Los
elogios de ditirambo a los resultados y participación en las primarias
deben llamar a reflexión. Esto no es fácil ante lo que fue una campaña
mediático-política estatal de gran envergadura para ensalzarlas. Con
mucho dinero empresarial y franja electoral votada por sus mismos
beneficiarios con el fin de enquistarlas en las consciencias ciudadanas
para que fueran percibidas como un auténtico ejercicio democrático.
¿Cómo
iban a perder la oportunidad para representarse ellos mismos en la
escena política si son actores consumados por obra y arte del
dispositivo mediático y sus reglas? El simulacro o la construcción de
esta hiper-realidad política fue hecha hasta con el concurso de cómicos imitadores de la política ordinaria y artistas faranduleros.
Según el filósofo francés Jean Baudrillard, el simulacro
no oculta algo verdadero que estaría detrás, sino que es una "verdad"
en sí mismo. "El simulacro no es imitación ni parodia, sino una
substitución de lo real por sus signos, es decir, una operación de
disuasión de todo proceso real por su doble operatorio". Con el
simulacro se trata de manipular los procesos reales; "cortocircuitar sus
peripecias" (Jean Baudrillard. Simulacres et Simulation - Galilée 1981).
Por
supuesto, las primarias fue cosa de operadores y políticos del
binominal, expertos académicos y columnistas que se turnaron antes en
foros con comunicadores especialistas en marketing político y
periodistas, o después, a la salida de las urnas para hacer su elogio y
sacralización. Por supuesto que los medios televisivos estaban en su
salsa: con imágenes, paneles, cifras, especulaciones y hasta la divina
comedia orquestada por el multimillonario Presidente para rodearlas de
un aura magno y de algún suspenso. Una gran maniobra en la cual son
especialistas los que viven y lucran con los poderosos mass media: el arte de reducir cabezas. Era su modelo de falsa democracia el que defendían; su engendro compartido.
Sin
crítica ciudadana artera no se va a ninguna parte. A las masivas
movilizaciones estudiantiles o procesos ciudadanos socialmente reales,
con cada vez más participación de familias y trabajadores en la calle,
se les contrapuso como un acto virtuoso ir a votar en primarias
binominales por quienes repitieron lo mismo que el juego político
digita. Se hizo aparecer con fórceps mediático la agenda política
binominal programada con el fin de suplantarla a la agenda social de los
movimientos sociales democráticos y antineoliberales.
Todo
lo posible fue realizado esta vez para ocultar el carácter
antidemócratico del modelo electoral. Su objetivo prioritario era
legitimar la democracia de los acuerdos y su régimen político en crisis
de representación. Para esto había que intentar demonizar al generoso
movimiento estudiantil, paradigma embrionario de la nueva sociedad. En
eso el Gobierno de la ultraderecha y de los empresarios son expertos. El
ministro del Interior fue claro: "el fin justifica los medios" (de
Maquiavelo es lo único que conocen). La democracia oligárquica se
defiende con la violencia estatal. Los desalojos a las ocupaciones
estudiantiles y la brutalidad policial. Las FFAA por obra y gracia de la
Constitución pinochetista son garantes del orden democrático después de
sus 40 años del golpe cruento y con un Director del SERVEL, un ex
general, acusado de violaciones a los Derechos Humanos. En servicio
gracias al concertacionismo pasado. En el país de las contradicciones la
paradoja puede ser Ley. Y la Ley el envoltorio de la fuerza bruta.
Entre los candidatos hubo de tutti quanti.
Desde un neofacista como Longueira, con el consabido discurso del orden
del capital de más competencia, xenófobo y retrógrado, pasando por las
medias promesas bacheletistas envueltas de una hábil retórica que
diluirá lo "progresista" con el paso de los meses, junto con el
neoliberalismo edulcorado y "libertario" de su mentor y ex de Hacienda;
hasta un radical que se subió apresurado al carro de la exigencia de
proceso constituyente, sin denunciar consecuentemente la misma maniobra
en la que participaba. Orrego, imagen viviente de una DC decadente,
quiso predicar sus valores en el desierto del consumismo y de los otros
posibles de la rebelión social emergente.
Una
imagen en la retina ciudadana permanecerá como testimonio del coraje y
la voluntad democrática real de nuestros jóvenes: aquellos estudiantes
de la ACES y la CONES que con sus pancartas y declaraciones captadas
rápidamente denunciaban el circo binominal
y la violencia estructural de un Estado que en vez de pacificar la
existencia utiliza el lenguaje de la violencia para acallar a los que
luchan por derechos sociales y universales. Las primarias tuvieron como
telón de fondo el choque de dos lógicas; la de la democracia formal
elitista y la de la demanda social insatisfecha que como en Brasil
acumula bronca. Con un sistema que opera con violencia ante el hecho
estudiantil de que el lucro ya no es posible.
Más
de diez millones de electores de un universo de 13, por diversas
razones, no cayeron en la trampa y no votaron. Temblaban los políticos
del establishment ante una cifra menor de votantes.
Estas
primarias fueron las muletas de un sistema que cojea. ¿No votaron las
comunas de los más ricos más que las comunas proletarias? ¿No lo
publicitó El Mercurio con refuerzo de páginas? Aún así no fueron masa
votante. ¿El que los ricos elijan democráticamente un candidato de
pasado pinochetista no demuestra claramente que la democracia binominal
es de ellos y que dentro de la Concertación 2.0 hay una postura
importante que comparte los valores del mercado y su violencia
estructural? Foco y factor de tensiones venideras dentro del
conglomerado bacheletista.
La
CONFECH universitaria en su reunión de fin de semana mantuvo su viraje
hacia una política de acumulación social de fuerzas: reforzar y
profundizar su alianza y vínculos con los trabajadores y trabajadoras.
Una alianza que articula fuerzas ciudadanas transformadoras y no sólo
ciudadanos que sirven de aceite para el engranaje de la mecánica del
sistema.
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