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viernes, 16 de diciembre de 2022

OPINIÓN POLÍTICA La sombra del Caudillo (por la Gracia de Dios), deambuló por los pasillos del ex Congreso y penetró las entrañas de la casta política (*)

    

Estimados lectores, la verdad es que me da mucha lata volver a publicar algunas columnas escritas ya hace algunos años. Pero, ¡por la cresta!, es que nos damos vuelta sobre las mismas cuestiones desde el término de la dictadura. Además, creyendo que vivimos en un Estado de Derecho y en democracia.

En este caso, les copio parte de una nota publicada en Clarín, el 22 de septiembre de 2009. He subrayado el párrafo más atingente a la actualidad, con el objeto de apreciar que, lejos de progresar, este país cada día avanza, a pasos agigantados, hacia la decadencia total. Va la nota:

¿QUÉ ES UNA CONSTITUCIÓN POLÍTICA?                

De acuerdo con la Enciclopedia de política (1) “Es el conjunto sistemático de normas jurídicas fundamentales que rigen la organización y funcionamiento de un Estado y que señalan los derechos y garantías de sus miembros”. También ha sido contemplada desde otros ángulos: como “la suma de los factores reales de poder de una comunidad; como las decisiones jurídico-políticas fundamentales; como el encuadramiento jurídico de los fenómenos políticos y como el conjunto de instituciones a través de las cuales los hombres organizan políticamente su existencia.

Se suponía que a estas alturas todo mundo debería saber o tener una noción vaga de lo que es una Constitución Política, sin embargo –por esto la definición- ni siquiera algunos candidatos al sillón presidencial (siendo parlamentarios) logran percibir el alcance de tan importante cuerpo jurídico-político.

Ahora bien, una Constitución Política, como su nombre lo indica, (incluso la de Pinochet se llama Constitución Política de la República de Chile), es un instrumento ideológico, por lo tanto, no es neutro, ergo, no puede ser producto de una comisión de “expertos” o “tecnócratas”.

En este sentido, y siguiendo con la Enciclopedia de política, de acuerdo a su origen, pueden distinguirse tres tipos de Constituciones: otorgadas, pactadas y democráticas.

“Las Constituciones otorgadas, -llamadas también cartas– resultan de una concesión graciosa del monarca en respuesta a las peticiones de los súbditos. Hoy tienen un valor exclusivamente histórico. Forman parte de los antecedentes del constitucionalismo. El Fuero de los Españoles, dictado por el Generalísimo Francisco Franco el 17 de julio de 1945 es, entre otros, un ejemplo de un estatuto constitucional otorgado dadivosa y unilateralmente por el gobernante a los súbditos, a través del cual, según dijo en su oportunidad Esteban Bilbao, presidente de la Cortes de España, ‘la voz

tranquila y generosa de nuestro Caudillo ofrece las libertades a todos los españoles, amigos y enemigos, siempre que sean hombres de buena voluntad’.

“Llámanse Constituciones pactadas a las que nacen de un convenio entre el gobernante y el pueblo, como resultado de la concurrencia de dos voluntades equivalentes. Son ejemplo de este tipo de Constituciones las leyes fundamentales de España de 1808, 1845 y 1875 y la Constitución francesa de 1830.

“Son Constituciones democráticas las que expide la comunidad política mediante sus representantes reunidos en asamblea constituyente o directamente por medio de un referéndum. Ellas son fruto de la voluntad unilateral de los gobernados y corresponden a la consagración del principio de la soberanía popular”. (Los subrayados son nuestros).

La Constitución plasma la historia de los pueblos y su lucha por alcanzar la libertad y la dignidad. La Constitución es la manera de ser y cómo debe ser el cauce por el cual corre la realidad y la vida. (La columna de marras es bastante más extensa, pero esta parte es la que me interesaba destacar).

Entonces, si en el párrafo destacado, referido a las Constituciones “otorgadas”, cambiamos la frase “dictado por el Generalísimo Francisco Franco”, por “dictada por la casta política”, tenemos una hermosa Constitución otorgada “dadivosa y unilateralmente por los que gobiernan (presidente, parlamentarios, partidos políticos y, especialmente los dueños de Chile), a los súbditos, a través de la cual, la voz cínica e hipócrita de los filibusteros de la política, nos ofrece este engendro a todos los chilenos de buena voluntad”.

Pero es tanto el descaro de estos corruptos mercaderes de la política que, además, quieren que se lo agradezcamos por el esfuerzo empeñado durante tantos meses de “arduo trabajo”. Deben pensar que es un hermoso regalo de Navidad para aquel 62% que votó rechazo; está por verse si se lo agradecen.

¡Ah!, antes que se me olvide: quiero agradecer, con toda sinceridad, al señor presidente del Senado, don Álvaro Elizalde, el haberle solicitado al prestigiado poeta y experto conocedor de la política de la Copia Feliz, don Cristián Warnken, que concurriera en persona, a estampar su firma en el certificado de defunción del adefesio titulado “Acuerdo por Chile”.

Debo confesar que me llené de regocijo y me dio un gusto enorme, observar al susodicho, en un acto del mayor simbolismo republicano y democrático. Muy agradecido.

*Post Scriptum: La sombra del caudillo, es el título de una novela del escritor mexicano Martín Luis Guzmán, escrita en 1927 durante su exilio en España. Trata de los avatares post Revolución de 1910. Al caudillo que se refiere, es Álvaro Obregón, quien manifiesta que los políticos mexicanos roban a manos llenas. A renglón seguido explica: ustedes comprenderán que yo sólo robo la mitad. Recordar que Obregón era manco.

A partir de esta novela, se escribió un texto dialogado para lo que se llamó una representación teatral de un acto, misma que tuvo mucho éxito a finales de los años ‘70 y principios de los ’80. Me voy a permitir reproducir uno de los parlamentos de la obra:

Mientras en el escenario hacía uso de la palabra el diputado Ricalde, desde la platea, otro actor camuflado, le grita: “¡Ricalde, chinga tu madre! Ante tamaño insulto, el ofendido, después de un momento de silencio, explica: “nosotros, los hombres públicos, tenemos dos madres: una, es la madre pública la que está dispuesta a recibir todos los insultos; sin embargo, la verdadera madre, la llevamos en el corazón, muy al interior de nuestra alma, como en un nicho”. Replica el de la platea: “¡Ricalde, chinga tu madre, la del nicho!”  

Aclaración: mientras escribía el párrafo anterior, me percaté que el apellido del señor presidente del Senado, don Álvaro Elizalde, rima con el del diputado Ricalde.

Ni modo, como dicen los mexicanos, es pura coincidencia.

 (1) Rodrigo Borja, Enciclopedia de la política, FCE, México, 1997

 

Por Hugo Murialdo

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