Entre el 25 de Septiembre y el 30 Noviembre del año 2021, apareció en EL CLARIN el primer capítulo de mi tercer y último libro, aún no publicado, sobre la muerte del presidente Allende, con el fin de despertar el interés del público lector, cuyo número exacto ascendió entonces a 24.035 personas. Mi nuevo libro lleva por título: CONTRA EL MAGNICIDIO. Una investigación sobre la verdadera causa de la muerte del Presidente Allende.
Cuatro lectores, de esos que viven dedicados a ‘refutar’ a todo aquel que se niegue a creer que Allende fue asesinado el 11 de septiembre, intentaron objetar, en unas cuantas líneas, mis planteamientos en favor del suicidio de Allende, a quienes, por comodidad expositiva, denominaré como; don Hugo No 1. don Gino V, don Hugo No.2 y don Héctor. Ocupado en las últimas revisiones del texto de mi nuevo libro, tuve que postergar la redacción de esta respuesta a los lectores de EL CLARíN arriba identificados, pero como «más vale tarde que nunca», he aquí mis refutaciones a los planteamientos de aquellos críticos.
Don Hugo No.1 afirmó lo siguiente: «El Señor Benítez tiene una obsesión patológica por querer demostrar su tesis del suicidio de Allende, esta es la tercera vez que se publica esta extensa nota. ¿Qué persigue el Sr. Benítez?
Respuesta a don Hugo No 1.
Don Hugo No 1. procede a ”diagnosticarme”, de inmediato, como si él fuera un médico psiquiatra, que yo padecería de una obsesión patológica por querer demostrar que Allende no fue asesinado, sino que se habría suicidado. Es decir, el crítico echa mano aquí de uno de los recursos descalificatorios más viejos que existen y que consiste en un ataque personal, pero sin siquiera intentar una verdadera refutación de mis ideas, o planteamientos, valiéndose de lo que no es otra cosa sino aquello que en Lógica se denomina un “Argumento ad hominem”, que literalmente significa: «argumento en contra del hombre». Pero no contento con utilizar aquel viejo truco, a continuación, don Hugo No.1 me adjudica unos oscuros propósitos que no especifica, lo que no es más que otra manera de atacarme a mí en vez de refutar mis planteamientos, mediante una interpretación falsa de mis ideas y opiniones, es decir, utilizando un segundo argumento ad hominem.
Es necesario informar a los lectores, que lo que don Hugo No.1 denomina como una «extensa nota» no es tal, ni ha sido publicada antes, porque se trata del primer capítulo de mi próximo libro, el tercero que he escrito acerca de la muerte del presidente Allende, por aparecer, de modo que es imposible que don Hugo haya podido leer, anticipadamente, dicho texto. En realidad, don Hugo No, 1 echa mano aquí de un nuevo argumento sofístico, que en este caso pretende descalificar mis planteamientos, simplemente afirmando que yo habría argumentado lo mismo en un escrito ya publicado tres veces antes, lo que no puede ser más falso, puesto que dicha «nota» no es tal. Pero como es manifiesto, el hecho de que un escrito haya sido publicado una, o cien veces, no determina nada acerca de la veracidad o falsedad de los argumentos que allí se presenten.
A continuación, don Hugo No.1 hace el primer intento de argumentar una posición válida, por medio de un pseudoargumento de Roberto Avila Toledo, el conocido abogado defensor de la “tesis” del asesinato de Allende, quien ha afirmado, sin ofrecer la menor prueba, que el objetivo perseguido por los golpistas al bombardear el Palacio de La Moneda la tarde del 11 de Septiembre, no podía haber sido otro que asesinar a sus ocupantes, es decir, al presidente Allende y a sus defensores.
