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sábado, 16 de marzo de 2019

OPINIÓN


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Aniversario 45° de la muerte del general Bachelet

por  16 marzo, 2019
Aniversario 45° de la muerte del general Bachelet

Mis palabras representan a los aviadores, compañeros de ideales y de destino del General Bachelet.
Como cada año, mientras declina el verano, nos juntamos en este lugar de recogimiento y reflexión en torno a la figura y recuerdo del General Alberto Bachelet Martínez, en el aniversario de su muerte en prisión. ¡Y aunque han pasado ya 45 años de su prematura partida, su presencia vuelve a emerger con una fuerza y vigencia imperecedera!
Si basta leer las noticias cotidianas, en particular las que afectan al mundo militar –nuestro mundo- para contrastar las actitudes y valores que nos marcaron, con las que hoy denigran y manchan Instituciones que debieran ser bastiones de sobriedad y rigor.
Como bien recordamos, el General Bachelet tuvo la oportunidad de participar del poder usurpado y sus granjerías, ¡le bastaba ser obsecuente con sus camaradas alzados para compartir sus oropeles! Sin embargo fueron mayores sus valores republicanos, su honor militar, su profunda honestidad. Y aunque ello le costara la libertad y al poco andar su vida, optó por los camino de su recta conciencia.
¿Qué nos diría el General ahora, frente al desolador espectáculo de generales desfilando por los tribunales, acusados ya no de “crímenes políticos” sino simple y llanamente de robos, estafas y malversaciones de caudales públicos? ¡Sin dudas arrojaría de las filas, con el látigo de su moral inclaudicable a los mercaderes de uniforme!
Su visión crítica no se limitaría hoy solo a los nubarrones de su mundo. Como en su tiempo, no dudaría en denunciar las injusticias sociales que a tantos abruman, la indolencia de los poderosos, las desigualdades escandalosas y la banalidad de quienes debieran –desde distintos ámbitos- encausar los caminos de la Patria.
Esta fraterna convocatoria que nos reúne en torno a su figura no es solo para homenajear a un hombre extraordinario, a un militar ejemplar, sino también para –a la sombra de su recuerdo- reivindicar las historias humanas entretejidas con la gesta del General Bachelet.
Destaca en este espacio la figura tan amorosa como sólida de Ángela Jeria. ¡A muchos nos resulta difícil si no imposible separar el genio y figura del General con la de Ángela! Más que su esposa, compañera de vida, Ángela es la inspiración, la fuerza, el soporte y la luz no solo en la carrera del General sino sobre todo en su lucha, en la persecución de sus ideales, en la construcción de su carácter. Generosa con los débiles, solidaria con los comprometidos, clara e intransigente con los poderosos. ¡A través de ella, de su sencillez y consecuencia, vive el General entre nosotros!
Alberto es la figura señera para sus camaradas aviadores, que compartieron con él ideales y vicisitudes. Admirado ya en los tiempos en que desempeñaba altos cargos en la Fuerza Aérea –Institución en la que, a pesar de sus detractores, ha dejado una huella imborrable- verlo inmerso y encabezando valientemente las posiciones constitucionalistas, nos llenó de aliento y orgullo.
Y de ser para nosotros –jóvenes oficiales y suboficiales- la figura inaccesible del Oficial Superior, en la cárcel nos encontramos con un hombre llano, sencillo, jovial y generoso. Más allá de su jerarquía militar, su liderazgo surgió espontáneo de su sapiencia y compromiso. Impulsó iniciativas movilizadoras, alentó a quienes desfallecían de dolor y desesperanza e impuso moderación cuando nuestra legítima ira ponía en riesgo al colectivo. Él mismo, herido y mancillado, nos alentó a no caer en resentimientos ni odios, sino sostenernos orgullosos en los principios e ideales que inflamaban e inflaman nuestro espíritu.
Si bien su partida fue una pérdida irreparable para quienes fuimos sus camaradas, su rico legado, su ejemplo y consecuencia nos acompañan hasta hoy. ¡Pero cómo quisiéramos tenerlo ahora entre nosotros para que su voz y estatura moral reivindicara a sus camaradas de entonces!
Estamos llegando al crepúsculo de nuestras vidas, cargando con la indiferencia de una sociedad a la que ofrendamos nuestras carreras, libertad, salud y sueños. ¡Obviamente no lo hicimos para obtener honores ni prebendas! pero creemos que labramos un modesto pero significativo espacio en la historia de nuestro país y en la de la Fuerza Aérea, que no está registrado ni es reconocido.
Poco a poco van mermando nuestras filas y agregándose nombres a la placa invisible que recuerda a nuestros camaradas que parten a la Eternidad. El año pasado despedimos al Comandante Ernesto Galaz; recientemente hemos visto partir a José Olivares y a Enrique Ibañez… ¡Valga esta ocasión para reivindicar sus nombres y su recuerdo, junto a los del General Bachelet!
Amigas y amigos, corren tiempos difíciles y enfrentamos desafíos inconmensurables. Requerimos modelos a los que asirnos. El ejemplo de nos lega el General Bachelet constituyen una invitación a no claudicar y una luz guiadora en nuestro peregrinar.
  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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