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martes, 18 de abril de 2023

Los peligros del policialismo

 por  18 abril, 2023

Los peligros del policialismo

Tal vez haya notado que la agenda política del país ha comenzado a girar casi exclusivamente en torno al fenómeno policial. Basta con seguir los programas de televisión y notar cómo se centran en los operativos policiales o de profesionales de la seguridad pública, y cómo estos procesos son mostrados día a día en las redes sociales con el fin de instrumentalizarlos en contra del gobierno de turno. Todos estos fenómenos tienen algo en común, ya que se sitúan dentro de un proceso político que se viene consolidando en toda América Latina: el policialismo.

No confundamos policialismo y policialización. Policializar puede ser un proceso positivo o negativo según las circunstancias y el ámbito en que se implemente. Por ejemplo, para desmilitarizar un conflicto ligado al tráfico de drogas puede ser necesario policializarlo, sacándolo del campo bélico para llevarlo al control policial, en el marco del Estado de derecho, y no bajo las reglas de la guerra. En otro contexto, a inicios de los años noventa se despolicializó la protección de los derechos de niños, niñas y adolescentes, y de los jóvenes entre 14 y 17 años infractores a la ley. Hasta ese momento Carabineros ejercía un rol hegemónico en esas tareas por medio de instituciones como Niño y Patria, lo que se comprobó como altamente negativo de cara al objetivo del resguardo de derechos de los menores y su inserción social futura.

En cambio, el policialismo en ninguna circunstancia es positivo, y constituye una forma de militarismo circunscrito a las instituciones policiales. Se puede definir como la ampliación anómala del ámbito de actuación de la policía, que pasa a ocuparse de asuntos que ordinariamente están fuera de su competencia. Para ello es necesario un incremento indebido del poder y atribuciones de las autoridades policiales, junto a la legitimación pública del predominio de lo policial en la política y la administración de un país. De esa forma se busca imponer a la sociedad los valores y categorías policiales.

Otro rasgo del policialismo es la exaltación y manipulación deliberada de las policías por parte de civiles motivados políticamente. Como ideología, considera que los cuerpos policiales, debido a su disciplina, son los elementos más preparados para asumir la conducción eficiente de una sociedad y garantizar la seguridad de la nación.

Los argumentos del policialismo parten por la necesidad de dotar a las policías de atribuciones legales y materiales necesarias a su rol, pero prontamente pasan a un proceso inflacionario de sus presupuestos, a un aumento exponencial en el número de agentes de seguridad, la incorporación masiva de las FF.AA. a las labores policiales, y derivan en el uso de símbolos policiales, como uniformes, insignias y vehículos, con fines partidistas y electorales. En fases avanzadas los agentes policiales, beneficiados por la espectacularización de la violencia visibilizada por los medios, saltan a la arena electoral para ocupar cargos políticos por los privilegios que traen consigo.

Otra anomalía es la creciente gremialización policial mediante la construcción de redes cuasisindicales para presionar por formas de mejora laboral que van mucho más allá del salario, y a menudo implican prerrogativas penales y procesales que les faciliten su desregulación y en casos extremos su impunidad.

El mayor costo para una sociedad es que estos excesos lleven a un estado policial que dé carta blanca a la vigilancia e investigaciones confidenciales invasivas y a prácticas represivas, a veces truculentas, que amenazan seriamente las libertades civiles fundamentales.

El policialismo solo garantiza la seguridad a unos pocos. Es una ideología funcional a sectores civiles que buscan granjearse el control clientelar de las policías por medio de favores políticos y económicos. De allí que los policías más altamente profesionalizados y curtidos en el objetivo propio de sus tareas sean los más claros oponentes del policialismo, ya que lo evalúan como el mayor obstáculo para construir una policía moderna y profesional, que atienda correctamente las condiciones laborales de las fuerzas, su formación, su control y la construcción de necesaria confianza de la ciudadanía

El peligro del policialismo exige el desarrollo de soluciones y modelos que pueden prevenir la contaminación política de la seguridad pública, protegiendo a la policía de la política y salvaguardando la política de la policía.


  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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