Olga Gutman Benario fue una joven alemana nacida en 1908 en Munich, casada en segundas o terceras nupcias con el legendario líder brasileño Luis Carlos Prestes en 1935 (“El Caballero de la Esperanza”, para Jorge Amado), detenida en 1936 por la policía carioca estando embarazada de casi seis meses, entregada por el régimen de Getúlio Vargas al gobierno nazi, encarcelada primero por la Gestapo en la prisión de mujeres de Barnimstrasse, donde nació su hija Anita (que, por ser considerada brasileña, pudo ser reclamada mediante una campaña internacional promovida por la abuela paterna Leocádia, respaldada por personalidades como Romain Rolland y André Malraux, y llevada después de difícil travesía a México), transferida al campo de concentración de Lichtenburg y luego al de Ravensbruck, hasta que en febrero de 1942, un poco antes de cumplir sus 34 años, la enviaron al campo de exterminio de Bernburg (que era, además, un centro experimental de eutanasia) donde fue asesinada en las cámaras de gas.
Hija
del abogado socialdemócrata Leo Benario y de Eugénie Gutmann, había
nacido en Baviera e ingresado a la Liga Juvenil Comunista de Alemania en
1923, en Munich, cuando tenía quince años. Más tarde vivió con Otto
Braun en Berlín, donde ambos se destacaron en las luchas callejeras
contra las milicias nazis, hasta que fueron detenidos. Liberada ella,
Braun siguió prisionero, acusado de “traición a la patria”. Olga
participó en la organización del asalto a la prisión de Moabit para
liberarlo y luego ambos lograron fugarse, pasando por Checoslovaquia, a
la Unión Soviética. Allí, Olga ingresó en la escuela leninista del
Komintern y trabajó como instructora del Communist Youth International,
en la propia Unión Soviética, en Francia y en Gran Bretaña, donde
participó en la coordinación de las actividades antifascistas. Se separó
de Otto Braun en 1931 y estuvo casada por breve tiempo con un oficial
ruso llamado B. P. Nikitin.
Su
vida, con ser ya atractiva desde la temprana juventud, comienza a
convertirse en verdaderamente apasionante cuando viene a nuestra América
latina, no se sabe si por designio propio o si (como se supone con
mucho fundamento) enviada por el Komintern en cumplimiento de
actividades políticas y para apoyar al Partido Comunista de Brasil en la
preparación de la revolución que estaban gestando las fuerzas de Luis
Carlos Prestes. Prestes, nacido en Porto Alegre en 1898, había sido un
joven estudiante de ingeniería, graduado en la Escuela Militar de
Realengo, y trabajó como teniente en el ámbito ferroviario hasta ser
destinado a los campos militares de Río Grande do Sul. En octubre de
1924, entonces capitán, comandó un grupo de rebeldes en la región
misionera de Santo Angelo, cortando las líneas del cerco gubernamental y
dirigiéndose al norte, hasta Foz de Iguaçu. En la región sudoeste del
estado de Paraná, el grupo se reunió y unificó con sublevados paulistas,
formando así el contingente llamado “Columna Prestes”, que recorrió
trece estados de Brasil con mil quinientos hombres, comandados por una
docena de oficiales del Ejército y la Fuerza Pública de San Pablo
sumados a la rebelión, en una marcha de veinticinco mil kilómetros que
duró dos años y cinco meses.
Este
fue considerado el episodio más importante de la década del ’20
cubierta por el “Tenentismo”, el nombre dado al movimiento
político-militar y a la serie de rebeliones de jóvenes oficiales, en la
mayoría tenientes del ejército brasileño descontentos con la situación
política de Brasil: aunque no defendían resueltamente una ideología en
particular, los movimientos políticos-militares demandaban reformas en
la estructura de poder del país, entre las cuales se destacaban el fin
del “voto cautivo”, la institución del voto secreto y la reforma de la
educación pública. Los mayores movimientos “tenentistas” fueron la
Revolución del Fuerte de Copacabana de 1922, la Revolución Paulista y la
Comuna de Manaos de 1924 y la mencionada Columna Prestes. La Columna se
inspiró en los ideales liberales de representación y justicia, mientras
luchaba por el voto secreto y la moralización de las costumbres
políticas, corrompidas por la oligarquía. Al fracasar la programada
sublevación masiva contra la República Velha, Prestes y sus seguidores
terminaron exiliándose en Bolivia, y de allí él se dirigiría a la
Argentina.
Después
de algún retorno clandestino a Brasil (se dice que a Porto Alegre), de
algún pasaje por Europa, de alguna visita a la Unión Soviética, volvió
Prestes a su país, ya acompañado por Olga, constituyendo (en los
papeles) una pareja portuguesa, aunque esta ficticia cobertura del
matrimonio se haría pronto realidad a poco de estar en Río de Janeiro,
en 1935. A consecuencia de una fallida insurrección, estuvieron cierto
tiempo ocultos, escaparon a un raid en Ipanema y fueron finalmente
arrestados en enero de 1936 durante la severa campaña anticomunista
desatada luego de la proclamación de la ley marcial por Vargas, con la
cual mantendría las riendas del Estado Novo.
Por
su parte, después de la muerte de Olga, Prestes estuvo nueve años
encarcelado, siguió viviendo y combatiendo a su modo en la izquierda
durante mucho tiempo, vivió más de noventa años, y dedicó setenta de su
vida a luchar por un futuro de justicia social y libertad. Con el fin
del Estado Novo y el derrocamiento de Vargas en 1945, fue amnistiado y
elegido senador. Después del golpe de Estado de 1964 que derrocó a João
Goulart, los derechos ciudadanos de Prestes fueron suspendidos por diez
años. En 1970 se exilió de nuevo en la Unión Soviética y sólo regresó a
Brasil a raíz de la amnistía de 1979. En la década de 1960 había tenido
conflictos con la fracción maoísta del PCB, que propugnaba una inmediata
lucha armada en oposición a las tesis de Prestes, a quien consideraban
fiel seguidor de la ortodoxia soviética. Otros militantes del PCB que
permanecieron en el país no acataron sus orientaciones, por
considerarlas anacrónicas, rígidas y poco adaptadas a la época,
prefiriendo las tesis del eurocomunismo que se propagaban en Europa
occidental y rechazando la línea prosoviética del líder. Por fuera de la
dirección y también en controversia con el Comité Central del PCB,
Prestes escribió una Carta a los Comunistas, en la que defendió una
política de mayor enfrentamiento con el régimen militar y una
reconstrucción del movimiento comunista en Brasil. En 1982, junto con
varios militantes destacados, se retiró finalmente del PCB. Militó en
diversas causas, como el “No Pago de la Deuda Externa Latinoamericana” y
pro elección de Leonel Brizola en 1989, falleciendo al año siguiente.
Al
tiempo del trágico e injusto asesinato de su compañera Olga Benario,
Prestes se había enamorado de otra mujer, “la pernambucana” María, con
la que tuvo ocho hijos y vivió más de cuarenta años, pero, cuentan,
guardó siempre el recuerdo de aquella joven alemana, judía y
revolucionaria, matada por los nazis, quien, antes de morir, dejó estas
palabras en una última carta despidiéndose de Luis Carlos y de su hija
Anita, con la certeza de que le quedaba poco tiempo de vida: “He luchado
por lo justo, por lo bueno y por lo mejor del mundo... Quiero que me
entiendan bien: prepararme para la muerte no significa que me rinda,
sino saber hacerle frente cuando llegue”.
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