Por Mario López M. 
 
En la playa la Ballena, localidad de Los Molles, Comuna de Los Vilos, se dieron cita cientos de personas para remomorar y rendir homenaje a esta mujer, profesora de Estado, que fuera vilmente asesinada por la DINA.
 
Para borrar la fechoría y las huellas del brutal crimen, fue lanzada al mar. Desde allí la fuerza del agua la devolvió hasta ese lugar donde fue encontrada. Trataron de ocultar el hecho, pero no pudieron.
 
El 12 de septiembre de 1976, en la playa La Ballena, de la localidad de Los Molles, fue hallado por Marcel Dupré David, un vecino del sector, el cuerpo de una mujer horrorosamente mutilada y con evidentes señas de participación de terceros en su muerte. La noticia no pasaba de ser una de tantas que las páginas rojas suelen consignar. Sin embargo a partir de su descubrimiento, una parte de la historia comenzaría a reescribirse.

Se trataba del cuerpo sin vida de Marta Lidia Ugarte Román, una profesora y dirigente del Partido Comunista que estaba desaparecida desde el 6 de agosto de ese mismo año. Los restos solo estaban cubiertos por “un trozo de tela y uno de alambre amarrado a su cuello, el que estaba cercenado y con signos claros de haber recibido apremios físicos, además, presentaba signos de pinchaduras en sus brazos”, señala la sentencia. 

La puesta en escena

La verdad oficial no podía ser esa, los detenidos desaparecidos para el régimen no existían, solo eran presunciones, invenciones de los activistas de derechos humanos, de los contrarios a Pinochet, del marxismo internacional y los tontos útiles. Menos podía aparecer la DINA tras los hechos y menos aún Manuel Contreras, su jefe y mano derecha del dictador. Había que actuar rápido y para ello asumieron que ya se les había escapado el manejo del cuerpo, trasladado primero al hospital de la Ligua y luego al Servicio Médico Legal de Santiago, para las autopsias correspondientes.

El primer informe de fecha 14 de septiembre de 1976, “concluyó una muerte violenta en circunstancia de tipo homicida, donde la causa directa de muerte, fue politraumatismo y luxofractura de columna”. La segunda necropsia del 9 de septiembre de 1976, sería más detallada: “la causa de muerte fue por un traumatismo tóracoabdómino-pelviano, cuya ampliación de 22 febrero de 2010, determinó que el evento final, que la llevó a la muerte fue la asfixia por el estrangulamiento con alambre”.

Asumido que no se podría ocultar el hallazgo del cadáver, la experiencia les había demostrado que sí se podía deformar la verdad entregada al público a través de los medios de prensa que les eran adictos. Para ello se redactó desde la DINA una especie de comunicado para que fuera dado a conocer como noticia propia por “Periodistas que se prestaron para eso, pasando por alto todo Código de Ética”, avalando montajes groseros, puestas en escena indignas, que buscaban ocultar los horrorosos crímenes, como señaló la presidenta del colegio de la orden Javiera Olivares.

Cómplices activos

No aparecen en la sentencia judicial, sin embargo muchos de sus nombres son conocidos, sea porque fueron sancionados por el Colegio de Periodistas, porque firmaron las notas que daban cuenta de hechos falsos destinados a ocultar el verdadero crimen así como a sus autores materiales o porque sus roles los delataron al firmar resoluciones o comunicados que negaron el vil asesinato.

Funcionarios civiles de la dictadura firmaron declaraciones en las cuales negaban que Marta Ugarte se encontrara detenida. Sabían que ello no era cierto, es más, sabían o debían saber de su asesinato y posterior lanzamiento al océano, pues desde las altas esferas del gobierno se autorizó el uso de helicópteros del Ejército, de pilotos y técnicos que recibieron el cuerpo y luego lo arrojaron en altamar. También se autorizó el uso de Peldehue, un recinto militar no clandestino. “Las autoridades políticas de la época, perteneciente al Ministerio del Interior (…) negaron oficialmente la detención de Marta Ugarte Román y conocer su paradero”, indica la sentencia.

