Hay países que en sus legislaciones se contemplan las pensiones mensuales vitalicias para aquellos políticos que han ejercido el honorífico cargo público de presidente de la República. Se justifica ese obsequio con la explicación de que se debe asegurar la dignidad de esos prohombres, también mujeres. Aparte del dinero contante y sonante que reciben religiosamente, incluso en períodos de pandemia, también se hacen acreedores a modernos automóviles, servicios domésticos y choferes, servicios de seguridad, uso de celulares, gastos de oficinas y un largo etcétera. Pero, hay otros países que no consideran este tipo de privilegios
Según la información que se maneja, el país que le asigna a sus ex presidentes la más alta pensión es EEUU, la que equivale a la mitad del sueldo que tiene el presidente en ejercicio y en promedio en el continente esos regalos fluctúan entre los US$ 3.000 y US$ 18.000 mensuales, pero desde que Andrés Manuel López Obrador ganó la elección presidencial en México, con un fuerte discurso anti corrupción y anti despilfarro de los fondos del Estado, cumpliendo su promesa en la campaña electoral, se eliminó de plano esa arbitraria pensión que gozosos recibían los ex presidentes, algunos de los cuales reclamaron pero otros más decorosos aceptaron la medida sin chistar.
Según una nota de prensa de CNN en español, nuestro querido país, rey del neoliberalismo, tiene elsegundo lugar en el listado de países del continente americano que otorga las pensiones vitalicias más altas, solamente superado por Estados Unidos, publicación que consignaba a Panamá, Brasil y El Salvador como los únicos países que no consideraban ese gentil presente que los contribuyentes le entregan a sus esforzados ex gobernantes.
En Chile no reciben esta pensión los ex presidentes que asumen funciones remuneradas con fondos públicos, con excepción de los empleos docentes, teniéndose presente que lapensión básica, equivalente al sueldo bruto del presidente, es del orden de los 9 millones de pesos, pero sumando todos los otros pitutos variables, ese monto aumenta a la desproporcionada cifra de los 18 millones de pesos. Piñera después de su primer gobierno, con una fracción de esa suma, exactamente 4 millones cuatrocientos mil pesos mensuales, le pagaba a la política Cecilia Pérez, en su headquarter de Apoquindo 3.000, Las Condes, por sus interesantes aportes intelectuales a su proyecto.
Los que hoyen día reciben esa exagerada suma de dinero son Ricardo Lagos, Eduardo Frei y Michelle Bachelet y si continúa este derroche en las arcas fiscales, en un par de años más lo recibirá Sebastián Piñera, dinero que lo utilizará, a través de sus eficientes ayudantes, para adquirir acciones a buen precio en la Bolsa de Comercio. Recordemos que el hombre tiene el mérito, reconocido por todos, de manejarse muy bien con las transacciones.
Debido a que la dignidad en ningún caso se relaciona con la riqueza de las personas, como ejemplo veamos el caso de José Mujica, uno de los más dignos ex presidentes americanos, quien vive en Uruguay de la misma manera que viven las familias de las clases medias y como Lagos, Frei, Bachelet y Piñera se han desenvuelto durante años en el aparato del Estado o ejerciendo actividades privadas remuneradas, por las cuales tuvieron que imponer obligatoriamente en las cajas de previsión existentes hasta el año 1981, después Instituto de Normalización Previsional (INP), hoy Instituto de Previsión Social (IPS) o en las conocidas Asociaciones de Fondos de Pensiones (AFP), suponemos que, por sus edades, ya están recibiendo jubilaciones de uno o el otro sistema.
Piñera, mayor de 65 años, seguramente recibe una pensión de retiro programado de una AFP o una pensión vitalicia de una compañía de seguros, de tal forma que ellos 4, solamente con esos ingresos, pueden vivir para siempre con absoluta sobriedady dignidad.
No nos corresponde inmiscuirnos en los distintos recursos monetarios que disponen los anteriores, entre otros motivos porque los desconocemos, pero estimamos que ha llegado la hora de que el Estado, a través de una modificación legal, ajuste dicha pensión vitalicia manteniéndola como tal, pero que su monto no se tan exorbitante. Nos gustaría que tuviera una equivalencia con el salario mínimo que hoy es de $ 320.500, de modo que correspondiera a una cierta cantidad de esa suma, por ejemplo a 8 sueldos mínimos, más un guardaespaldas permanente. Ya que nuestros legisladores, ahora y después de 5 años «de arduos análisis internos», también están reduciendo sus infladas dietas, sabrán establecer el cambio ad portas para terminar con esa excesiva remuneración que reciben los ex mandatarios.
Si llegara a operar la racionalidad, nuestra institucionalidad estaría dando un ejemplo en moralidad y buenas prácticas públicas, más todavía en un periodo de vacas flacas como el que estamos viviendo por los efectos negativos de la pandemia. Este columnista está seguro que, a diferencia de los ex mandatarios mexicanos, los nuestros estarán totalmente de acuerdo con esta necesaria reducción de sus ingresos.
Por Patricio Herman
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