Pero ocurre que los golpistas pudieron haber tenido «in mente» varios propósitos al bombardear La Moneda, desde forzar a Allende y a sus defensores a la rendición, al abandono del viejo edificio, hasta su asesinato. Pero tanto Roberto Avila como don Hugo No. 1 están equivocados, lo que resulta confirmado por el hecho, muy poco conocido, de que «ninguno de los rockets lanzados sobre La Moneda, por los aviones de la FACH insurrecta, hayan dado en la zona donde se guarecían el presidente, La Payita y una veintena de sus colaboradores», según lo registra la periodista Patricia Verdugo en la página 137 de su exitoso libro titulado: Interferencia Secreta. 11 de Septiembre de 1973.
Contrariamente a lo que afirman Roberto Avila y don Hugo 1, al bombardear La Moneda los golpistas no se habrían propuesto asesinar al presidente Allende, ni a sus partidarios y defensores, sino que, por el contrario, aquellos se habrían propuesto apresarlos vivos, y eso fue, precisamente, lo que Allende se propuso impedir con su valiente inmolación.
Respuesta a Don Gino V.
Dejando de lado las insolentes y gratuitas referencias de este señor a 3 periódicos derechistas, en los cuales, de acuerdo con don Gino, merecería ser publicado aquel primer capítulo de mi libro en proceso de redacción, lo que Don Gino hace aquí es echar mano de otra forma de argumento Ad hominem en contra de mi persona. En cuanto a su afirmación en el sentido de que el suicidio del presidente habría sido =inducido= por los propios golpistas, de manera que, a juicio de Don Gino, el suicidio de Allende habría sido un asesinato. Pero si hay algo que se sabe positivamente, es que el suicidio del presidente no fue inducido, sino que se trató de una decisión tomada por Allende muchos meses antes del Golpe, lo que fue confirmado por Renato Moreau, uno de los responsables del aparato militar del Partido Socialista, quien señalara, a mediados de 1972, algo que tampoco es del conocimiento común y dice lo siguiente:
«…Cuando se detectó el intento de Golpe de Estado por el general Alfredo Canales, la Comisión de Defensa [del Partido Socialista] se vio obligada a reexaminar la planificación, ante lo cual surgió el así denominado Plan Santiago. Fue una determinación clave, pues se constató que la posibilidad del Golpe de Estado era ya una realidad que se debía enfrentar junto con la decisión de Allende de permanecer en La Moneda. El presidente había rechazado la posibilidad de salir de la sede de gobierno para trasladarse a un Barretín VIP, desde donde pudiera él conducir con posibilidades de éxito, una defensa del gobierno. Allende desechó una y otra vez las sugerencias de abandonar lo que consideraba el bastión democrático por excelencia. No hubo más alternativa que pensar en la defensa del gobierno desde La Moneda, y se consideró que el contingente debía defenderla mínimo un par de días». Véase; Patricio Quiroga Z., Compañeros EL GAP, La Escolta de Allende, Santiago, Aguilar Chilena de Ediciones, 2001, pág. 82. Una confirmación adicional de aquella temprana decisión de Allende nos la da Julio Hernán Soto Céspedes, miembro de GAP y chofer del Presidente, quien 35 años después del Golpe, relató ante Prensa Latino- americana, que mucho antes del 11 de septiembre Allende había insistido en la necesidad de que, como presidente constitucional, debía permanecer en La Moneda, especialmente tras el intento golpista conocido como el ”Tanquetazo”. Véase la página 207 de mi libro del 2013, titulado; PENSANDO A ALLENDE, publicado por RIL Editores.
Es decir, no hubo suicidio inducido, sino que Allende decidió anticipadamente y por su propia voluntad que enfrentaría a sus enemigos en el Palacio de La Moneda, que allí combatiría hasta el fin, y en caso de que no le quedara otra opción ética, se inmolaría antes que ser tomado prisionero por los golpistas.
Tal como lo manifestara el propio presidente Allende en varias de sus alocuciones radiales de la mañana del Golpe de Estado, cuyo texto les recomiendo leer y memorizar a los referidos apologistas de su supuesto asesinato, que, por cierto, jamás ocurrió.
Hermes H. Benítez, desde. Edmonton, Alberta, Canadá, 4 de noviembre de 2022.
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