Manuel Guerrero Antequera, doctor en Sociología especializado en bioética y ética, ha trabajado desde hace años en el estudio de la violencia durante la dictadura, de la que es una víctima directa. Una investigación muy influenciada por los marcos teóricos de los 90, los estudios del genocidio, los usos de la violencia política más su propia biografía han confluido en un ensayo publicado en marzo pasado con el título de Sociología de la Masacre. La producción social de la violencia (Paidos).
El libro es un ensayo teórico de las distintas y modeladas violencias, desde los nazis a las dictaduras latinoamericanas aunque no solo estas, desde los genocidios a la exterminación selectiva. Un texto que se abre con una narración personalizada que surge de sus propia memoria, que es también la dolorosa memoria de Chile. Esa gran introducción inicia una serie de capítulos que buscan una interpretación, aunque sin solución. La violencia sigue ahí, tan vigente como siempre.
“Me metí en estudios del genocidio, de la memoria, ocupé el marco conceptual de la sociología de la violencia y con eso arribé al concepto de masacre. En el caso chileno las denominaciones de la violencia en dictadura ha sido violación sistemática a los derechos humanos, terrorismo de estado, crímenes de lesa humanidad, todas en un marco jurídico. Pero desde la práctica de la violencia teniendo a la vista el informe Valech, Rettig, llegué a la convicción de que en Chile hubo una violencia combinada, que cambió en el tiempo. Esta variación me interesó estudiar”.
En la lectura se exponen diversas situaciones entre los mayores casos de violencia y masacres durante el siglo y por cierto la dictadura chilena. Pero la violencia no acaba aquí, es propia del devenir de la humanidad. En Chile posteriormente tenemos una recomposición del Estado de derecho en 1990 sin embargo tenemos graves violaciones a los derechos humanos 30 años después con un Estado de derecho en vigor. ¿Cómo ves esta situación y cómo lo observas con tus estudios?
Si uno revisa los 200 años de la república de Chile tenemos un tramo muy estudiable. Es un periodo llamado democrático pero con guerras civiles y dictaduras. En esta historia el uso de la violencia es aniquilatoria contra una población civil que no está en condiciones de defenderse. Ahí estamos frente a la masacre. Cuando hay un grupo de personas neutralizadas desde el punto de vista militar, que no concitan una amenaza desde el uso de la violencia, que están indefensas, aún así se les elimina. Estamos en presencia de la masacre. Y esta masacre puede ser extrema, como en el caso de los genocidios, en que se intenta eliminar a una población completa según la identidad que asimila el perpetrador, o violencia eliminatoria para erradicar o expulsar. Si una ocupa esta categoría para estudiar la historia de Chile vemos muchos casos para este uso de la violencia. De los más conocido es la masacre de Iquique pero hay muchos más. Para qué decir lo que ha hecho el estado chileno con el pueblo mapuche. Lo que ocurre tras el golpe de estado durante la dictadura chilena es que se dan en determinados contextos, con diferentes estructuras y aparato burocrático, en que esto se convierte en terrorismo de estado. Es una violencia unilateral, no hay guerra, si hay resistencia, esta es muy baja en comparación con la fuerza desmedida ejercida desde el estado. Pero también hay prácticas genocidas, como la que se hizo el 74 contra el MIR, el 75 contra el PS y el 76 contra el PC. Se intentó eliminar de raíz una identidad determinada.
Las diferentes formas de ejercer la violencia que desarrollas en el libro
Antes y después de la dictadura se ha hecho uso de la violencia de parte del estado de maneras distintas a la sistemática violencia con torturas y desaparición de personas. Pero en la historia tenemos masacres, momentáneas, pero persecuciones, como a los homosexuales durante el gobierno de González Videla ,o en la misma democracia post 90 las persecuciones de las cuales fueron objetos colectivos anarquistas durante mucho tiempo.