También civiles investidos de jueces supremos desde tribunales avalaron con su negativa a investigar el asesinato. Sus nombres tampoco se registran en la sentencia que condena a los 28 asesinos directos. Nada se dice tampoco de los periodistas que dieron cuenta del descubrimiento del cuerpo “de una bella joven” a la que se dieron el morbo de describir como “de unos 23 años” que había sido “asesinada en un crimen pasional”, a sabiendas o debiendo saber que ello era falso, pues incluso tuvieron la osadía de “posar” junto al cadáver. 

El montaje

Las torturas que eran evidentes en el cuerpo de Marta como su asesinato por parte de la DINA, fue ocultado por la prensa chilena, a través de un montaje periodístico. Parte de ellos fueron los periódicos El Mercurio, La Segunda y La Tercera, principalmente. Este último medio publicó el 12 de septiembre de 1976, en las páginas de la crónica roja, la noticia sobre el descubrimiento del cadáver de una mujer desconocida, que había sido encontrado por un pescador en la playa de La Ballena, en Los Molles. Según la información, “la mujer habría sido asesinada por varios delincuentes”, esa fue la única verdad que dijo.

La periodista de “El Mercurio”, Beatriz Undurraga, publicó una nota de su presunta autoría que tituló: “Crimen en la playa de los Molles. Asesinada hermosa joven de 23 años, presumiblemente estrangulada y abandonada en la playa”. Beatriz Undurraga vio el cadáver y aparentó una realidad falsa, mintiendo groseramente, buscando engañar al público. La noticia fue burdamente tergiversada, pues Marta tenía 43 años y su cuerpo, tan martirizado, no aparecía de ninguna manera joven ni bello. Imposibilitada de ocultar su deleznable acción, Undurraga intentó justificarse, señalando que “pensó que era más joven por la extrema delgadez de la occisa”. 

Otro periodista, Pablo Honorato, dio a conocer la noticia en el mismo sentido falso en “Las Últimas Noticias”. Ambos intentaron hacer creer que se trataba de la acción de algunos delincuentes o de una pareja despechada, tratando de ocultar la verdad evidente que tuvieron frente a sus ojos. La campaña de tergiversación noticiosa resultó definitivamente inútil, ya varias personas habían reconocido a Marta Ugarte en las fotografías del cadáver aparecidas en la prensa. También sus hermanas.

Repudiados por sus pares

Estos seudo profesionales de las comunicaciones terminaron impunes en esta sentencia criminal, pues no les juzgaron. No aconteció lo mismo en el tribunal de Ética del Colegio de Periodistas, que sí realizó un reproche moral. El ex vicepresidente del Colegio de Periodistas de Chile y profesor de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, Patricio Martínez, señaló a Cambio21 que a propósito de este caso y de otros, en materia de DD.HH., “el colegio de la orden fue uno de los pocos entes profesionales que pidió perdón por la actitud y actuación de algunos colegas que durante la dictadura colaboraron con el régimen de Pinochet”.

Señala Patricio Martínez que en éste caso específico se citó a los periodistas involucrados en el montaje, pues “siempre se escucha al colega acusado, aunque éste opte, como sucedió en algunos de estos casos, por no asistir a las audiencias”. Recuerda el dirigente gremial que “algunos nunca asistieron a las audiencias, sin embargo sí lo hizo Beatriz Undurraga, de El Mercurio, quien con posterioridad al proceso del Colegio y la sanción que se le aplicó, en una entrevista en un medio de televisión, declaró que lo que más le había dolido, era la sanción del Colegio de Periodistas”. 

La prensa de la época, tal como se relata en el documental El Diario de Agustín (2008), consignó el hecho como un crimen pasional. Los periódicos El Mercurio, La Tercera y La Segunda describieron a la víctima como una bella joven, muerta producto de un crimen pasional. La periodista que redactó la nota de prensa para El Mercurio, Beatriz Undurraga, fue entrevistada en dicho documental, afirmando que calificó de «joven» a la víctima porque así le había parecido al encontrar su cuerpo, que en realidad estaba muy delgado. No obstante, su nota de prensa, al igual que las de los demás periódicos, establecía específicamente que la edad de la víctima era de 23 años.

