Recetario de Lavín: el camino de la no justicia
- Benito Baranda
- Presidente de América Solidaria
-
- He seguido con atención la discusión acerca del ‘recetario’ que ha
planteado el Ministro de Desarrollo Social, no lo había visto en detalle
y hoy me he dedicado a estudiarlo, desde el domingo en que me tocó
verlo y escucharlo en la televisión tenía la curiosidad de indagar de
qué se trataba.
Además he sido espectador de las variadas declaraciones y
comentarios de expertos en nutrición o de famosos chefs, de pobladores y
dirigentes, de trabajadores y dueñas de casa.
No deseo opinar sobre su contenido y me imagino que las personas del
FOSIS que están involucradas en este programa lo han hecho seriamente,
con buenas intenciones y con deseos de colaborar, sin embargo si me
gustaría involucrarme en esta discusión desde un ángulo diferente
analizando el rol que le corresponde a este ministro en el nuevo
ordenamiento que le ha querido dar el ejecutivo al reformular su
cartera.
Todas estas discusiones, medidas y bengalas son como los bonos: un
parche ante el dolor de los atropellos, las injusticias, las
exclusiones, las discriminaciones y prejuicios alimentados y sostenidos
por medidas políticas efectivistas pero no efectivas, mediáticas pero
técnicamente frágiles, inmediatistas y sin una mirada a largo plazo
fundada en los derechos de las personas, es decir sin tocar el fondo de
la cuestión social que se vive hoy en nuestra nación.
La construcción de una política social que conduzca a una mayor
justicia, fruto de una verdadera mirada de dignidad y de igualdad hacia
los más excluidos y marginados, implica un gigantesco esfuerzo de
empatía, escucha y de profundización de las verdaderas razones por las
cuales esto sucede, y además -en su ejecución- debe conllevar una
mirada técnica coherente, un delicado trabajo de articulación entre el
Estado, el Mercado y Sociedad Civil.
En efecto desde la complejidad de la coordinación de la política y de
los programas sociales entre los diferentes Ministerios y servicios
hasta la complementación de éstas con el mercado y la ciudadanía hay un
mundo de compromiso y esfuerzo que requieren la mayor atención de esta
nueva cartera (¿si no para que se hizo, para más de lo mismo?, y esto al
parecer ha sido sacrificado por lo inmediato.
Lo que más debería tensionar el trabajo y la vida de un Ministro de
Desarrollo Social son las injusticias sociales, las abismantes
desigualdades y exclusiones, por sobre todo aquellas que son promovidas
por las mismas políticas públicas, es decir: la segregación residencial
que crean las política de vivienda para los más pobres (Chile tiene
medalla de oro), la segmentación educacional que estimulan medidas como
los liceos bicentenario (Chile ostenta medalla de bronce), los
obstáculos para el acceso a una salud igualitaria (en todos sus
niveles), un sistema de pensiones que perpetua las groseras injusticias
(y que además no cumplirá con la promesa de autofinanciarse), la
insólita ausencia de políticas masivas para jóvenes socialmente
excluidos, y la política salarial que acentúa la desigualdad (que se ha
tratado de compensar con bonos).
En general las personas en situación de pobreza esperan un trato
justo e igualitario de parte del Estado, una educación de calidad,
viviendas socialmente integradas en barrios seguros, una salud oportuna
y un trabajo que lo dignifique y que le permita vivir. Ver y escuchar
para actuar, con una mirada a mediano y largo plazo, debería ser la
mejor receta para este Ministro y su cartera.
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