¿Qué se cocinó en la reunión de Chile 21?
- Edison Ortiz
- Dr. y profesor universitario.
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- Como entre los actores políticos se ha puesto de moda la gastronomía, no
podía quedar ausente la “cocina” del mundo progresista que, seamos
sinceros, poco y nada ha influido en los acuerdos tributarios suscritos
entre el gobierno y la oposición. Más bien han sido espectadores y
comentaristas de lo que resuelven otros. Porque, haciendo las analogías
en términos gastronómicos, a lo más la reunión de Chile 21 fue para
que sus asistentes hicieran “maridaje”, es decir, “probaran” y
“evaluaran” lo que han cocinado otros. La Tercera fue el único
medio que recogió el encuentro, sostenido el pasado jueves 24 de julio
en dicha fundación, entre economistas escépticos de la reforma y los
parlamentarios Carlos Montes, Ricardo Lagos Weber y Pablo Lorenzini
(¿con su asistencia quisieron dar una señal de su descontento con La
Moneda?). No obstante el titular –“Ominami: hay fundadas dudas que se
alcancen las metas de recaudación”– la nota no dice mucho del ambiente
que rodeó la tertulia en la calle Las Abejas de la comuna de La Reina. Y
es posible que las abejas hayan picado fuerte a los asistentes, dado el
hermetismo de la misma. Ni siquiera la propia web del conocido think tank progresista informó mucho más.
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- Por cierto, la tertulia “no dio para cumbre” (no hubo miembros de
directorios ni representantes de bancos para sellar acuerdos), y si algo
se cocinó allí, fue tal vez el descontento con lo sucedido en la
reforma tributaria. Aun así, se pueden conjeturar algunas cosas, como
–por ejemplo– que Carlos Montes ratificara lo que ya había dicho una
semana antes en el Instituto Igualdad en la reunión de la comisión
económica del PS (CEPS), donde señaló que el proyecto sólo pudo
conocerlo un par de horas antes de la controvertida conferencia de
prensa. Suponemos, además, que debió haber profundizado en sus 16
reparos al protocolo que, también, había hecho públicos en la Sala del
Senado y que ya tuvo la respuesta contundente del senador Hernán
Larraín: “Si el ministro Arenas quiere introducirle cambios al
protocolo, entonces tiene que reunir el acuerdo y el consenso de todos
los firmantes. Me parece que la seriedad de los acuerdos está en que se
cumpla la palabra”. Menudo lío tiene, entonces, el ministro Arenas.
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- Hubiese sido interesante, por ejemplo, conocer la opinión de Ricardo
Ffrench Davis quien, salvo lo expresado el 2 de julio en la Comisión de
Hacienda del Senado, donde calificó la retención de impuestos del 10%
como “lío político” –“Hay que eliminar ese 10%. Es puro ruido, confunde y
no da ingresos tributarios. Se dice que es para que el contribuyente
que está en el 35% no tenga problemas de caja. Hoy, el que está en 35%
no tiene grandes problemas de caja y se está agregando un lío político y
confusión en la opinión pública y en la ilustrada”– ha guardado
silencio sobre el polémico acuerdo, tratándose en particular de uno de
los economistas más críticos del modelo y vinculado al partido que puso
en escena la discordia en la Nueva Mayoría: la DC.
No menos interesante habría sido conocer, asimismo, las palabras del
senador Ricardo Lagos Weber, respecto de su decisión expresada
personalmente en la comisión política del PPD de no votar favorablemente
el proyecto original, pues lo “habían convencido de que era malo”. Qué
decir también de Manuel Marfán, quien a los cuatro vientos había
señalado que el ministro Arenas no lo quiso recibir, así como también
había planteado sus reparos a la reforma, en el sentido de que
complicará el estímulo al ahorro y abrirá un forado mayor para la
evasión tributaria. ¿Se habrá dicho en esa reunión lo que todos
suponemos: que hubo acuerdo con la derecha porque en la Nueva Mayoría no
estaban los votos?
A quién no le gustaría saber de primera fuente la opinión de Pablo
Lorenzini, al que el gobierno convenció inicialmente para que la
coalición votara a rajatabla la propuesta en la Cámara, pues no tendría
con posterioridad modificaciones sustanciales, lo que dejó muy
satisfecho al Ejecutivo, y que luego se encontró con que la Presidenta
partió de viaje a Estados Unidos (tal cual como el 2005 cuando, a su
regreso, apareció Andrés Velasco como encargado económico de su
programa) con lo más granado del gran empresariado y se desencadenó el
acuerdo tributario con la derecha, dejando a un lado un proyecto que,
originalmente, era “intransable”. Porque, de paso –digámoslo–, a Pablo
Lorenzini, vistas las cosas como resultaron, el gobierno lo dejó en
posición al menos incómoda.
El hermetismo que ha rodeado la reunión es propio de este tipo de
encuentros, cuya condición para su realización es esa: que los
involucrados la mantengan en reserva. Lo que, por supuesto, resulta un
tanto anacrónico, luego de que Juan Andrés Fontaine contara hasta con
lujo de detalles “la cumbre de las galletas”, incluida su opinión
experta sobre el bajo manejo tributario del ministro de Hacienda. O que
nos enteráramos de cómo se “cocina” en el departamento de Andrés
Zaldívar. Habrá que esperar una versión 2.0 de Secretos de la Concertación, de Carlos Ominami, en una década más, para enterarnos de la temperatura ambiente que hubo esa tarde en Chile 21.
Por lo poco y obvio (“hay fundadas dudas de que se alcancen las metas
de recaudación”, lo han dicho ya todos) que se ha filtrado a la prensa,
se infiere que al igual que en Educación –la pugna Interior versus el
Mineduc–, y la reforma al binominal –la pelea por las triquiñuelas entre
el PDC y el PS–, el Ejecutivo está teniendo serias dificultades en la
conducción política de sus reformas, en un contexto en que se pone en
evidencia, además, la ausencia de toda señal de avance constitucional.
Y es que, al igual que la privada reunión del Instituto Igualdad, la
reunión de Chile 21 pudo dejar a varios de los asistentes aún más
perplejos y dubitativos. Porque, hilvanando los principales hechos
políticos de la semana pasada, se puede llegar a la conclusión, no muy
optimista, de que lentamente el gobierno camina hacia un atolladero,
pues no sabe manejar a su coalición, si es que a estas alturas esta
todavía existe para lo que fue fundada: llevar adelante reformas
sustanciales comprometidas ante los ciudadanos.
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