Esta frase, señalada por Nicole Kramm, fotógrafa y documentalista que perdió la visión de uno de sus ojos por una bomba lacrimógena de Carabineros, revela con exactitud la dimensión con la que el poder -la élite gobernante, militar y empresarial-, ha enfrentado el estallido social en Chile. Esta es, la lógica del enemigo interno.
Se trata de una “política de Estado” que comenzó a principios de la década del ‘60, cuando tras el triunfo de la Revolución Cubana, Estados Unidos decide ampliar su influencia hacia las Fuerzas Armadas de nuestros países, inaugurando la tristemente célebre “Escuela de las Américas”. Ahí, cada año, cientos de oficiales latinoamericanos iban a “capacitarse” en esta “lógica del enemigo interno”. En este punto, solo un dato: Manuel Contreras, creador de la DINA, fue uno de los mejores alumnos de la “escuela”, graduado incluso “con honores”.
Así, durante seis décadas, “nuestros” militares han ido puntualmente a EEUU, año a año, a aprender a “identificar y combatir” a su enemigo interno, que hay que decirlo, somos nosotros, los que protestamos. En este punto, es importante entender que esta política de Estado ha contado con la venia de todos los Presidentes: los socialistas, los DC, y obviamente, Piñera y la Dictadura. De hecho, Chile, junto con Colombia, son los países que más militares han enviado a esa verdadera escuela del horror.
El dato sirve entonces para entender la feroz respuesta del Estado ante el despertar social del 18 de octubre: miles de heridos, más de 400 personas con lesiones oculares, otro tanto de heridos por bombas lacrimógenas, y más de 2 mil afectados por disparos. Todo, en solo 4 meses de protestas. Porque mutilar es un acto de guerra, y como lo dijo el mismo Presidente al inicio de todo, la élite que él representa está en guerra “contra un enemigo poderoso”, al cual ya han mutilado hasta establecer un triste récord mundial.
Por eso, resulta urgente que como ciudadanos tomemos conciencia de que podemos terminar con esa lógica a través de una nueva Constitución, que transforme radicalmente el rol de las Fuerzas Armadas en la sociedad. Para eso, debemos decir presente en este proceso constituyente que avanza, con errores y aciertos, pero que hasta ahora, es quizás la única posibilidad concreta que tenemos de cambiar la lógica excluyente de la élite por una lógica igualitaria, que nos integre a todos y todas en un proyecto común y solidario de país, y sin “enemigos internos”.
Vía Revista Cavila
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