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miércoles, 2 de octubre de 2024

Yayita y cómo todo partió con una pelea de schnauzers

 

Yayita y cómo todo partió con una pelea de schnauzersOPINIÓN


Tomás Jocelyn-Holt
Por : Tomás Jocelyn-HoltCandidato presidencial liberal independiente
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Condorito siempre tuvo una sola Yayita, pero terminaba exigiendo una explicación. El cinismo de este House of Cards descansa en la pretensión de un acomodo que sacrifica toda integridad y lo vende como una solución a las frustraciones del país.


28 de junio 2018, dos schnauzers pelean en Las Condes. “Mika” muerde a “Olivia”. La dueña de “Olivia” llama a la policía. Denuncias van y vienen. En una semana, la mamá de “Olivia” es ratificada por el Senado para la Suprema. Un año después, ¡un ministro de fuero falla a favor de “Olivia”!, y yo: ¿por qué mi guacamayo no tuvo ese amparo cuando un rottweiler lo mordió en 2008? Tendría 25 años. Cuando se me pasa, pregunto: ¿qué hace un ministro de fuero en una pelea de perros? 

Pero el paso por la Suprema de Ángela Vivanco estuvo lejos de quedar ahí. Desde su postulación al lobby constituyente, los 22 Lexus, el caso isapres, la vocería. Acumuló mala sangre entre sus pares. Intrigó contra otros supremos. Reclama a la Contraloría y a la Corte de Apelaciones. Filtra que no están los votos para destituirla. La Fiscalía manda los chats a la Suprema y esta amplía los capítulos de remoción. Los relatores de la Suprema se tiran contra ella.

Hizo de la Constitución una fábrica de excusas. La UC la homenajea para pasar a suspenderle sus clases. Le niega acceso a sus oficinas. Una decisión en la que participa uno de sus exmaridos. Todos se desentienden de ella. 

Si Vivanco no salía con la suya, se victimizaba. ¡Tres nulidades eclesiásticas! ¿Qué puede importar? Si no eres católico, no necesitas ninguna. Si lo eres, ¿para qué necesitas 3? Como ese cinismo de Pepa Hoffmann rociándose con agua bendita de Lourdes, después que ninguneó a los contrincantes de los que ella metió a la plancha de la derecha. Recursos al servicio de pechas para otra cosa.

Vivanco nunca debió integrar la Suprema. Fue candidata a diputada. Del Fra Fra saltó a RN. Su casa y la oficina de Hermosilla (y de Chadwick) fueron la sede de campaña de Carlos Palma a la Fiscalía. Todos socializaron ahí. Cumpleaños, vituperios. Luis Cordero niega y después reconoce haber ido. También el abogado de una empresa bielorrusa que litigó con Codelco y socio de dos exdiputados (uno desaforado por el caso Coimas), de los que Palma tuvo por claves para que la Suprema lo metiera a la quina. Buscaron impedir abrir los chats de Hermosilla. Palma termina suspendido. Vivanco entre Máximo Pacheco por Codelco y su yerno por la contraparte. 

Mientras, grupos intentan contener las esquirlas, usando una psicología invertida. Supusieron que, mientras más chats se destaparan, el tema quedaría ahí. Pero los incentivos son al revés. No paran las derivadas. Las expectativas de que un grupo será reemplazado por otro, lejos de inhibir, cobra más cuentas.

Juan Pablo Hermosilla anuncia chats con ministros. Gonzalo Müller anticipa otros con senadores. El secretario del Senado, Raúl Guzmán, aparece en ellos como gestor de Valencia en el Senado, justo cuando los senadores piden su cabeza por perder un juicio laboral. ¿Qué pito tiene un secretario para disponer así del Senado (más allá de ser exfiscal, masón y haber copado la paciencia por violar la cuarentena en la epidemia)? ¿Qué hace un contador, Víctor Gonzalo Migueles, disponiendo de la Fiscalía?

Milton Juica ofrece sacrificar a Vivanco y Matus, por una reforma judicial. Iván Aróstica exige congelar las vacantes de la Suprema. Renato Garín insinúa tragarse a Muñoz, Vivanco, Matus y el resto porque Boric puede desequilibrar la Suprema. Marisol Peña dice que el sistema de nombramientos no da para más. ¿Dónde están los Longueiras e Insulzas de esta cocina (para una reforma que fue rechazada tres veces)?