Patricio Martínez concluye que la “sanción se les aplicó (a los periodistas) entre otras cosas, por no haber cumplido con la premisa básica de los colegiados, cual es defender los Derechos Humanos”. Como señaló la presidenta del colegio de la orden, Javiera Olivares, “existieron colegas que no se han hecho cargo de su rol en la Dictadura”. Decenas fueron los montajes que estos profesionales avalaron con mentiras, donde ejecuciones fueron presentadas como enfrentamientos, entre ellos el de Rinconada de Maipú, donde una familia entera fue asesinada o el del periodista Augusto Carmona, editor en jefe del canal de la Universidad de Chile, asesinado el 7 de diciembre de 1977, caso que Pablo Honorato presentó como la “muerte de un subversivo en enfrentamiento”.

La verdad se impone

Marta Ugarte Román, fue secuestrada el 9 de agosto de 1976 por “agentes de la DINA, pertenecientes a la Brigada Purén (…), sin que existiera orden alguna, procedieron a su detención, en la consulta del Dr. Insunza, oficina que estaba siendo vigilada por los organismos de seguridad; luego fue trasladada al centro de detención clandestino conocido como Villa Grimaldi o Terranova, donde se le mantuvo privada de libertad, interrogada y sometida a apremios físicos, siendo reconocida e identificada, por otros detenidos, que en aquella época se encontraban en el mismo lugar”, consigna la sentencia.

“Aproximadamente el 9 de septiembre de 1976, Marta Ugarte Román fue trasladada junto a otros detenidos, desde el recinto Villa Grimaldi a la localidad de Peldehue, por agentes operativos de la DINA, lugar donde se le dio muerte, siendo cubierto su cuerpo con un saco y amarrada con alambre en su cuello, luego fue subida a un helicóptero Puma del Comando de Aviación del Ejército, cuya tripulación estaba constituida por un piloto, copiloto, un mecánico tripulante y un agente operativo de la DINA, aeronave que se elevó con destino a la costa, adentrándose en el mar, para enseguida desde la altura, lanzar su cuerpo en alta mar”, relata el fallo.

Las declaraciones de uno de los asesinos, Emilio Hernán Troncoso Vivallos, integrante de la agrupación “Purén”, a cargo del Oficial Germán Barriga, señala textualmente: “(…) Marta Ugarte Román, fue trasladada junto a 7 u 8 detenidos vivos, en una caravana desde Villa Grimaldi a un sector eriazo de Peldehue, donde fue inyectada a pretexto de ser vacunada, sustancia que no la mató inmediatamente, por lo que tuvieron que abrir el saco entre “todos” y ahorcarla con un alambre, amarrarla e introducirla a la fuerza a un saco que fue subido a un helicóptero, para posteriormente ser lanzado desde las alturas al alta mar (…) la inyección que le puso (Osvaldo) Pinchetti, no le hizo mucho efecto, porque cuando la estaban echando al saco seguía viva o semi inconsciente y como estaban apurados, entre todos abrieron el saco y la ahorcaron con un alambre”.

Los horrores que se intentó ocultar

El vil asesinato sirvió para dejar en evidencia los procedimientos perversos aplicados por la dictadura de Pinochet con otros más de 1.000 compatriotas que aún se encuentran en el fondo del océano, a la espera de verdad y justicia, la misma que Marta acaba de alcanzar en parte. También dejó en claro que los montajes usaron a empresas las periodísticas del duopolio, las que se prestaron para la mascarada, lo mismo que los “comunicadores sociales” que divulgaron notas falsas sobre la muerte. 

Nada dijeron acerca de que “la bella joven” presentaba “luxo fractura de columna, traumatismo tóraco abdominal con fracturas costales múltiples, ruptura y estallido del hígado y del bazo, luxación de ambos hombros y cadera, y una fractura doble en el antebrazo derecho”, todas heridas causadas a Marta Ugarte en vida. Tampoco señalaron que resultaban evidentes las marcas de su padecimiento, entre otros las heridas en sus brazos que dan cuenta que fue inyectada con cianuro. 

