Mario Acuña, tras ser brutalmente golpeado por Carabineros en Buin durante el estallido social, quedó en estado vegetativo sin que hasta ahora los culpables de su agresión enfrentaran a la justicia, asunto que cambiará a comienzos de marzo, cuando tres funcionarios policiales sean formalizados por delitos de lesiones graves y tortura.
La Fiscalía Occidente formalizará a tres funcionarios de Carabineros por los delitos de lesiones graves gravísimas con ocasión de tortura por hechos ocurridos en pleno estallido social.
En específico, se trata del caso de Mario Acuña, hombre que tras ser golpeado en medio de manifestaciones registradas en la población Jorge Washington de la comuna de Buin, el día 23 de octubre de 2019, quedó en estado vegetativo.
La audiencia de formalización contra los tres funcionarios de la institución se llevará a cabo los primeros días de marzo.
Cronología de los sucesos
El 20 de octubre de 2019, tras un incendio en una bodega de la empresa Kayser de Renca, cinco personas fueron encontradas calcinadas. Los hechos generaron consternación en todo el país, y también en la población Jorge Washington, donde vive Mario y su familia.
El 23 de octubre se organizaron en el sector para prender velas en nombre de estas y otras personas fallecidas. Muchos vecinos llegaron a la plazoleta que se encuentra a la entrada de la población. Niños, jóvenes y adultos se encontraban compartiendo alrededor de una fogata. Los autos pasaban tocando la bocina en señal de apoyo. Mario estaba allí, con un tarro, un palo y un silbato.
La luz estaba cortada en el sector. El ambiente era tranquilo y familiar, pero cambió súbitamente cuando una niña gritó: “¡Los pacos!”. Una camioneta de Carabineros marca Dodge llegó a alta velocidad por la avenida Bajos de Matte, con las luces apagadas.
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La camioneta aún estaba en movimiento cuando un carabinero realizó los primeros disparos. Paola aún recuerda el sonido de los perdigones pasando por sobre su cabeza. Se le nubló la vista, y su única reacción fue correr en dirección a casa.
Carlos, primo de Mario, también estaba allí. Recibió un perdigón en la pierna. Tomó a su hija de 11 años y corrió hasta la casa familiar. Su esposa le abrió la puerta, entraron rápido y se escondieron al lado de una ventana que daba hacia la calle. Pasaron cerca de cinco minutos hasta que escucharon ruidos. Era Mario. Varios carabineros lo llevaban a empujones y patadas. Carlos escuchó que le gritaban: “¡Camina conchetumare, por escorias como vo’ tenemos que andar haciendo estas weas!”.
Paola logró llegar rápido a la casa. Estaba en el portón, mirando hacia la calle cuando vio a Mario. Venía con el rostro cubierto de sangre. Abrió la puerta y lo entró rápidamente. “Tía, me pegaron tres pacos”, le dijo él. Intentaron curarle las heridas, pero la sangre no paraba de salir. Tenía cortes en su cabeza. Por miedo, decidieron esperar hasta el día siguiente para acudir a un centro de salud.
Cerca de las 13.00 horas del día siguiente, un primo avisó que Mario estaba con convulsiones. Se había orinado y no era capaz de despertar. Llamaron a una ambulancia y salieron rumbo al hospital de Buin, desde donde los derivaron al Barros Luco.
La situación era muy grave. Tuvieron que conectar a Mario a un montón de máquinas. Desde el hospital les dijeron que no había muchas opciones, y les recomendaron firmar una serie de papeles ante un eventual fallecimiento. La familia se negó. Mario Acuña tenía 43 años, y la vida de él y de su familia cambió para siempre. Quedó en estado vegetativo.
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