Por Teresa Frías K.
El tema del atentado volvió al primer plano luego que el presidente del PC afirmara que él autorizó la operación. En conversación con Cambio21 uno de los principales actores del hecho aseguró no arrepentirse de lo sucedido. "Haciendo un balance de la acción, considero que fue justa, una acción de la cual no me arrepiento y ninguno de los que participamos tampoco, creo. Fue un legítimo derecho del pueblo", sentenció.
El tema del atentado volvió al primer plano luego que el presidente del PC afirmara que él autorizó la operación. En conversación con Cambio21 uno de los principales actores del hecho aseguró no arrepentirse de lo sucedido. "Haciendo un balance de la acción, considero que fue justa, una acción de la cual no me arrepiento y ninguno de los que participamos tampoco, creo. Fue un legítimo derecho del pueblo", sentenció.
"Haciendo
un balance de la acción, considero que fue justa, una acción de la cual
no me arrepiento y ninguno de los que participamos tampoco, creo. Fue
un legítimo derecho del pueblo", asegura César Bunster Ariztía,
integrante del comando del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR)
quien fue uno de los primeros en ser identificado tras el atentado
contra Augusto Pinochet, ocurrido el 7 de septiembre de 1986. Se
trasformó en el hombre más buscado por la policía chilena, pero nunca
lograron detenerlo. "No me arrepiento de nada. Nuestra intención fue
terminar con la dictadura", afirma tajante.
Una de las principales figuras es este "ajusticiamiento" como ellos lo llaman, y que revive tras las declaraciones del presidente del Partido Comunista Guillermo Tellier sobre que en su calidad de encargado militar del PC autorizó la operación contra el dictador. Si bien hace tiempo que Bunster colgó el fusil y se reinsertó en la institucionalidad chilena, para él, en cada momento histórico son válidas las diferentes formas de lucha y así como ayer no vaciló en hacerse parte de un proyecto armado para combatir a la dictadura, hoy afirma que una lectura objetiva de la realidad "indica que el camino en el que estamos, es el acertado".
Fue él quien, a rostro descubierto y utilizando su nombre real, se encargó de la parte operativa de la llamada "Operación Siglo XX". Tenía 28 años. Se había titulado de sociólogo en la Universidad de Birmingham (Inglaterra), en 1982 (su padre, César Bunster, había sido embajador de Chile en ese país) y en ese entonces ya militaba en las Juventudes Comunistas chilenas en el exterior. A principios de 1986 obtuvo pasaporte para volver a Chile, cuestión que hizo en marzo. Apenas llegó optó por integrarse a la lucha contra Pinochet.
"Mi objetivo era unirme a un grupo para acabar con la dictadura y tocó que me integré al Frente Patriótico Manuel Rodríguez. Pero podría haber sido otra forma de lucha, lo mío no era absolutizar una forma de lucha ni mucho menos, pero si contribuir a recuperar la democracia".
En conversación con Cambio21 es taxativo al asegurar que "siempre tuve el convencimiento de que el uso de la fuerza, el uso de la vía armada, era un último recurso cuando no quedaba otra alternativa para luchar por una democracia de verdad. Hoy, luchar por formar parte del Concejo Municipal, es un deber revolucionario. Recalco lo de revolucionario porque no se trata de hacer más de lo mismo, se trata de hacer más y de cambiar las cosas, de revolucionar la realidad".
El significado del atentado a Augusto Pinochet
En julio de 1986 Bunster conoció a Cecilia Magni, quien, luego de estudiarlo durante unas semanas, decidió invitarlo a participar de una operación "que cambiaria el curso de la historia".
"Ella me pidió apoyar con todo el aspecto logístico de lo que significa, en buenas cuentas, proporcionar los bienes materiales para realizar una operación de esa envergadura, de ese tipo, una operación importante para nosotros y que requería de más de 30 combatientes, vehículos, casas rodantes. La función mía fue arrendar todos esos medios", recuerda Bunster.
Así, arrendó la casona en el pueblo de La Obra que sirvió como cuartel de operaciones, con acceso a la carretera por donde pasaba la comitiva de Pinochet cada vez que el capitán general bajaba desde su casa de El Melocotón. También arrendó cuatro de los cinco autos que se usaron para bloquear el paso a la comitiva y la posterior evacuación de la zona de los fusileros: un Datsun Bluebird, un Peugeot 504 SW con casa rodante, una camioneta Toyota y un jeep Toyota modelo Land Cruiser.
"Nosotros queríamos acelerar la llegada de la democracia y poner fin a la dictadura, pero sinceramente no sé si hubiera pasado así si se hubiese concretado el atentado. Pensábamos que sacando de la cúspide a Augusto Pinochet terminaría todo el infierno que estábamos viviendo, viendo cómo mes a mes más gente era asesinada, sin importar si eran niños o mujeres, algunas de las cuales incluso estaban embarazadas", asegura el ex integrante del comando.
