Los gestos y acciones rebeldes apuran el olvido.
Esos días de octubre los han convertido en ropajes miserables, algo como una manada de desarrapados sin razones válidas para nada. La verdad, será que se quedó registrada para exponerse ante la historia como una alternativa justa ante la ceguera, el silencio, la complicidad de toda esa clase política convertida por años en gatos pardos.
Todos asustados llegaron con sus hojas en blanco para intentar alcanzar lo que ellos denominan la paz social, tan parecida a la calma y el silencio de los cementerios.
La calle exige una Nueva Constitución. Los pueblos originarios existen y para ello todo un país levantó sus banderas y sus justas reivindicaciones históricas. Ellos estaban antes de la llegada de los usurpadores españoles, Valdivia, Almagro, Inés de Suarez. Después a esos territorios llegaron las grandes empresas madereras, todos distintos pero depredadores al fin hasta los tiempos actuales.
La historia ya es conocida.
Se debe reconocer que ha sido el intento más serio que pueda encontrarse en la memoria de Chile, fue amplio, participativo y generoso para que las nuevas generaciones que están por llegar. La batalla con el rechazo no fue por las propuestas, a ellos nunca les interesó. Los combates por decirlos de alguna manera fueron con el montaje, las falsas noticias, las mentiras, el uso perverso de la información sesgada y una derecha, la misma que hemos conocido, defensora de privilegios, sostenedora y defensora acérrima con la de Pinochet/Guzmán en 1980.
Llegó la hora de parapetarse.
“Chile es un Estado social y democrático de derechos. Es plurinacional, intercultural, regional y ecológico”. Art 1. Constitución rechazada.
Sobre este principio fundamental es que se debe definir lo que el país necesita.
El evidente fracaso del estado subsidiario es evidente. Este modelo se está cayendo, no dio el ancho para las grandes mayorías, y se concentró en un puñado de empresarios que se instalaron en la CPC y la Sofofa. Que son en la actualidad círculos cerrados con sus propios pozos de dineros. Cajas negras para partidos políticos. No olviden el periodo de financiamiento ilegal de la política y ese mal chiste del raspado de la olla de Moreira.
“La soberanía radica en el pueblo de Chile, conformado por diversas naciones. Se ejerce democráticamente, de manera directa y representativa, reconociendo como límite los derechos humanos en cuanto atributo que deriva de la dignidad humana”. Art. 2. Constitución rechazada.
Vergonzosa es la realidad a la que se está asistiendo.
Un poder del Estado, el menos respetado, el más cuestionado, el menos creíble, el que está con una aprobación del 3%, a partidos políticos que han amparado a corruptos, asesinos y conversos decide quien sí y quien no deberá estar para el convite constitucional estrecho, precario y excluyente. Allí no está Chile, allí no están los que hacen camino y llenan con dinero los bolsillos de los grandes empresarios.
No están los trabajadores de la patria como les hablara ese buen hombre el día 11. Nuevamente la oligarquía rancia instala a sus peones para una desigual batalla donde se debatirán los asuntos con los cuales tendrán que vivir seguramente los hijos de los hijos y los que llegarán. El duopolio abrirá sus páginas para instalar nuevamente los beneficios del modelo y lo bien que está el país bajo esta forma.
“Chile, en diversidad geográfica, natural, histórica y cultural, forma un territorio único e indivisible”. Art.3 Constitución rechazada.
El país integrado y justamente repartido en derechos y beneficios no estuvo en las espurias banderas de la derecha en el anterior evento. El apruebo nunca manifestó en la parcelación del país. Este sector es el más democrático, es el rechazo a los defensores del que inventó loteos brujos para el sector maderero, el pesquero, la minería y los dueños del agua.
El asunto no es un cerco con alambres de púas más largo o más corto, no es mirando al mar o hacia la cordillera. Lo sostenible en el tiempo es el desarrollo igualitario pero fundamentalmente sostenible en el uso de todos los recursos naturales donde se constituyan en derechos para todos los que habitan el territorio.
“Chile reconoce la existencia de diversos pueblos y naciones en el marco de la unidad del Estado” Art. 5. Constitución rechazada.
El rechazo niega la existencia de pueblos originarios aunque sus calles de sus barrios tengan como nombre Lautaro, Vitacura, Michimalonco o Caupolicán. Pocos son los alumnos que llegan a las escuelas y colegios exclusivos donde ellos con dinero sí pueden elegir el colegio para sus descendientes. Nunca el rechazo reconoció derechos para nuestros ancestros. Sostener que son los auténticos herederos de los 800 larraines es vestirse con harapos ajenos.
Son más de once nuestros antiguos, algunos ya no existen porque con ellos fueron víctimas de genocidio. Los facilitaron para que sean espectáculo en circos humanos para europeos. Aún quedan restos de aquellos hombres, mujeres y niños arrancados desde el sur del país en la Universidad de Leipzig para observación y esperamos sean la vergüenza para sus mercaderes de aquellos años.
Es ahora y allí están todas las razones.
De manera tozuda una vez más hay que preparar los tiros para lo que se viene.
Los que han sido impuestos, los nominados, esos elegidos, falsos dioses, profetas precarios, fracasados de gobiernos anteriores a esos hay que enfrentarlos defendiendo las propuestas que ellos rechazaron. No es posible abandonar tanta tinta justa escrita por hombres y mujeres elegidos por el pueblo. La democracia es con todos o no lo es y asi fuera entonces habrá que ir a rescatarla entre todos.
Si se acepta que sea la clase dominante y los serviles a ella, no será posible la paz, las calles se volverán a llenar para hacer que el curso injusto de la historia sea alterado. Hacer avanzar las ruedas de la historia será siempre la superación de la angustia, el desamparo y la iniquidad a la que el modelo condena a millones de personas.
Si será posible y nuevamente se nos hará fundamental Elisa Loncón, con su memoria, su historia, su idioma y sus vestimentas.
Por Pablo Varas
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