“Hecha la ley, hecha la trampa” es un dicho muy popular en el ámbito judicial y perfectamente se puede aplicar en esta ocasión respecto al borrador definitivo de la Nueva Constitución y las Normas Transitorias adosadas a este, puesto que estas últimas permiten que los actuales parlamentarios y parlamentarias elegidas bajo la Constitución del 80, continúen en el ejercicio de sus funciones, al igual que la Constitución civil militar, hasta el año 2026.
Estas Normas Transitorias permitirán a la clase política institucional mover cuidadosamente sus piezas de ajedrez para ir materializando y moldeando a su antojo, mediante la dictación de leyes, algunos de los anhelos y deseos escritos por los convencionales constituyentes en la “hoja en blanco” de la Nueva Constitución. La supuesta soberanía popular depositada en las y los convencionales para la elaboración del borrador constitucional será así delegada, una vez más, en la clase política que forma parte del actual Poder Legislativo.
El 4 de septiembre próximo, a mi modo de ver, no será ninguna sorpresa el triunfo del Apruebo en el Plebiscito de Salida y el carnaval de alegría que se desatará cubrirá con la máscara del plurinacional y ecológico estado social de derechos la cara neoliberal del Chile actual.
Si bien se han definido importantes derechos políticos, sociales y culturales en el nuevo borrador, los que todavía deben ser además materializados mediante la dictación de normas o leyes en el Parlamento chileno, las características fundamentales y estructurales del sistema de dominación capitalista seguirán intactos. Baste solo recordar que quedaron explícitamente fuera de toda revisión para la elaboración de esta Nueva Constitución los Tratados Internacionales que se insertan y son funcionales al modelo neoliberal actual y, por otra parte, la nacionalización de la gran minería ni siquiera fue considerada en dicho texto constitucional.
Los sectores populares rebeldes que decidieron participar en estos procesos institucionales derivados del cupular Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución, independiente de consideraciones políticas y análisis de fondo del nuevo texto constitucional, seguirán con su inercia institucional y se unirán nuevamente en forma entusiasta a una polarizada campaña del Apruebo/Rechazo, al igual como lo fue la campaña del SÍ y el NO del año 88, la campaña del Apruebo/Rechazo del Plebiscito de entrada y la elección presidencial antifascista, “antikast”, donde fue elegido como presidente Boric, argumentando nuevamente una posición táctica coyuntural para terminar definitivamente con la Constitución del 80 (terminar con la constitución pinochetista será seguramente esta vez la consigna), la que (para ser más precisos) ha sido reformada en varias ocasiones (pero manteniendo intacto el modelo neoliberal) por los gobiernos civiles posteriores a la dictadura y que desde el año 2005 lleva la firma de Ricardo Lagos y no la del dictador Pinochet.
Otros sectores políticos, casi como un lastimero o patético llamado para justificar su opción electoral del mal menor, están llevando adelante una campaña por el “Apruebo sin Ilusiones”. Llegar a definir una consigna y una campaña de estas características, más que una decisión política profundamente analizada, pareciera ser un sarcasmo o una broma de mal gusto.
También hay otros lemas tan insólitos como “Apruebo para Mejorar” del Partido por la Democracia (PPD) y/o “Rechazo para Reformar” de la derecha tradicional representada por la UDI, RN y Evópoli. Habría que agregar “Apruebo por Aprobar” y Rechazo por Rechazar” para completar este arcoíris circense de consignas.
Como he planteado en numerosas reflexiones anteriores, la normalización del mal menor y de los cambios en la medida de lo posible se reafirmará una vez más en este nuevo y obligatorio ejercicio electoral del próximo 4 de septiembre.
Restará solo por conocer más adelante -durante el desarrollo posterior y en la nueva coyuntura que se abrirá luego del triunfo del Apruebo en el Plebiscito de Salida- cómo se expresará en la práctica concreta el popular dicho “hecha la ley, hecha la trampa”, con la materialización y puesta en marcha de la Nueva Constitución Política chilena.
Guillermo Correa Camiroaga, Valparaíso 21 junio 2022
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