REMEMORANDO
La Convención Constitucional (CC) no nació el 18 de octubre de 2019, fecha que marca el inicio de una rebelión popular sin la cual aquella no hubiere sido posible. La CC nació, en verdad, el 15 de noviembre de ese mismo año, cuando la ‘élite política’ de la nación, desesperada, se unió a un gobierno igualmente desesperado en la búsqueda de posibles respuestas a una ciudadanía empoderada que pretendía cambiarlo todo. Porque una rebelión como aquella no podía ser. Había que detenerla. Por ello, tanto la oposición al Gobierno como el oficialismo se unieron a fin de enfrentar a ese ‘enemigo cruel e implacable’ (los movimientos sociales) del que hablaba el presidente, y decidieron enfrentarlo con la celebración de un acuerdo en el que ese ‘enemigo’ (a pesar de ser el ‘legítimo contradictor’), debía estar ausente: lo harían solamente quienes estaban por la salvación del sistema amenazado. El acuerdo no fue casual: recordemos que se originó en un encuentro convocado por el abogado Darío Calderón González el día 06 de noviembre de 2019, al piso 17 de un edificio del barrio Rosario Norte donde estuvieron presentes, mayoritariamente, elementos de la ex Concertación[1].
Por eso, además, el referido encuentro, orientado a salvar la presidencia de la nación encarnada en Sebastián Piñera —a quien se reconoció como único interlocutor válido—, asistieron todas las fuerzas políticas con excepción de Convergencia Social y el partido Comunista. La primera no lo hizo por convicción y se restó a ello; sin embargo, su representante máximo (que fue el actual candidato a la presidencia, entonces diputado Gabriel Boric) firmó el acuerdo ‘a título personal’. No parece necesario recordar aquí la posterior renuncia de los 73 militantes de esa colectividad,encabezados por el alcalde de Valparaíso Jorge Sharp[2].
El partido Comunista tampoco participó en el acto. No porque estuviera en contra del mismo sino, simplemente, porque no se le invitó en la noche de ese jueves 14 de noviembre, cuando ya existía un borrador del acuerdo. Por eso, junto con lamentar que no fueron convocados ni informados del pacto, reconoció, más tarde, el propio presidente de esa colectividad, que
“[…] valoraron la incorporación de una opción similar a una asamblea constituyente en el plebiscito”.
“Nos invitaron, pero cuando ya estaba todo acordado, nos dijeron que no podíamos hacer cambios, y decidimos no ir”[3].
Y, en otro periódico, de ese mismo día, sus expresiones fueron:
“Yo me podría haber hecho la autocrítica de no haber ido y no haberme puesto en la foto y haber salido con todos, haber pasado a la historia y que me juzgue la historia de que no aparecí en esa foto, pero no tuve nada que ver con el alegato porque yo ni supe de la reunión hasta esa hora…lo que estaban tratando anoche, y en la mañana, era un acuerdo sobre convención constituyente en que la mitad eran parlamentarios que nos estábamos autoproclamando constituyentes y la otra mitad era electa por la ciudadanía, eso nosotros estábamos en contra, pero no supimos nunca que hubo una continuidad en esa discusión, ese era el problema, y después cuando nos llamaron tomamos la decisión política de no ir por eso, porque claro, habría sido re fácil ir y aparecer en la foto, pero no participamos”[4].
‘ÉLITE POLÍTICA’ VERSUS COMUNIDAD ALZADA Y AUTOORGANIZADA
La ‘élite política’, consciente del rol que había jugado hasta ese momento, en beneficio propio, temerosa de ‘masas desbordadas’, no solamente abandonó a la comunidad nacional que, conjuntamente con alzarse, iniciaba un proceso de autoorganización, sino actuó en su contra aliándose con todos aquellos que habían defendido el ‘derecho’ de las clases dominantes a declarar la guerra a los alzados.
El acuerdo aquel pretendía que una constitución ilegítima, nacida al amparo de las armas y sin participación de aquellos a quienes iba a regir, debía subordinar a su ilegítimo articulado, el imperio de la potestad constituyente de toda una formación social.
UN ERROR QUE HACE SUPONER VICTORIAS
Celebrado el acuerdo, debió redactarse una ley cuyo número siguió la exacta correlación de la ilegítima legislación dictatorial (N° 21.200). Entonces, el temor que los sectores más reaccionarios habían sentido frente al levantamiento popular comenzó a diluirse, y a ceder paso a la defensa a ultranza de la institucionalidad vigente. Fue como si se creyera que se había cometido un error al firmar el documento; y que era necesario salvar, nuevamente, al país.
