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miércoles, 27 de enero de 2021

OPINIÓN POLÍTICA ¿Qué tienen en común Mussolini, Trump y Piñera?

     

“Muss, el Gran Imbécil” es el título del famoso ensayo que Curzio Malaparte escribió contra Mussolini y podría perfectamente haber sido escrito contra Donald Trump. “Que peligroso instrumento puede ser el Estado en manos de un hombre sin escrúpulos, cuya sola ambición es la de imponer al pueblo la idolatría de sí mismo”, escribe Malaparte. Y agrega: “La obra maestra de Mussolini como hombre de Estado fue la capacidad de despertar, hacer salir a flote y organizar, poniéndola a disposición de sus propios fines, todas las fuerzas oscuras y ciegas que actúan inconscientemente en los bajos fondos de la psicología del pueblo”. El texto es de 1931, pero podría haber sido escrito hoy. Encarna a Trump.  Más bien dicho, representa a todos aquellos autócratas y proyectos de autócratas que hacen de su narcisismo la base y el fin de su acción política, y encuentran en los miedos e inseguridades que afligen a vastos sectores de la población la fuerza para apoderarse del Estado (el subrayado es nuestro).

Con este párrafo inicia, Juan Gabriel Valdés, ex canciller y ex embajador de Chile en Estados Unidos, su columna titulada “El Gran Imbécil”, publicada en El Mostrador el 8 de enero recién pasado (dos días después del asalto al Capitolio).

Sin querer dármelas de sicólogo, no cabe duda, que Juan Gabriel, al incluir la última parte del párrafo en comento –especialmente la frase que hemos subrayado-, estaba pensando en alguien que conocemos mucho más de cerca. Como no es mi deseo involucrarlo, yo asumo, bajo mi entera responsabilidad, que lo escrito por Curzio Malaparte, encarna, indudablemente,  a Sebastián Piñera Echeñique. Por lo demás, es la opinión de la gran mayoría de la población chilena y, por supuesto, en el extranjero; incluso, y por  añadidura, es opinión de varios líderes mundiales. (“Un extrovertido multimillonario de centroderecha”: Barack Obama en sus memorias).

Expresé que no quería dármelas de sicólogo, pero desde hacía mucho tiempo que se había venido comentando de una posible enfermedad mental de Sebastián Piñera (recordemos la columna editorial  de El Mostrador, en la que se inquiere una información verídica sobre la salud mental del Presidente, por sus extraños movimientos corporales en los que no podía controlar su brazo izquierdo,  durante el funeral de su tío Bernardino).  Dicho esto, la pregunta de rigor es ¿cómo es posible que un sicólogo de profesión, además ministro del Interior y Seguridad Pública, por lo tanto jefe del Gabinete, no se haya percatado, en ningún momento, de la personalidad narcisista de su jefe y, para más remate, cuyas actuaciones reflejan las de un hombre sin escrúpulos?

¿Habrá ejercido algún tiempo su profesión el sicólogo Rodrigo Delgado?, ¿habrá preferido dedicarse a la política, pensando que en esta profesión  es más fácil pasar piola aunque la embarrada (casi digo la cagada)  sea de proporciones?, ¿cómo es posible que haya aceptado el cargo de ministro, sirviendo a un Presidente con estas características personales? Será necesario recordarle a don Rodrigo que antes que él, pasaron tres ministros del interior y el “jefe” sigue tan campante, aunque con un mínimo de 7% de apoyo y 87% de rechazo. Han dicho, los que  conocen más de cerca a Piñera, que en lo más íntimo, estas cifras lo atormentan muchísimo, pero para la galería, pareciera que le valen madre y se desquita declarándonos la guerra a todos nosotros.

Por lo que se ve, este cuarto ministro del interior, ya cayó en la red del Presidente Piñera, y, sin percatarse de que está siendo utilizado para los propios fines de Tatán, cumple con estricta obediencia y con singular entusiasmo, todas y cada una de las instrucciones que le son indicadas por su querido jefe. Además ya agarró todas sus mañas y mentiras: expresó que durante el operativo de la PDI en Temucuicui, sus funcionarios habían sido recibidos a balazos con armas de grueso calibre. ¿Cómo se enteró el señor Delgado de esta situación si él no estaba ahí? Obvio, esa información provino,  nada más y nada menos, que de la propia PDI.

