“No puede limitarse a la periódica entrega de un mandato representativo. La democracia se vive, no se delega. Hacer vivir la democracia significa imponer las libertades sociales”.
Salvador Allende Gossens; Segundo Mensaje al Congreso Pleno, 1972
Este 26 de junio se cumplen 114 años del nacimiento de Salvador Allende. A más de medio siglo del memorable triunfo del pueblo allendista, el 4 de septiembre de 1970, cuyo protagonista fue el pueblo, en un proceso acumulativo social y popular, de construcción de valores y de ideales éticos, que llevó al abanderado de los humildes y símbolo del socialismo transformador, a la presidencia de la República, al Dr. Salvador Allende Gossens, con un Programa Básico Popular, expresado en las 40 primeras medidas urgentes.
Un componente decisivo, fue la creación de los Comités de Base de la Unidad Popular (UP), como expresión unitaria de poder político y social en la base, en los barrios, en las poblaciones, en los centros laborales o de estudio. Se crearon más 15 mil Comités, con la participación de independientes y de las fuerzas populares.
Salvador Allende significó nobleza espiritual, una permanente reafirmación del compromiso incondicional con la emancipación, autonomía, liberación humana y de rebeldía del pueblo chileno.
Fue la primera vez en la historia humana, que un marxista llegaba por la vía institucional a la presidencia de La República. Para nosotros, Salvador Allende es un compañero, que rescata la memoria histórica, por su coraje y consecuencia, inteligencia y voluntad transformadora con humanidad. Rescatamos su visión, su dignidad, su vida y trayectoria, con sus obras.
Fue un líder enraizado en el alma nacional, de discursos sencillos y de gran valor didáctico y de riguroso orden analítico que recogía las aspiraciones populares. Su legado histórico, se funde en lo más profundo del pueblo, con la historia del Chile popular y transformador, para construir colectivamente, una primavera de esperanzas y de creatividad emancipadora.
Conspiraron, contra Chile, el gobierno norteamericano, el Pentágono, la Agencia Central de Inteligencia (CIA), el Buró Federal de Investigaciones (FBI), las instituciones económicas y financieras internacionales, el Banco Mundial, en acuerdo con la burguesía nacional, el ejército, marina, aviación y carabineros, entrenados en la Escuela de las Américas, donde se formaron la mayoría de los dictadores y torturadores, para convertir a las instituciones armadas en el brazo masacrador de la clase dominante.
Esta proeza, que cumplió más de medio siglo, fue el eslabón necesario para los combates futuros. En eso Salvador Allende tenía una convicción absoluta, en que se abrirán las grandes alamedas. El mejor homenaje a nuestro Compañero Presidente, para los caídos en las luchas sociales, es mantener la memoria popular, como la culminación de un proceso emancipador y de transformación social, que desarrolló la izquierda y que fue posible construyendo unidad.
El 11 de septiembre de 1973, el Presidente Allende murió heroicamente defendiendo nuestro gobierno, el mandato popular, el programa que el pueblo chileno, le encomendó. Han pasado más de 49 años, que el golpe de Estado cívico-militar de carácter genocida, se impuso a sangre y tortura y constituyó un revés dramático contra el pueblo y el atropello a la Constitución, mediante el derrocamiento del gobierno legítimo y la inmolación y el gesto de no entregarse del Presidente Salvador Allende, que resistió hasta las últimas consecuencias.
El bombardeo y el cañoneo contra La Moneda, así como la casa presidencial de Tomás Moro, dieron comienzo a un régimen tiránico, que desató el terrorismo de Estado con burdos y criminales montajes. Pulverizaron y se encarnizaron contra seres humanos. Miles de torturados, encarcelados, asesinados, detenidos desaparecidos, crímenes de lesa humanidad, allanamientos, exonerados, exiliados. Se instaló así, la barbarie, la impunidad y el despotismo.
La muerte del Presidente Allende, significó el atropello a la dignidad y de tiempos tormentosos, de penurias, humillaciones y oscurantismo. El 11 de septiembre de 1973, denunció y vaticinó la traición a la patria. Nos anticipó lo que vendría, un periodo gris y amargo y así fue.
El Allendismo, es también un sentimiento y una corriente política de la ciudadanía popular, de las libertades públicas y de la conciencia social.
Para que Chile sea democrático, debe regirse por una Constitución Democrática y Representativa de la voluntad popular. Sin embargo, aún nos oprime una institucionalidad castocrática, creada y heredada de la tiranía.
La memoria histórica, es una memoria adolorida, es un espacio de disputa contra los victimarios, sus aliados y su odiosidad hacia el pueblo, contra quienes pretenden esconder las crueldades de la mayor tragedia social de nuestra historia.
Se trata de reivindicar el protagonismo histórico de los sujetos y las organizaciones populares, e impedir que las injusticias y las impunidades continúen. La memoria no es sólo convicciones, es también sentimientos, para acallar lo oscuro. La lucha por los Derechos Humanos se alza contra la élite, que históricamente ha promovido e inspirado masacres, persecuciones y atropellos. Esa élite, que fue el cerebro criminal del terrorismo de Estado y de genocidios horrendos, otorgó poder a criminales y rufianes, para cometer tropelías a agentes del Estado, para construir entidades monstruosas, encanalladas, degradadoras de la sociedad y con prácticas criminales sin control.
Una izquierda no puede ser sólo denunciadora, sino que reconstruya el alma colectiva, el pluralismo, inspirado en un cuerpo de principios comunes, que se traduzca en propuestas concretas las insatisfacciones y los anhelos del pueblo.
La actual Constitución, fue construida sobre la sangre, las torturas, las delaciones y el odio de los golpistas contra el pueblo. La alienación, el desánimo y el contra-politicismo, le conviene a los que defienden el actual status quo.
Nada nos detendrá en aspirar a una sociedad sin temores, para exigir y luchar por derechos básicos y elementales. Se trata de restituir la soberanía popular secuestrada por el modelo económico y social de mercado, que imponen el agobio y el sobre endeudamiento a las familias trabajadoras.
Quienes nos resistimos a olvidar. Que continuamos honrando a los que enfrentaron el terror imperante
En muchos lugares del planeta, los memoriales, museos, monumentos los promueven los vencedores. En Chile, la re-significación de los lugares de oprobio, han sido peticionados por las organizaciones de víctimas del terrorismo de Estado y las organizaciones e instituciones que cuentan con caídos en dictadura. Hay que honrar a Salvador Allende y a las víctimas y luchadores sociales, reconocer a quienes ofrendaron sus vidas por un porvenir mejor, que reivindique los ideales y utopías inconclusas.
RICARDO KLAPP SANTA CRUZ
PRESIDENTE
CENTRO CULTURAL DE DERECHOS HUMANOS SALVADOR ALLENDE
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