La pandemia, en tanto, había dañado fuertemente a la movilización social, transformándose en el factor desactivador de las protestas, y afianzaba la institucionalidad de la nación, que era, precisamente, lo que las movilizaciones habían puesto en entredicho.Entonces, la confianza renació en los sectores dominantes, y la ley tradujo ese sentimiento en su articulado. Tenían serias posibilidades de ganar, de manera que era necesario abandonar tal pesimismo. Si bien la Convención iba a ser ‘constitucional’ y no ‘constituyente’, los miembros de ella serían otra cosa: en vez de designarlos como ‘convencionales constitucionales’, se les transformó en ‘convencionales constituyentes’, es decir, personas dotadas de poder constituyente, tan ciertis estaban que ganarían. Y, era tal la euforia que hasta crearon listas con ‘independientes’ proclives a su ideario.
Pero el 25 de octubre de 2020, la población chilena votó por, en primer lugar, por el Apruebo; en segundo lugar, por una Convención Constitucional. Si tal circunstancia restituía el optimismo a los sectores populares, para los sectores dominantes el resultado era una advertencia: un 80% de la población reprobaba la dominación,y solamente un 20% la apoyaba. Pero ya no podían volver atrás y era necesario prepararse, urgentemente, para elegir a los convencionales constituyentes e idear otra estrategia. Entonces, comenzó una actividad febril: los partidos organizaron sus listas y permitieron a sus incondicionales inscribirse en ellas. Permitieron, incluso, que los independientes formaran listas, tan seguros estaban.
Las elecciones de convencionales constituyentes, por razones de economía, fueron acordadas para el 15/16 de mayo, conjuntamente con las de alcaldes, gobernadores y concejales, lo que, de por sí, constituía un grave escollo para los independientes. Sin embargo, enfrentados a esas elecciones múltiples, dieron una sorpresa: la Lista del Pueblo logró reunir a 27 representantes suyos, algo que nadie esperaba porque el sistema eleccionario había sido construido para ello. Por lo mismo, ante la proposición de permitir la formación de ‘listas de independientes’ para elegir, en noviembre, parlamentarios (diputados y senadores), COREs, y presidente, la ‘élite política’ dio su rotundo rechazo.
LOS CONVENCIONALES CONSTITUYENTES EN LA CC
En la constitución de la CC aparecieron, en consecuencia, partidos e independientes. Los primeros, representados por sus propias listas, por personas que se inscribieron en sus listas y aquellos que, en listas de independientes, simpatizaban o habían participado en algunos de esos partidos. Los segundos, con el triunfo de la Lista del Pueblo.
Sin embargo, bueno es recordar que los partidos son estructuras sociales creadas para gobernar. Son parte inherente de la democracia que, como forma de gobierno del sistema capitalista, se caracteriza por la separación de poderes (legislativo, ejecutivo, judicial y contralor), por la existencia de partidos políticos y por la realización de elecciones periódicas libres, secretas e informadas. Por eso,se organizan a la manera establecida por la ley. Y, en consecuencia, son estructuras de dominación. Forman parte, además, del acervo cultural de una nación por el simple hecho que la cultura de las clases dominantes es la cultura de las clases dominadas: quien ejerce el poder material de una sociedad ejerce, también su poder espiritual. La posibilidad de imaginar una nueva sociedad en que las formas de organización no sean las actuales se reduce ostensiblemente.
Los partidos operan a sus anchas en la CC. La llamada ‘derecha’ se expresa en la lista de Chile Vamos; la apoyan algunos independientes. Son 37 y no alcanzan a tener el tercio que les permitiría poner obstáculos a las pretensiones de la llamada ‘izquierda’. Es un conjunto bastante heterogéneo de organizaciones políticas que lucha para seguir gobernando. Esa es su misión;y, por ende, hegemonizar la conducción del conjunto social. Repetimos: son estructuras de dominación.
¿’FUEGO AMIGO’?
Curiosamente, en el sector opositor, las disputas se han librado entre el PC y el FA, organizaciones políticas que, a pesar de estar unidas por un pacto (‘Apruebo Dignidad’), no ocultan sus apetencias de liderazgo. No son disputas nuevas. Aparecieron al irrumpir de las elecciones presidenciales, antes de la instalación de la CC. Y han sido tan virulentas que una publicación señala, al respecto:
“Algo relevante en este ámbito es que dentro de la Convención el pacto Apruebo Dignidad no existe. Si bien por fuera de la Constituyente el Frente Amplio (FA) mantiene una alianza electoral con el Partido Comunista (PC) y la Federación Regionalista Verde Social (FRVS), en el trabajo por redactar la nueva carta fundamental corren por separado, algo que se empezó a gestar pocas semanas antes de la instalación”[5].