La verdad oficial

La sentencia consigna que “Las Ultimas Noticias”, de 14 de septiembre de 1976, señaló sobre el hecho: “hubo un crimen de estrangulamiento con un alambre a una joven desconocida de la zona, cuyo cuerpo fue encontrado desnudo en una playa solitaria, con señas de brutal violencia, con un alambre y un pañuelo, siendo Pablo Honorato el autor de la nota. (…) La teoría barajada, dice relación con la presencia de un peligroso maniático sexual. Con fecha 15 de septiembre de 1976, el mismo periódico establece que a Santiago envían sus huellas, que autores podrían ser drogadictos, que el cadáver fue arrojado en la playa “La Ballena”, que la muchacha presentaba signos de haber ingerido estimulantes con pinchazos en sus brazos, que podrían corresponder a agujas utilizadas por drogadictos para inyectarse, donde el ensañamiento quedó demostrado, con la herida corto punzante en el brazo derecho, asfixiándola con un pañuelo blanco y estrangulándola con un alambre el cual apretaron alrededor de su cuello”.

Las Últimas Noticias siguió deformando la verdad: “Titulares de publicación de 16 de septiembre de 1976 establecen que el informe de los médicos legistas, contempla que los asesinos simularon un estrangulamiento colocándole un pañuelo y un alambre alrededor del cuello, puesto que las causas de fallecimiento son consecuencia de contusiones internas múltiples y un traumatismo torácico provocado por golpes violentos. El mismo diario, con fecha 17 de septiembre de 1976, consigna que trasladan al Instituto Médico Legal de Santiago su cadáver para una segunda autopsia, que el estrangulamiento quedó descartado y que la joven no había sido violada, por el contrario, se trataba de una virgen”.

“El 18 de septiembre de 1976, el mismo periódico documenta que preparan el cadáver para una segunda necropsia, sin descartar una caída de altura provocada por terceros; es decir, que la mujer hubiera sido lanzada desde un edificio o desde un acantilado y que se hubiera falseado el sitio del suceso. El 19 de septiembre de 1976, el diario señala que la causa de fallecimiento sería el estrangulamiento y ahogo por inmersión en el agua, presumiendo que fue asesinada lejos del lugar y que junto al alambre habría sido atada una pesada piedra que al soltarse permitió que el cadáver saliera a flote”.

Por su parte el diario “La Segunda”, también perteneciente a la cadena El Mercurio, “publica que asesinaron a mujer por estrangulamiento, cuyo cadáver semidesnudo se encontró en la playa “La Ballena”. El 14 de septiembre de 1976 los titulares del mismo periódico indican que nadie reclama el cadáver y que la mujer tiene quebraduras en ambas muñecas y en las dos piernas, además de signos evidentes de golpes en la región de la pelvis, antecedentes que indican que después de ser estrangulada fue arrojada desde una altura determinada y, posteriormente arrastrada hasta el lugar donde finalmente se produjo su hallazgo. Con fecha 15 de septiembre de 1976, los encabezamientos enfatizan que a la joven la mataron a golpes, que no fue estrangulada, dado que su muerte se debió a traumatismos múltiples en distintas partes del cuerpo, puesto que el alambre que se encontró alrededor de su cuello fue colocado después que murió”.

Continúa el fallo: “Otra página del mismo boletín, indica que practican otra autopsia al cadáver y que lo que más ha llamado la atención de los detectives, es que el alambre amarrado al cuello es importado y, que el Informe realizado por el hospital de La Ligua, indica que el alambre fue utilizado para arrastrarla y no para estrangularla. El viernes 17 de septiembre de 1976 los titulares indican que existen nuevos detenidos y que fuentes policiales deseaban comprobar si el cadáver estuvo o no sumergido bajo el agua, dado que en caso afirmativo, el alambre amarraba en un principio un peso, el cual se desprendió arrojando las aguas el cuerpo a la arena”. 

De la otra cadena también se aportó en el montaje: La Tercera realizó “diversas publicaciones desde el 14 al 20 de septiembre de 1976. Sostiene que con alambre de púas estrangularon en la playa a una mujer, que la Policía especializada estima que se trataría de una venganza pasional, que tres serían los asesinos del brutal homicidio, que harán segunda autopsia en el Instituto Médico Legal, que el alambre es utilizado en embalajes provenientes del extranjero y que existe la posibilidad de que la mujer haya sido ultimada en un lugar muy distante de la costa siendo su cadáver trasladado hasta la playa “La Ballena”.