El Colegio de Abogados brilla por haber suspendido su sumario contra Hermosilla, ayudar a su defensa exigiendo excluir los audios de la prueba, y pedir más facultades para una ética profesional que nunca hace valer. El consejero sumariante de la CMF (Beltrán de Ramón) cierra el sumario, sacrifica una periodista y libera a un exfiscal (Montes), antes de que saltaran las llamadas de Chadwick y Leonarda Villalobos a dos consejeros (Piedrabuena e Iglesias). Te dicen que el caso quedaría en nada o que un grupo será reemplazado por otro.

Sergio Muñoz va y vuelve de sus vacaciones, solo para fichar a Jorge Correa Sutil. Este ha defendido a Javiera Blanco, Emilio Santelices, Felipe Guevara y a Manuel Antonio Valderrama. También casi a Piñera. ¿De dónde saca la Suprema estos abogados que pasan gestionando por ella? ¿No generan ninguna inhabilidad? Es una trenza.

El mismo Luis Cordero había declarado a la Tercera Sala sus “héroes y heroínas” y sacó un libro sobre sus fallos y la pretensión de volverla el tribunal contencioso administrativo que no tenemos. Cordero usó a Vivanco para parar las demás acusaciones. Pero no las detuvo. Abogados predecibles, que suman, más para aprobar la acusación, que rechazarla. Las acusaciones constitucionales son políticas y los votos están o no. No dependen de un informe en derecho o siquiera del libelo acusatorio.  

Con Muñoz, examinarán favores a su hija. En especial el poder que acumuló y que cuestiona la legitimidad de una Suprema que reemplaza al Congreso y legisla (“interpretar el derecho es un arte, no es una ciencia”, ha dicho). Matus y Vivanco lo serán por exponer la integridad de la Corte. También el tráfico de influencias y sus inversiones, que llaman la atención en jueces. Son como esos agricultores liberales del s. XIX que vivían de sus haciendas, mientras botaban ministerios. Este Poder Judicial hasta tiene a conservadores arrendando propiedades a notarios, con cargo a una tajada del oficio ajeno. Una industria judicial corrupta.

Pero este caso tiene derivadas políticas. No hay Hermosilla sin Chadwick. Tampoco Chadwick sin la Universidad San Sebastián. Era increíble que el caso impactara a la PDI, SII, CMF, Tribunal Aduanero, la Suprema, fiscales (Palma, Guerra), exministros (Sichel, Desbordes, Ward), mientras Andrés Chadwick hiciera oídos sordos. Ambos operaron y administraron influencias.

No fue solo Sauer o un comisario personalizado para Jalaff (“En Patio todos acuartelados, ¿qué onda nuestro amigo (Piñera)? Debe poner mano dura de verdad. Trump way. No se ven los milicos”). Chadwick dijo que no hablaría. Pero lo hizo cinco veces (por el informe en Derecho de la acusación; el boleteo con Hermosilla; la llamada a Augusto Iglesias de la CMF; las querellas contra los acusadores y renuncia a la USS). 

Cuesta tragarse a Evelyn Matthei apañando a Chadwick por ser engañado por Hermosilla, para que sus macacos se tiren contra Marcela Cubillos para sacudirse de cómo la USS fue la pista de aterrizaje de todo ese piñerismo (Ximena Ossandón: “Cualquiera que quedaba dando vueltas terminaba en la USS”) y cuestionando transferencias que no se sostienen. Desde exministros a sus cónyuges (incluso la de Ángel Valencia). O abrir controversia de otras universidades que también recibieron a otros que no tuvieron dónde más caer, mientras intentan salvar a Sergio Muñoz y a Ricardo Yáñez.

La clase política pierde dos plebiscitos y exige una reforma política. La Corte Suprema fabrica un lío y exige una reforma que le dé aún más arbitrio. Una Suprema vengativa, que pretende un gatopardismo y que nadie se atreve a criticarla. Una derecha que se quiere desentender de su propio escándalo y se lo cobra a sus candidatos. Se dividen e igual te piden el voto. Te venden que harán una “contrarrevolución” y que sus fracasos no dicen nada.

Condorito siempre tuvo una sola Yayita, pero terminaba exigiendo una explicación. El cinismo de este House of Cards descansa en la pretensión de un acomodo que sacrifica toda integridad y lo vende como una solución a las frustraciones del país, mientras una élite se desentiende de los protagonistas que lo corrompieron, te dicen “es lo que hay” y no conciben otra forma de gestionar nuestra democracia. Nadie te lo aceptará.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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