En efecto, las disputas de esas coaliciones, en los inicios de la CC, fueron acordes a lo que sucedía en las candidaturas a las primarias presidenciales; lo denominamos ‘presidencialización’ de la CC pues tales guardaban asombrosa similitud con las de los seguidores de Boric y Jadue. La víctima propiciatoria no podía ser sino la presidenta de la CC sobre quien recayeron las culpas del infierno, al extremo que hubo un momento en que los representantes del PC la amenazaron hasta con ‘dejar la cagada’. Esa virulencia ha alcanzado niveles tales que una feminista, refiriéndose a la disputa por los 2/3, no vaciló en decir a uno de los dirigentes de esa colectividad:
“Quizás lo es para usted, su partido, su constructo cultural patriarcal, colonial y machista. Sobre los 2/3 se ha hablado mucho, por ejemplo el convencional Atria, varón y blanco, pero sobre él no hay comentarios arteros, y si los tiene para la mujer mapuche. Pero la mujer mapuche que conduce la Convención Constitucional se ganó el espacio para defender la dignidad histórica de los pueblos contra discursos clasistas, racistas y machistas como los suyos. Usted le falta el respeto no sólo a Elisa Loncon sino a miles de mujeres indígenas y millones de feministas que irrumpen en la política como ya lo hizo Gabriela Mistral, así como a millones de hombres que entienden que los tiempos han cambiado y actúan en consecuencia, dejando atrás los esquemas colonialistas y machistas”[6].
LA ELECCIÓN DE LA DIRECTIVA DE LA CC
No está de más retroceder en la historia y volver a referirnos a la candidatura de la independiente Elisa Loncon Antileo, excelente académica y ex militante socialista. Su candidatura fue propiciada por seis de los siete mapuches elegidos en la lista de los pueblos originarios y debió salvar otro escollo anterior, colocado por la propia candidata: su aprobación por la machi Francisca Linconao, para lo cual las tres potenciales elegidas concurrieron hasta ella para obtener su aprobación, con el resultado conocido. En tanto, un sector del FA,
“Convergencia Socialista se había planteado, desde un principio, competir por la presidencia y la vicepresidencia de la Convención para lo cual consideraba como posibles cartas suyas a Ramona Reyes, de ascendencia mapuche, y a Tomás Laibe”[7].
Consagrada como candidata oficial del sector mapuche de la lista organizada para los pueblos originarios, Elisa Loncón fue contactada, en esos días, por el convencional constituyente Marcos Barraza quien le ofreció incluirla como candidata para la presidencia de la CC en la lista de convencionales del PC. La candidata mapuche se negó, señalando que prefería mantenerse ‘independiente’. La candidatura del partido quedó, así, abierta para Isabel Godoy, militante de esa colectividady representante del pueblo coya. En tanto, por el Frente Amplio, el nominado fue Jaime Bassa. Sin embargo, poco antes, convencido que era mejor no arriesgar la candidatura de Bassa sino apoyar la de Elisa, llamó el FA a la representante mapuche ofreciéndole apoyar su candidatura independiente a lo que ella accedió, puesto que no le significaba perder su calidad de tal; sin embargo, al día siguiente de la conversación, en forma sorpresiva, el FA anunció que su candidata era la independiente Elisa Loncón y que, para el cargo de vicepresidente había designado como candidato a Jaime Bassa, algo que jamás fue conversado con la representante mapuche.
Informado de la maniobra del FA, el PC decidió actuar. Según lo señala un artículo de principios de julio:
“[…] tras ser notificado el viernes pasado de que el FA había decidido unilateralmente apoyar a una constituyente mapuche para presidenta de la Convención y a un FA de vicepresidente, Barraza enfrió el diálogo con los FA, y se acercó a César Valenzuela del PS e Independientes No Neutrales (de Patricia Politzer y Bruno Baranda), para levantar una alternativa”[8].
Lo que sucedió después ya lo hemos narrado en otro de nuestros trabajos. La adversaria de Elisa Loncón fue Isabel Godoy. Jaime Bassa, simpatizante de la candidatura de Gabriel Boric, quedó en espera de ser elegido primer vicepresidente. Las votaciones arrojaron una clara preferencia de los convencionales constituyentes por Elisa Loncón; Isabel Godoy fue segunda mayoría lo que hizo al PC privilegiar su apoyo a la candidata mapuche en la segunda vuelta. Bassa quedó como vicepresidente, también con el apoyo del PC cuyos candidatos no lograron mayoría.
