Los ricos nunca delinquen, y si alguno de ellos roba dineros fiscales es sólo atribuible a un error involuntario y de corte administrativo, pero jamás llega a ser un delito, (el imputado se está robando a sí mismo).
El cohecho nunca ha sido un delito para la oligarquía, (según un profesor de la Escuela de Derecho, Víctor Delpiano, era apenas un correctivo del funesto sufragio universal), y el comprar campesinos y “rotos” permitía mantener la superioridad moral de la oligarquía.
El cohecho en el Chile de ayer y hoy, ha tenido una bajísima sanción en el Código Penal, sobre todo, si agregamos el atenuante de “buena conducta anterior”, y ninguna persona que resulte culpable irá a la cárcel. Sabemos que el presidio es para los pobres y las clases de ética para los ricos que delinquen; antes existía Capuchinos, una cárcel pagada, en la cual muchos sinvergüenzas aprovechaban la estadía junto a potentados para hacer “buenos negocios”, dada la cercanía y la oportunidad de intercambiar ideas sin la obligación de hacer antesala en las respectivas empresas, (más de uno siempre agradece los días o meses que pasaron en Capuchinos, incluso, un millonario ordenó construir una piscina y otras obras de infraestructura para solaz de los reos, ya casi todos camaradas).
Capuchinos, posteriormente, también albergó a políticos, periodistas y a algunos otros connotados hombres de actividad nacional, entre ellos, don Clodomiro Almeyda, que se veía obligado a atender a cuanto majadero, latero y oportunista que quisiera hablar con él. En general, en Capuchinos se establecían muy buenas relaciones, pero así y todo no dejaba de ser cárcel.
En el escándalo actual del MOP en la Araucanía aparecen como implicados los ministros de Economía, de Obras Públicas y el inefable ex diputado Hasbún. La ley reza que todo ciudadano tiene derecho a la presunción de inocencia, pero sólo se aplica a los derechistas y a los ricos, pues hay que ser muy cándido para creer que, incluso en la democracia chilena, existe la igualdad ante la ley y la justicia, (el gran poeta Vicente Huidobro, la justicia se inclina hacia el lado del queso).
En el proceso de indagación, que está llevando a cabo el fiscal de la Araucanía, y motivado por la denuncia de uno de los perdedores de las licitaciones en Obras Públicas, ha dado a conocer presunciones de delitos que perjudican al actual ministro de Economía, al ex diputado Hasbún, y a otros prohombres, basado, principalmente, en una grabación en la cual denuncia a Hasbún directamente.
El escándalo y el presunto delito puede terminar en sobreseimiento, o con penas muy bajas, ninguna de cárcel efectiva, pues vendrán otras noticias que opacarán las acusaciones que, precisamente, perjudican a la UDI. (Ya tenemos el ejemplo claro del senador Iván Moreira que, previo pago de unos millones de pesos, está convirtiéndose en un Catón vulgar, que quiere prohibir la venta del ketchup por su color, que semeja al comunismo; lo mismo ocurre con las carátulas de los coloridos cuadernos de los escolares, porque incitan a la violencia).
Para quienes luchamos por la recuperación de la democracia es muy triste constatar que la mayoría de las instituciones del Estado hoy sean rechazadas por la ciudadanía, salvo el Cuerpo de Bomberos, pero con pena hay que reconocer que la transición a la democracia, al profundizar, principalmente el legado neoliberal de Augusto Pinochet, no ha hecho otra cosa que destruir las buenas intenciones de quienes creímos que la “alegría había llegado”.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
20/02/2020
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