Estos días hemos visto la desesperación de la campaña del rechazo que no abandona su lógica del terror que atenta contra la democracia. Las ideologías conservadoras que están en contra del cambio histórico de nuestro orden político, bloqueando las reales posibilidades de mayor justicia social no sólo defienden el pinochetismo sino que también ideologías como el occidentalismo y otras más peligrosas como el facismo.
Las declaraciones del empresario Pedro Pool representan agresiones graves hacia aquellos que creemos en la libertad de expresión y en la riqueza de la diversidad humana. Este tipo de discursos son los que merecen una condena moral de los actores y figuras públicas que dicen ser defensores de la democracia.
Sin embargo, sabemos que los mercenarios de la ideología no son muy pulcros cuando se trata de respetar la verdad, hemos visto como “los pulcros” Amarillos por Chile han recurrido a la estrategia de los fake news (vea el diálogo entre Daniel Matamala y Mario Waissbluth). Es una deshonra caer en ese tipo de funciones imposturales, propias de aquellos que en la jerga popular son llamados “perkin”.
Volviendo al peligro que representan los enemigos de la democracia que hoy amenazan con muertes y encarcelamientos, con su discurso que atenta contra la patria y la libertad de los ciudadanos, podemos encontrar el sentido necesario que tiene la propuesta de la Nueva Constitución en que se proclama la formación de la Defensoría del Pueblo, que según lo que expresa el artículo 123 tiene como función “la promoción y la protección de los derechos humanos”.
Esta defensoría por ser autónoma supera en atribuciones lo que hoy conocemos como INDH que está limitado a sólo contribuir con la administración del Gobierno y además estaría descentralizada debido a que cada región contaría con este organismos. En el artículo 124 de la Nueva Constitución podemos leer cuáles son sus atribuciones de las que destaco en el contexto de este texto: “Interponer acciones constitucionales y legales ante los tribunales de justicia respecto de hechos que revistan carácter de crímenes de genocidio, de lesa humanidad, o de guerra, tortura, desaparición forzada de personas, trata de personas…”.
Este tipo de visión a favor que porta la Nueva Constitución es la que tiene desesperados a los “patrones” dueños de la violencia y sus perkin, ante este desafío de disputa por el poder en esta propuesta de cambio de orden político.
Por Alex Ibarra Peña
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