LOS CONFLICTOS DENTRO DE LA CC
Como ya lo hemos señalado, la gran mayoría de los miembros de la CC pertenecen a partidos políticos o se encuentran estrechamente vinculados a ellos. No debe llamar la atención que las disputas por imponer sus pretensiones, entre las que se incluyen formas de actuar, hayan adquirido virulencia. La CC es permeable a lo que sucede a su alrededor pues se compone mayoritariamente de militancia política. Por lo mismo, recibe toda suerte de influencias externas, y es tomada como una suerte de instancia cuyo control debe servir para posicionarse mejor en la lucha por alcanzar mayores cuotas de poder dentro tanto de las instituciones del Estado como de sus empresas o servicios. Por supuesto que ello dice estrecha relación con una campaña por acceder en noviembre a la presidencia de la nación, a los cargos de diputados y senadores, y a los consejeros regionales o COREs. Los conflictos, en lugar de disminuir tienden a multiplicarse. Y hay una razón que anota Juan Pablo Cárdenas, a la que nos hemos referido en otros trabajos:
“Lo que parece indudable es que la nueva Constitución no está entre las prioridades del pueblo y sus ciudadanos. Derivada de la protesta social, como casi todos así lo reconocen, la Convención es hija más bien de las demandas de justicia social y equidad, como de la búsqueda de un sistema previsional más decente que el que todavía nos rige”[9].
La CC, entonces, no parece ser prioritaria para algunos sectores políticos que la ven como un espacio por conquistar, un campo en donde ganar posiciones al interior del Estado burgués, pues estiman que sus intereses políticos se identifican con el interés social y éste parece posible de satisfacer por medio de esas organizaciones.
LA CC COMO CAMPO DE EXPERIMENTACIÓN DE LA CONTIENDA POLÍTICA
No debe sorprender, por tanto, que el objetivo de la CC se doblegue ante otros intereses. Las elecciones permiten acceder a los cargos más apetecidos del poder político. La disputa es por el control del poder, y éste se obtiene ocupando las instancias del Estado. La hegemonía permite la conducción social. Y acceso al poder. No estamos diciendo algo nuevo. Las disputas entre las distintas facciones políticas han sido advertidas por la prensa. No por algo señala un diario capitalino:
“El tema principal de la cita posdieciochera, adelanta el presidente del PC, Guillermo Teillier, será la insistencia de los constituyentes comunistas para modificar el quórum de 2/3 para aprobar normas constitucionales, estipulado en el acuerdo político del 15 de noviembre de 2019, suscrito nada más ni nada menos que por Boric, y que, por razones obvias, tanto él como los partidos del Frente Amplio se oponen.
La arremetida del PC por disminuir el número de votos que zanjen los temas de la nueva Constitución cristalizó esta semana las diferencias entre estos dos sectores que luchan, desde el primer día, por la hegemonía de la izquierda en la asamblea”[10].
Pero, ¿es de tanta relevancia el tema de los 2/3 que hace a los sectores más conservadores de la CC y a los más revolucionarios hermanarse en esa disputa? Según Miguel Crispi (RD):
“De verdad, no entiendo ¿cuál es el sentido de seguir presionando en un asunto que la misma ciudadanía, mediante su voto, superó el problema, construyendo una mayoría en la Convención que sobrepasa los 2/3?”[11].
Y otro analista, sobre el particular:
“[…] el progresismo en conjunto supera el supra quórum aprobatorio al disponer de más de 2/3 de los constituyentes y la derecha, por su parte, se queda sin poder de veto al no lograr el 1/3 necesario. Ese quórum de 2/3 inicialmente perverso hoy en un quorum virtuoso: dado que ningún grupo lo posee por separado, obliga a amplios acuerdos de la centro izquierda y la izquierda, y con constituyentes de derecha dialogantes, civilizatorios e inclusivos”[12].
No es, por consiguiente, un problema de maldad o perversidad la disputa por conseguir mejores lugares en la administración del Estado: derivade la naturaleza competitiva de la estructura social capitalista que hunde a unos en tanto eleva a otros. Y obliga a reivindicar determinados derechos a fin de hegemonizar fuerzas sociales, como parte del juego dentro de ese sistema.Por eso, las disputas entre partidos se dan en ese plano y no en otro. Por eso se realizan alianzas que, en el particular caso de la CC, se pueden describir como lo hace una publicación en torno al PC y al FA:
“El FA se ha visto más cómodo cerca de la ex Concertación, de Independientes No Neutrales (INN), algo que le ha venido bien en parte a la derecha “dialogante”, que con pocas chances de defender el actual modelo socioeconómico, busca participar activamente en el organismo acercándose a algunas propuestas de este eje. Por otro lado, el PC encontró su lugar con sectores independientes como Movimientos Sociales Constituyentes (MSC), Pueblo Constituyente (PuC) y los Escaños Reservados Indígenas. Todo esto pareciera ser algo que perdurará hasta el plebiscito de salida”[13].
