). Siempre han existido dos clases: los que explotan, los que abusan y los explotados, los abusados.
Queda muy claro a cuál clase pertenecemos como trabajadores. Por eso lo de clasistas. Porque tenemos el corazón puesto en los ideales, en las demandas, en las aspiraciones de la clase trabajadora.

¿Por qué una nueva Central, si ya hay 4 en nuestro país? ¿Por qué no construir la Central Única de Trabajadores?

Nos planteamos una nueva Central, pues no vemos en ninguna de las existentes una verdadera representación de las demandas y aspiraciones de los trabajadores. Es con la anuencia o el silencio de estas cuatro Centrales que se aprobaron en 30 y algo más de años de blandengue democracia, una serie de normas que más que ayudar, han perjudicado a los trabajadores. Se mantiene la indemnización con tope, se han aprobado normas de flexibilidad, se trabajan jornadas de más de 8 horas diarias, la sala cuna solo es para empresas con más de 20 mujeres, se eliminó la facultad a las asambleas de vigilar los ingresos y gastos de las organizaciones y reclamar a las Inspecciones del Trabajo una fiscalización cuando se pierden las platas de las cuotas, se legalizó la polifuncionalidad, se puso más trabas para constituir sindicatos en empresa micro y pequeñas y se complejizó el actuar de los sindicatos de interempresa, entre otras muchas malas leyes.
No habrá Central Única porque en el sindicalismo hay dos visiones marcadas e irreconciliables: aquellos que creen que conversando con gobiernos, empresarios y parlamento se pueden avanzar en medidas que humanicen, mas no terminen con el capitalismo, y quienes creemos que el gran adversario es el capital y que a éste debemos demandar respuestas, sin negociaciones ni transacciones a espaldas de los trabajadores.
La unidad no se construye ni se construirá renunciando a nuestras demandas históricas.

¿Somos disidentes o alternativos de la CUT, la CAT, la UNT o la CTCH?

No somos disidentes de ninguna de las Centrales, pues no somos parte de ellas. Rechazamos la hegemonía de los equipos partidarios o de las camarillas de dirigentes apernados en el accionar de las organizaciones de trabajadores.
No somos alternativos, pues rechazamos lo que ellos sostienen como política sindical y no nos presentamos como más de lo mismo, solo que con un ropaje distinto. Las Centrales existentes tienen un camino definido y este no implica la defensa irrestricta de los derechos de la clase trabajadora. Allá ellos con su trabajo, nosotros no les reconocemos como representativos de la clase. Lo hemos expresado claramente. Ni disidentes ni alternativos: Independientes, autónomos y clasistas. Eso somos y no otra cosa.

¿Qué es lo que haría diferente a esta CCTT de las otras Centrales?

Llevamos un trabajo de hartos meses en los que hemos concordado documentos bases sobre Estatutos, Declaración de Principios y Plataforma de Lucha. Estos documentos fundacionales han sido aprobados por más de 100 dirigentes representantes de decenas de organizaciones. Desde el 2 de mayo de 2018 estos documentos comenzarán a ser discutidos en las asambleas de base.
En la Central Clasista de Trabajadores y Trabajadoras (CCTT) todo el poder de resolución y toma de decisiones radica en las bases, por lo mismo, su estructura de dirección será nacional y regional, pero por la vía de la votación directa de los socios afiliados: “cada trabajador un voto” es la consigna.
Para elegir a los directorios nacionales y regionales no habrá listas partidarias ni de movimientos, por muy valiosos que sean estos. Será una lista única donde el trabajador determinará con su sufragio quienes estarán en la dirección del instrumento. Además, el Estatuto establece claramente quienes y bajo qué acusaciones pueden ser desafectados de sus cargos. Respecto a las finanzas, cotización mensual: un trabajador, una cuota. Será la manera de que el instrumento no sea manipulado ni utilizado para cualquier cosa, al margen de los intereses de los trabajadores.
Se ha comenzado un camino y trabajaremos con fuerzas para verlo cristalizar. Sin embargo, y más allá de eso, después del contundente acto del primero de mayo de 2018, queda claro que la clase comienza a despertar y que no seguirá permitiendo que algunos actúen en su nombre. De sostener y profundizar esto, nos encargaremos todos los que hoy estamos en este empeño clasista.
Es un compromiso.