Decálogo de “la hora de los atorados”
por Alejandra Vásquez 17 enero, 2021
En los 90´s había un programa en la radio Rock & Pop que se llamaba “la hora de los atorados”. Consistía en que una persona cualquiera que estaba atorada con una molestia, la declaraba frente a cámara (no más de 15 segundos) y se desahogaba, luego lo transmitían en la radio. Era muy entretenido, a diario escuchábamos como les mandaban quejas y mensajes a sus jefes, parejas, choferes de micros u otros/a.
El 12 de enero empezó la hora de los atorados de la ciudadanía militante y no militante en contra de los partidos políticos por la manera cómo enfrentan sus procesos internos, quiénes son sus “aliados” para construir las distintas listas de candidatos y candidatas para las elecciones de este año tan importante.
Es el momento de revisar propósitos y prácticas, remediar y, en algunos casos, hacerse a un costado para dejar que aparezcan nuevos liderazgos que construyan nuevas respuestas para los tiempos que corren.
Lamentablemente en este caso, la molestia no es algo que desaparece con un par de mensajes en cámara, aunque estén llenos de garabatos de diverso calibre. El abuso de poder demostrado por las diversas cúpulas partidarias indigna. Aquí el decálogo de la indignación con los partidos políticos:
Uno, indigna que hayan renunciado a la esencia del hacer política que es buscar acuerdos por un bien común. Los egos y cálculos internos que primaron, hoy hacen que todos se lamenten por el resultado de inscribir siete listas distintas.
Dos, indigna que traten la elección de la Convención Constitucional como si fuera una elección más para administrar los grupos internos y no como el proceso re-fundacional que será escribir una nuevo texto constitucional que marcará la vida de Chile en los próximos años.
Tres, indigna que estén preocupados por equilibrios internos y no de buscar nuevas respuestas a los desafíos que nos enfrenta la pandemia y la nueva era digital.
Cuatro, indigna la desconexión con las necesidades de la gente y que hagan escasos esfuerzos por recobrar la confianza de la ciudadanía.
Cinco, indigna que estén peleando todo el día discutiendo quién tiene la razón en vez de buscar acuerdos para mejorar las cosas.
Seis, indigna que los partidos se declaran cansados de los abusos, sin embargo, ¿qué más abusivo que proponerle a la ciudadanía una y otra vez a los mismos nombres de siempre y en algunos casos incorporando a sus familiares?
Siete, indigna que usen el cambio como bandera de lucha, pero le hacen el quite a las primarias y prima el principio del que tiene mantiene cuando se proponen nuevos nombres para renovar a las diversas autoridades.
Ocho, indigna que se declaren feministas y crean que solo se trata de cupos y a las mujeres las muevan de un lugar a otro como piezas de ajedrez o las hagan pelear entre ellas.
Nueve, indigna que para la tele sean accesibles, pero cuando se les requiere fuera de ella no responden.
Diez, indigna que hablen de transparencia y solo cumplan con los mínimos que establece la ley, transformando el piso en techo.
Es el momento de revisar propósitos y prácticas, remediar y, en algunos casos, hacerse a un costado para dejar que aparezcan nuevos liderazgos que construyan nuevas respuestas para los tiempos que corren.
- El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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