¿Así que los profesores no trabajamos, Ivancito? Quisiera contarle a este personaje que el pasado 2020 la forma de hacer docencia se tornó un reto de aquellos, porque nadie estaba preparado para enfrentar el contexto de la pandemia. Así se reflejó también en la educación y con los y las colegas de Chile, que tuvimos que adaptarnos a la situación, edificando un sistema nuevo con el fin de llegar a los y las estudiantes, desafiando las adversas realidades desde las que nos desempeñamos en los diferentes rincones del país.
Érase una vez un senador acérrimo defensor y representante de la derecha cavernaria de Chile. Para mi desazón, me lo encontré a través de una pantalla por azar, como si el tiempo se hubiese sincronizado con las circunstancias para terminar escribiendo sobre dicho personaje tan insufrible. Ahí estaba en el matinal, sosteniendo con su descaro único esa declaración que una vez más es fruto de su plena ignorancia acerca de la labor docente de este país. Sí, Ivancito (posiblemente, si uno de mis escritores más amados estuviera vivo, así lo hubiese tratado en la ironía de alguna crónica), el mismísimo Moreira, con su discursito insoportable y propio de quien habla desde la burbuja de quien no conoce la realidad porque es más cómodo tapar la verdad con sus privilegios.
¿Así que los profesores no trabajamos, Ivancito? Quisiera contarle a este personaje que el pasado 2020 la forma de hacer docencia se tornó un reto de aquellos, porque nadie estaba preparado para enfrentar el contexto de la pandemia. Así se reflejó también en la educación y con los y las colegas de Chile, que tuvimos que adaptarnos a la situación, edificando un sistema nuevo con el fin de llegar a los y las estudiantes, desafiando las adversas realidades desde las que nos desempeñamos en los diferentes rincones del país.
Aprender a llevar a través de tecnología lo que se solía vivir en el aula fue una tarea titánica y es sabido que la experiencia de interacción y aprendizaje jamás será igual entre docentes y estudiantes, pero no nos detuvimos. Ahí continuamos, haciendo frente a las dificultades que se presentaron, adaptándonos a una forma nueva de vivir la pedagogía, siempre tratando de sacar adelante nuestro quehacer. Si en un año normal ya los y las docentes tenemos una carga horaria extensa, y que la mayoría de las veces continúa en lo que debería ser el tiempo libre y de descanso, imagínate, Ivancito, cómo fue perder la noción del tiempo entre el espacio personal y profesional. Algunos dirán que todos los teletrabajadores lo vivieron, y lo concedo, pero quiero recalcar que si este trabajo en años anteriores ya es extenuante, el año 2020 hizo que lo fuese mucho más. Y es que no es fácil estar en la incertidumbre constante, entre los contenidos a priorizar, la creación de actividades que mantuvieran la dinámica educativa, el trabajo administrativo, los mensajes y correos electrónicos de estudiantes y apoderados a horas impensadas, los casos críticos en medio de la pandemia, la precariedad, tener que soportar el menosprecio de esa gente que aún cree que las escuelas y colegios son guarderías y que los docentes somos cuidadores, además de los comentarios de políticos que no tienen idea de lo que es ser profesor y profesora en Chile, pero que por el cargo que tienen juran que pueden opinar lo que les dé la gana. No, Ivancito, no estás entendiendo: los profesores de este país no estuvimos todo el año pasado de vacaciones y, con lo planteado anteriormente, supongo que no es necesario reiterar las razones.
Como si fuera poco, el senador en cuestión reduce todo lo que está ocurriendo a sus delirios partidistas, porque claro, “los dirigentes del Colegio de Profesores son de izquierda”, como si algo así le diera derecho a hablar semejantes brutalidades del profesorado. Si la situación está tan crítica, y aún la posibilidad de volver al sistema presencial se torna compleja, eso no es un conflicto partidista ni de la izquierda aquí o allá. Sucede que las condiciones son azarosas y, aunque los y las docentes nos vacunemos, eso no asegura mucho más. Incluso, la relación entre los factores sanitarios y el quehacer cotidiano es un riesgo considerable. Actualmente, el país sigue con sus cifras de contagios y muertes constantes, pero eso pareciera no importar, porque esa obsesión de cumplir la entrada a clases presenciales en cierta fecha es mucho más fuerte.
¿Sabes cuántos(as) estudiantes tenemos por sala y cómo es el reducido espacio que tenemos los y las docentes para circular por ella? ¿Eres de los que creen que basta con hacer reducción de aforo en las aulas y asunto arreglado? No, Ivancito, y te diré algo que afortunadamente nunca he dicho a mis estudiantes: “estás reprobado”. Aunque, pensándolo bien, quizás ahí está la raíz del asunto: ¿tanto menosprecio a los y las docentes fue por alguna mala experiencia en la infancia o juventud? Si así fuera, ni siquiera eso te salva, es lamentable, porque por personajes así es que la sociedad chilena ha dejado de creer en la política, y es que de verdad resulta insólito que todavía haya quienes se sientan con plena libertad de menoscabar una labor tan importante, pero que muchos realmente desconocen cómo es.
Quizás no somos del mismo círculo y tal vez nunca coincidamos, pero hay algo más que quisiera expresar antes de terminar: quiero que el senador sepa que soy una profesora orgullosa y, aunque sé que las cosas hay que tomarlas de quien vienen, tampoco es justo tener que soportar estas faltas de respeto, porque de esa misma forma la política chilena pierde el respeto de la gente de manera irreversible. Al final, yo puedo afirmar que mis manos están limpias, he hecho mi trabajo honradamente y no tengo que andar recurriendo a raspados de olla turbios por ahí. ¿Podrías decir lo mismo con la frente en alto, Ivancito?
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