Tiene toda la razón nuestro camarada Miguel Lawner. Fue una cocinería de marca mayor. Y su producto un antidemocrático acuerdo. Un acuerdo de la infamia.
Miguel Lawner, un comunista fiel heredero de Luis Emilio Recabarren, con valentía, en forma clara y directa, realizó una autopsia al engendro creado en largos trajines. Y lo demolió con rotundos argumentos. Al realizarlo, Miguel Lawner materializó miles y miles de íntimos reclamos, desazón de muchos rojos corazones, protestas acompañadas de algún adjetivo criollo.
Lo escrito por Miguel Lawner forma parte de la punta del iceberg, de una lucha ideológica que se libra en el Partido Comunista de Chile. Pero no saquen cuentas alegres los anticomunistas de todos los pelajes. Esta lucha ideológica entre lo nuevo y lo viejo es una ley natural que ocurre en todo fenómeno o cosa. Lenin en una de sus principales obras ¿Qué hacer? colocó el siguiente epígrafe: La lucha interna da al Partido fuerza y vitalidad; la prueba más grande de la debilidad de un partido es la amorfía y la ausencia de fronteras bien delimitadas: el partido se fortalece depurándose. (De una carta de Lasalle a Marx, 24 de junio de 1852; Lenin: ¿Qué hacer? en Obras Escogidas en tres tomos. Tomo I, página 115)
Entonces, repito, no saquen cuentas alegres los anticomunistas. No hay división en el Partido Comunista. Lo que existe es lucha ideológica. Lucha ideológica que antes no se hizo pública. Ahora sale a la luz pública.
Estoy de acuerdo con todo lo planteado por Miguel Lawner, sólo pretendo agregar algunos detalles.
Para nosotros lo peor de todo es que dirigentes de nuestro Partido hayan suscrito el Acuerdo de la Infamia. Que al hacerlo, además de todo lo señalado por Miguel Lawner, aceptaron eso [de] que “La Constitución consagrará que el terrorismo, en cualquiera de sus formas, es por esencia contrario a los derechos humanos.” (3)
Conociendo la facilidad para tildar de terrorista (“en cualquiera de sus formas”) del imperialismo y la reacción criolla, me parece irresponsable suscribir algo que se puede prestar a una caza de brujas.
Otra: “4.- La Constitución reconoce a los pueblos indígenas como parte de la nación chilena, que es una e indivisible”. Los firmantes del Partido ¿no tuvieron algún asesor que les recordara la definición científica de nación? Además, nuestros camaradas que suscribieron ¿no se percataron que apoyaban la tesis Estado-Nación de la derecha?
Una tercera: “5. Chile es un Estado social y Democrático de Derecho, cuya finalidad es promover el bien común…”¿“El bien común” de quienes? Otra concesión ideológica al enemigo de clase. Porque nuestros firmantes reconocerán que en Chile tenemos una sociedad dividida en clases antagónicas que tienen intereses propios y ningún bien común entre ellas.
Saludo, felicito y agradezco al camarada Miguel Lawner. Muchos nos sentimos interpretados por sus palabras. Es de esperar que el ruido que motivó conocer el Acuerdo por Chile se transforme en palabras y actos. No somos ni podemos ser ajenos a la lucha ideológica que se libra en nuestro querido Partido.
Y algo más. Me parece muy bien y digno de aplausos la actitud de nuestro periódico “EL Siglo” de haber publicado lo escrito por Miguel Lawner. Hacía años que no ocurría algo así.
Felicitaciones.
Por Iván Ljubetic Vargas
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