@REnriqueTorres
La golpiza recibida por los familiares directos de Matías Catrileo, el pasado
lunes en Temuco, se instala como una incómoda guinda en la torta de la
candidatura de Michelle Bachelet.La golpiza recibida por los familiares directos de Matías Catrileo, el pasado lunes en Temuco, se instala como una incómoda guinda en la torta de la candidatura de Michelle Bachelet, que hasta hoy ha operado como una verdadera máquina. En ella no cabe espontaneidad, ni vacilaciones, ni menos ponerse en el lugar de quienes la apelan directamente. Para eso cuenta con esbirros matonescos, como los gurkas dictatoriales, que cuidan que la máquina no caiga, ni menos lleguen los reclamos de una madre mapuche violentada, a los oídos de la favorita candidata.
Detrás del gesto de la seguridad que protege a la abanderada socialista, se puede hallar el resumen de una actitud que no es nueva y que se expresa en la violencia con que el poder político ha castigado a quienes se levantan para defender las demandas indígenas. Ya no se le puede echar la culpa al gobierno militar, o al latifundista de derecha. Quienes pregonan un Chile para todos y que alguna vez fomentaron rebeldías populares, hoy muestran su peor cara para dejar a una mujer que hace una legítima denuncia, privada de sus piezas dentales y humillada, fruto de los golpes de un hombre militante de los partidos de la Nueva Mayoría que además hace gala de un decadente sexismo.
¿Y qué ha dicho la popular doctora? Hasta ahora hay silencio. El mismo que acompaña a la ex mandataria cuando no explica de qué manera recogería los cambios a la Constitución. No esperemos que pida perdón. Ya lo dejó claro en junio, al señalar que “ hay momentos y momentos para pronunciar esa palabra”. Aunque exprese arrepentimiento por haber aplicado una ley dictatorial a los resistentes mapuches, todos sabemos que arrepentirse es totalmente inútil si no se dice esa mágica palabra del perdón.
Entonces cuesta creer las buenas intenciones de quién espera ganar en primera vuelta este domingo. Más aún cuando ella se rodea de personajes que reflejan maquiavelismo puro,como el señor Escalona, o hipocresía como el ex ministro Andrade. Mención aparte es la sinverguenzura que representa el senador Girardi, cuya reelección sería una triste demostración que los chilenos no exigimos probidad en los cargos públicos. Todo este séquito, sumado a las violentas acciones de quienes la escoltan, le va quitando realidad a las buenas intenciones y las promesas de la líder que aún no se hace cargo a cabalidad, del alcance de sus errores como presidenta.
Los mismos errores que muchos mapuches no podemos olvidar a la hora de emitir un sufragio, pero que la mala memoria de otros tantos, permite el paso de la máquina de Michelle, que esta semana pudimos aprender que también lleva golpes, censura y una pequeña muestra de lo que todos conocemos como represión a quienes osen cuestionarla.
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