Lo que ocurre durante la revuelta social es que no es que el estado democrático haya dejado de usar la violencia con móviles políticos, pero no habíamos visto dos fenómenos que fueron muy particulares. Por un lado, la decisión del ejército de no involucrarse, habría que ver las razones para considerar. El ejército si bien participa en el control social, no actúa como en esos cuatro primeros meses después del golpe militar en 1973. Hay un cambio en el accionar del ejército que habría que estudiar a qué se debe, tal vez porque no se le garantizaba impunidad o puede ser un cambio. Pero hay otro elemento. Si bien habíamos visto a carabineros utilizando la represión muchas veces, no habíamos visto que hubiera una decisión de usar la lesión masiva ocular tal como se utilizó. Hubo una decisión respecto del uso de la violencia y esta fue cegando a las personas. Aquí vemos dos fuerzas del orden actuando de manera diferente. Una de ellas mantiene y recrudece el accionar y claramente se puede observar a una ciudadanía como lo que fue en el marco de la doctrina de seguridad nacional, que fue el sustento ideológico de la dictadura. El enemigo estaba adentro del pueblo porque ellos encarnaban la amenaza comunista. Pero aquí resulta que estábamos en democracia, la protesta era masiva, sin poder identificar claramente quiénes son, y carabineros actúa por decisión disparando a los ojos.
Hay otro aspecto que tu desarrollas en el ensayo. Es la estigmatización del otro. En este momento estamos en Chile asistiendo a una campaña a abiertamente denigratoria del migrante, el mapuche, de la izquierda en general. Esto nos llevará a contextos peligrosos. Esto es un ingrediente para otros tipos de violencia.
El libro entrega herramientas analíticas para poder prever algunos procesos que llevarían a una masacre. El libro logra visualizar a sectores de la población que pueden observar y registrar esta violencia, como observadores de derechos humanos o fotógrafos. Cuando se dan ciertos factores y faltan otros puede que estemos en curso de una masacre. A eso llama la atención el libro. Los procesos base que están tienen que ver como se convierten las diferencias entre las personas en una alteridad negativa. Con metáforas clínicas, como el cáncer marxista que había que extirparlo de raíz, o metáforas animalistas, Exterminados como ratones, en el titular de La Segunda, la operación “traslado de televisores”, cuando en realidad eran cadáveres. Hay una deshumanización del otro que se le expulsa de la comunidad y ya no tengo responsabilidad en cómo actúo. Hay un segundo proceso, que es de sobrevaloración, de otorgarle características muy superiores a su capacidad para construir un enemigo imaginario del que hay que defenderse atacando.
El enemigo estaba adentro del pueblo porque ellos encarnaban la amenaza comunista. Pero aquí resulta que estábamos en democracia, la protesta era masiva, sin poder identificar claramente quiénes son, y carabineros actúa por decisión disparando a los ojos
Estas características que suelen ser comunes en muchos procesos que llevan a distintas masacres lo estamos viendo hoy en Chile también. Las acusaciones contra Fabiola Campillai de parte del sector político que formó parte del gobierno de Sebastián Piñera durante la represión y violaciones a los derechos humanos y de las mutilaciones oculares, forman parte de este proceso. Cuando sale la diputada Cordero para poner en duda la condición en la que quedó Fabiola Campillai en tanto que víctima de la violencia, y el diputado Kayser dice que tiene que hacerse un examen para comprobar la ceguera, lo que hacen es poner el peso de la prueba en la víctima. Quienes avalaron esa violencia y los victimarios ahora pasan de víctimas que piden cuentas. Los roles empiezan a cambiar, lo que es tremendamente preocupante. No solo da cuenta de una falta de humanidad, de empatía y de una decencia cívica mínima, sino que acá hay un cambio de actitud donde lo decible en el espacio público está cambiando muy rápidamente. Son procesos de etiquetaje, de marcaje de población. Después de esta expulsión moral viene el encierro, la expulsión y eventualmente la eliminación.
Otro aspecto que desarrollas son las fuerzas transformadoras en un momento determinado.
Cuando escribes de dictadura y el control completo sobre la sociedad. El miedo, que lleva a la traición y a las delaciones. Es un punto delicado que tiene relación con la fuerza simbólica que genera el poder a través del miedo y cómo tú te refugias en ese poder para salvar tu vida.
Cuando se desatan formas de violencia por parte de los actores que la ocupan se genera un contexto nuevo en que la población que no participa frente al conflicto principal tiene que tomar posición frente a este nuevo contexto generado por la violencia. Y esta posición tiene que ver con una actitud de sobrevivencia e incluso en forma neurobiológica estamos preparados como especie para tratar de pasar desapercibidos, para arrancar o para luchar. Esta condición humana se activa en estos nuevos contextos de violencia y hay una parte de la población que decide mantenerse al margen de todo lo que pueda mientras que otra toma la decisión de plegarse a la violencia, de participar de ella de forma directa o indirecta. Estas formas indirectas, en el caso que yo estudio en el libro, tiene que ver con esta economía política de la colaboración, donde la delación forma parte indirecta de como las personas se hacían parte de esto, incluso por razones muy banales.