Dice que no participó en la emboscada de la cuesta de Las Achupallas, eso era resorte de los otros integrantes del grupo. "Tras el episodio obviamente pasé de inmediato a la clandestinidad. En esa época teníamos casas de seguridad de gente común y silvestre, en ningún momento salí del país", relata.
Hoy César Bunster sigue dedicado a las traducciones. Tuvo un intento de ser alcalde de Puente Alto, pero le fue mal. Es un ciudadano más, sin antecedentes penales y sin ninguna deuda con la justicia. El 19 de enero de 2004 la Corte de Apelaciones de San Miguel confirmó su sobreseimiento definitivo por prescripción del delito y, así, dejó en nada la acusación en su contra como integrante del comando del Frente Patriótico Manuel Rodríguez que organizó y ejecutó el atentado en contra del dictador Augusto Pinochet.
Una de las principales figuras es este "ajusticiamiento" como ellos lo llaman, y que revive tras las declaraciones del presidente del Partido Comunista Guillermo Tellier sobre que en su calidad de encargado militar del PC autorizó la operación contra el dictador. Si bien hace tiempo que Bunster colgó el fusil y se reinsertó en la institucionalidad chilena, para él, en cada momento histórico son válidas las diferentes formas de lucha y así como ayer no vaciló en hacerse parte de un proyecto armado para combatir a la dictadura, hoy afirma que una lectura objetiva de la realidad "indica que el camino en el que estamos, es el acertado".
Fue él quien, a rostro descubierto y utilizando su nombre real, se encargó de la parte operativa de la llamada "Operación Siglo XX". Tenía 28 años. Se había titulado de sociólogo en la Universidad de Birmingham (Inglaterra), en 1982 (su padre, César Bunster, había sido embajador de Chile en ese país) y en ese entonces ya militaba en las Juventudes Comunistas chilenas en el exterior. A principios de 1986 obtuvo pasaporte para volver a Chile, cuestión que hizo en marzo. Apenas llegó optó por integrarse a la lucha contra Pinochet.
"Mi objetivo era unirme a un grupo para acabar con la dictadura y tocó que me integré al Frente Patriótico Manuel Rodríguez. Pero podría haber sido otra forma de lucha, lo mío no era absolutizar una forma de lucha ni mucho menos, pero si contribuir a recuperar la democracia".
En conversación con Cambio21 es taxativo al asegurar que "siempre tuve el convencimiento de que el uso de la fuerza, el uso de la vía armada, era un último recurso cuando no quedaba otra alternativa para luchar por una democracia de verdad. Hoy, luchar por formar parte del Concejo Municipal, es un deber revolucionario. Recalco lo de revolucionario porque no se trata de hacer más de lo mismo, se trata de hacer más y de cambiar las cosas, de revolucionar la realidad".
El significado del atentado a Augusto Pinochet
En julio de 1986 Bunster conoció a Cecilia Magni, quien, luego de estudiarlo durante unas semanas, decidió invitarlo a participar de una operación "que cambiaria el curso de la historia".
"Ella me pidió apoyar con todo el aspecto logístico de lo que significa, en buenas cuentas, proporcionar los bienes materiales para realizar una operación de esa envergadura, de ese tipo, una operación importante para nosotros y que requería de más de 30 combatientes, vehículos, casas rodantes. La función mía fue arrendar todos esos medios", recuerda Bunster.
Así, arrendó la casona en el pueblo de La Obra que sirvió como cuartel de operaciones, con acceso a la carretera por donde pasaba la comitiva de Pinochet cada vez que el capitán general bajaba desde su casa de El Melocotón. También arrendó cuatro de los cinco autos que se usaron para bloquear el paso a la comitiva y la posterior evacuación de la zona de los fusileros: un Datsun Bluebird, un Peugeot 504 SW con casa rodante, una camioneta Toyota y un jeep Toyota modelo Land Cruiser.
"Nosotros queríamos acelerar la llegada de la democracia y poner fin a la dictadura, pero sinceramente no sé si hubiera pasado así si se hubiese concretado el atentado. Pensábamos que sacando de la cúspide a Augusto Pinochet terminaría todo el infierno que estábamos viviendo, viendo cómo mes a mes más gente era asesinada, sin importar si eran niños o mujeres, algunas de las cuales incluso estaban embarazadas", asegura el ex integrante del comando.
Dice que no participó en la emboscada de la cuesta de Las Achupallas, eso era resorte de los otros integrantes del grupo. "Tras el episodio obviamente pasé de inmediato a la clandestinidad. En esa época teníamos casas de seguridad de gente común y silvestre, en ningún momento salí del país", relata.
Hoy César Bunster sigue dedicado a las traducciones. Tuvo un intento de ser alcalde de Puente Alto, pero le fue mal. Es un ciudadano más, sin antecedentes penales y sin ninguna deuda con la justicia. El 19 de enero de 2004 la Corte de Apelaciones de San Miguel confirmó su sobreseimiento definitivo por prescripción del delito y, así, dejó en nada la acusación en su contra como integrante del comando del Frente Patriótico Manuel Rodríguez que organizó y ejecutó el atentado en contra del dictador Augusto Pinochet.
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