Piñera, por su parte, después del operativo, expresó con todos sus ímpetus, como de costumbre, que “al interior de Temucuicui se han enquistado organizaciones de crimen organizado y bandas de narcotráfico”, lo que hasta ahora no ha podido ser demostrado. Lo que sí está meridianamente demostrado, es que  al interior del palacio de La Moneda, se ha enquistado un grupo de descerebrados con una alta vocación criminal, no sólo  contra el pueblo mapuche, sino contra todo el pueblo de  Chile a quien, el más destacado heredero de Pinochet (en adelante HDP), le ha declarado la guerra.

Por lo demás, nunca se pudo comprobar que, como aseguraba durante su primer gobierno, que en la Araucanía estaban operando las FARC de Colombia, en apoyo al pueblo mapuche. Tampoco se ha podido comprobar lo que expresó en su típico lenguaje desquiciado, cuando dijo que: “Vamos a combatir a los terroristas, que son un enemigo formidable, implacable, cruel, despiadado y que hoy día está actuando en forma organizada con armamento de guerra”. (Palabras del presidente Piñera pronunciadas el día 24 de junio de 2018 en el Palacio de la Moneda, refiriéndose a la violencia en la Araucanía).

Hace unos días manifestó que vetaría el proyecto de indulto a los presos políticos de la revuelta de octubre de 2019, si era aprobado en el Congreso. Esto, porque según él y su gobierno, no hay presos políticos en Chile. Sin embargo, en una entrevista concedida al editor de El Ciudadano, Bruno Sommer, el abogado Mauricio Daza explica, con meridiana claridad, cuándo se puede hablar de que un preso es político:

“Mucho se ha dicho que en Chile no hay presos políticos. ¿Tú sabes qué es lo que hace que la prisión sea política? La prisión se hace política no por el delito o el hecho en virtud del cual se le está imputando a una persona, lo que hace que ese presidio sea político es por la desproporcionalidad, éste es el elemento político. No es un delito político el destruir un semáforo en una plaza pública, pero lo que lo hace político es que a partir de ese hecho, dejaron a estas personas un año en prisión preventiva, eso es desproporcionado”. Esta entrevista fue publicada, también en Clarín; su título: “Piñera rumbo a la Corte Penal Internacional”

Ahora bien, si a una persona por destruir un semáforo la dejan en prisión preventiva por un año, ¿por qué el principal HDP no ha asumido ninguna responsabilidad por el incendio en las estaciones del Metro? Existen fundadas sospechas que la quema de las estaciones del Metro corresponde a una acción estudiada por la ANI o por Inteligencia de Carabineros y llevada a cabo premeditadamente por  las autoridades del gobierno, cuya autorización fue entregada directamente por el HDP, como él mismo lo expresó el día 12 de marzo del año pasado en el noticiario de Megavisión, que “El 18 de octubre cuando supimos que iban a atacar las estaciones del Metro, 136 estaciones, hablamos con el general Rozas. Decíamos que se requieren mínimo 10 carabineros para proteger una estación del Metro, por 136 estaciones, 1360 carabineros. No teníamos esos carabineros”.

Pregunta obligada: ¿si la Región Metropolitana cuenta con una dotación de 14.240 carabineros, dónde estaban los otros 12.880 carabineros, en qué tareas se encontraban ocupados? Lo que pasa, es que era más importante ir a comer pizza con su nietecito adorado.

El ex general director de Carabineros, Mario Rozas, ha dicho en declaraciones ante el juez que investiga la violación de los derechos humanos, que él  no estaba a cargo de las operaciones ni de su planificación, que el de la “Inteligencia” era el sub director, (actual  general director) Ricardo Yañez Reveco; a reconocimiento de parte, relevo de pruebas. Esto explica muchas cosas.

Entonces, por acción u omisión, (por los antecedentes, más acción que omisión), el mayor responsable de la quema de las estaciones del Metro es el principal HDP, don Sebastián Piñera Echeñique.

Total, qué importa que la reparación de dichas  estaciones haya tenido un costo de US$255 millones (255 millones de dólares), monto que tenemos que pagar todos los chilenos por otro de  los caprichos de un ser sin ningún tipo de escrúpulos y dueño de un profundo narcisismo “cuya sola ambición es la de imponer al pueblo la idolatría de sí mismo”.

 

Por Hugo Murialdo

 

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