Por eso, puede la dirigencia partidaria abrazarse y estrechar las manos de sus aliados, al tiempo que están mirando la conveniencia de sus acciones.
¿PUEDEN EVITARSE LAS DISPUTAS?
Si. Pueden evitarse. Basta, tan sólo, voluntad política para hacerlo. De hecho, en la mayoría de los acuerdos predomina esa cordura. Pero un partido no puede estar, siempre, perdiendo. Es lo que hace, a menudo, a la dirigencia de algunas organizaciones políticas perder la paciencia y caer en actitudes poco amistosas. Y eso puede ocurrir en cualquier momento. Porque los partidos no pueden renunciar a desempeñar su rol de tales. Por otra parte, los independientes, que pudieron hegemonizar la conducción de la CC en algún momento, y dar lecciones de solidaridad y cooperación, no podrán hacerlo en un largo tiempo: sus desaciertos han sido tales que los ha relegado a un rol secundario y a actuar la zaga de los acontecimientos o de otros intereses.
Las amenazas a la conducción de la CC parecen haber sido conjuradas y una información periodística señala que, por lo menos, se ha acordado que la actual directiva durará hasta enero de 2022, lo cual es, desde ya, un logro.
Entretanto, la CC deberá seguir tal cual. Con sus aciertos, que son muchos, y desaciertos que, felizmente, son escasos. Pero es la mayor conquista obtenida hasta ahora. Conquista que debemos a los jóvenes que saltaron los torniquetes del metro, a los que se encuentran confinados en las cárceles del país como ‘presos del estallido’ condenados sin proceso por una Fiscalía corrupta y a quienes murieron por entregarnos una sociedad mejor o perdieron sus ojos por lo mismo en las maravillosas jornadas de protesta. No, no vale la pena arriesgar lo que tenemos en las manos. No vale la pena.
Santiago, septiembre de 2021
[1]Acuña Asenjo, Manuel: “Más sobre la Convención Constitucional”, de junio de 2021, publicado en varios medios de INTERNET.
[2]Redacción: “Boric apela a la historia para defender acuerdo constitucional: ‘Solo el tiempo podrá juzgar si fueron correctas y si hemos estado a la altura’”, ‘El Mostrador’, 16 de noviembre de 2021.
[3] Redacción: “Congreso acuerda inédito proceso constituyente y PC acusa “trampa” del oficialismo”, Radio Universidad de Chile RUCH, 15 de noviembre de 2021.
[4] Redacción: “Tras histórica ausencia de acuerdo por nueva constitución, presidente del PC explica posición del partido”, ‘La Tercera’, 15 de noviembre de 2019.
[5] Alarcón G., Maximiliano: “Guía práctica actualizada: Los distintos bloques políticos de la Convención Constitucional a casi tres meses de su instalación”, ‘Interferencia’, 20 de septiembre de 2021.
[6] Acuña, Silvia: “El discurso colonial y patriarcal del convencional Marcos Barraza contra la Presidenta de la Convención Constitucional”, ‘PiensaChile’, 16 de septiembre de 2021.
[7] Acuña Asenjo, Manuel: “La Convención comienza su marcha”, julio de 2021, publicado en carios sitios de INTERNET.
[8]Von Baer, Axel: “Marcos Barraza, el operador clave del partico Comunista en la Constituyente”, Ex-Ante, 01 de julio de 2021.
[9] Cárdenas, Juan Pablo: “El zarandeado esfuerzo constituyente”, ‘El Clarín’, 19 de septiembre de 2021.
[10] Quezada, Juan Andrés: “Tensa convivencia: La disputa entre el FA y el PC por la hegemonía de la izquierda que incomoda a Gabriel Boric”, ‘La Tercera’, 19 de septiembre de 2021.
[11]Quezada, Juan Andrés: Id. (10).
[12] Contreras Ortega, Manuel Fernando: “¿Qué hay de nuevo viejo?”, ‘El Mostrador’, 18 septiembre de 2021.
[13]Alarcón G., Maximiliano: Art. citado en (5).
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