Hay un caso extremo en esto en que las identidades se ven alteradas en estos contextos de violencia. Lo que ocurre en tiempos normales es que las formas de hacer carrera en la sociedad tienen que ver con ciertos méritos, certificados, estudios. Qué ocurre en este nuevo contexto de violencia. La forma de ascender al poder, a recursos económicos es ejerciendo la violencia de distintas maneras. Entre los casos más extremos está la decisión que tomó Miguel Estay Reyno, El Fanta, militante comunista, que trabajaba en la protección de militantes, y se convierte de torturado en torturador y en uno de los grandes agentes de los comandos de exterminio de la dictadura y que se encarga de exterminar a su propia organización e incluso a su propia familia.
Siendo que el sexismo y el racismo son condenables, también lo es el especismo. Me parece que hacernos responsables de las masacres para evitarlas implica también hacernos responsables, solidarios del mundo de los animales no humanos y hoy en día del planeta en su conjunto .
¿Qué pasa con todo esto en democracias frágiles como la nuestra que son constantemente amenazadas con el uso de la violencia?
Pueden comenzar a operar estos mecanismos también en nuevos contextos que generanj nuevos posicionamientos de la población en general. Un caso que podemos ver hoy día es lo que ocurrió en Antofagasta respecto a la migración. Localidades que en general eran bastante tranquilas y llanas a recibir gente por un abandono permanente y con una migración en un momento dado que se vuelve masiva, pero con un Estado completamente ausente e incapaz de entregar herramientas para trabajo, protección mínima. Por ejemplo, se permitió bajo el gobierno de Piñera que entrara mucha gente y se les dejó abandonadas. Se producen situaciones en localidades, como es el caso de Antofagasta, en que ciertos discursos comienzan a operar y empiezan a ganar adhesión y se culpabiliza al más débil, nuevamente al indefenso, en este caso el migrante que duerme en una carpa en una plaza porque no tiene otro lugar y se le culpabiliza de problemas propios de la sociedad, como la falta de trabajo. Se empieza a convertir a este otro con los mecanismos que hemos mencionado. En una alteridad que empieza a ser vista como un chivo expiatorio del conjunto de problemas de la propia sociedad. En el caso chileno tiene que ver con el modelo neoliberal. Los efectos del modelo neoliberal, que son más bien propios de esta sociedad, se trasladan a este otro, al otro mapuche, a la mujer, al trans. Van variando lo cuerpos en los que se expresa un odio y que hoy es muy fuerte contra la inmigración que nos lleva a un racismo feroz.
Dedicas un capítulo muy interesante sobre el especismo como otra expresión de la violencia y masacre, en este caso hacia animales no humanos.
El propio concepto de masacre se utilizaba exclusivamente para los mataderos de animales no humanos. De a poco se integra al lenguaje político al usarse para describir la violencia intraespecies, de humanos contra humanos. Hoy se ocupa el concepto de masacre cuando un grupo elimina a otro sin que este pueda defenderse. En la base de este accionar, que implica la expulsión de la comunidad moral, que implica el encierro, el hacinamiento, la eliminación masiva de población, ya la estaba practicando la especie humana, y hoy en una escala feroz, con la ganadería intensiva, la pesca intensiva, respecto de los animales no humanos. Me parece que el estudio de las masacres humanas intraespecies, de grupos humanos contra otros grupos de humanos, puede aprender mucho de lo que los humanos le hacemos a los animales no humanos. Resulta que ahí están prefigurado los campos de encierro, de exterminio, la muerte violenta, el robo de bebés, el tener animales para la entretención de otros. Está en la forma en que nosotros nos hemos aproximado a los animales no humanos y esto podría ser extendido a la biosfera en general en una forma completamente enajenada. No reconociéndonos en ellos siendo que nosotros mismos somos animales, siendo que somos parte de la naturaleza. Parte del movimiento de liberación animal y de bienestar animal me parece que tiene mucho que enseñarle al movimiento de los derechos humanos. Los derechos humanos han estado muy centrados en esta mirada antropocéntrica descuidando muchas veces los derechos de los animales no humanos. Siendo que el sexismo y el racismo son condenables, también lo es el especismo. Me parece que hacernos responsables de las masacres para evitarlas implica también hacernos responsables, solidarios del mundo de los animales no humanos y hoy en día del planeta en su conjunto.
Por Paul Walder
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