“Si la riqueza fuera el resultado inevitable
del trabajo duro y la iniciativa,
todas las mujeres de África serían millonarias”
George Monbiot
Dado el despertar político que vive el país, hace rato que se habla críticamente de una pequeña élite privilegiada. Esto es tan evidente en el caso de los multimillonarios, dueños de este fundo llamado Chile y patrones de la clase política, que no merece ser tratado aquí. Aunque en una escala menor de privilegios, tampoco nos referiremos a los simples millonarios.
En cuanto a la clase media alta, y hasta de cierto grupo de clase media, se da una especie de zona gris… Al menos desde su autodefensivo punto de vista: se sienten ofendidos por la etiqueta de “privilegiados”. Reclaman que ello no correspondería a la realidad y menos su complicidad en las injusticias del país. En su opinión no son malas personas y no pertenecen a la élite; su presente material se explica a partir, única y exclusivamente, de su esfuerzo[1].
Invitamos a esas y esos ofendidos a reflexionar acerca de cómo ha sido su vida mediante unas sencillas preguntas.
Desde que tengan algún recuerdo, piensen en los siguientes aspectos de sus vidas:
- ¿Cuántas veces comían al día, qué tipos de alimentos consumían, alguna vez sufrieron hambre, qué tan regularmente comían en buenos restoranes?
- ¿De qué calidad era su ropa, en qué tiendas la compraban, alguna vez no tuvieron la suficiente o la adecuada para el clima?
- ¿Cómo se recreaban, viajaban de vacaciones, tomaron clases particulares de baile, idioma o de algún instrumento musical (con uno propio), hicieron algún deporte que requiriera implementación costosa?
- ¿Cómo era la infraestructura del establecimiento escolar donde estudiaron, en qué barrio se ubicaba, era posible realizar actividades extraprogramáticas, tuvieron gira de estudios, en qué barrio vivían sus compañeros y en qué trabajaban sus padres?
- ¿Tuvieron atención médica de calidad y oportunamente, tuvieron acceso a los medicamentos y exámenes necesarios en caso de enfermedad?
- ¿Su barrio tenía áreas verdes, mobiliario urbano, servicios, las calles estaban pavimentadas, podían jugar en la calle y llegar de noche sin temor, tenía buena conectividad?
- ¿De cuántos metros cuadrados era su hogar, con cuántas piezas, el mobiliario era suficiente, tenían acceso a internet, a equipos computacionales y libros, pasaban frío?
- ¿Podían recurrir a parientes, amigos o conocidos bien situados social y económicamente en caso de problemas, favores o buscar trabajo?
- ¿En qué trabajaban sus padres, cuánto ganaban, tenían un auto o más de uno, podían acceder a créditos, eran profesionales, podían comprar una segunda propiedad, les daban mesada, les dejaron alguna herencia, qué tipo de crianza y valores les dieron?
- ¿Cómo pagaron su educación superior, tenían o no auto o buena locomoción para llegar a clases, pudieron comprar libros o fotocopiar si lo necesitaban?
- ¿Cómo consiguieron el dinero si tienen un emprendimiento, quién los apoyó, usaron algún contacto?
- ¿A qué edad fue la primera vez que viajaron en avión y fuera del país, en qué tipo de lugares se alojaron?
- ¿En qué trabajaban sus tíos y los padres de sus amistades, tenían educación universitaria o negocios, cuántas generaciones de profesionales antes que Uds. hay en su familia?
Una vez que hayan repasado el listado (no exhaustivo) de arriba, piensen en lo siguiente: ¿qué hicieron para merecer su tipo de vida? ¿Fue fruto de su propio esfuerzo y dedicación como güagüas, niños y jóvenes? ¿Por qué otras güagüas, niños y jóvenes no tuvieron ese pasar? ¿Cómo influyó todo eso en las expectativas o planes que Uds. y sus familias tuvieron para su futuro? ¿En qué manera o grado contribuyó todo eso a su vida actual?
Bueno, justamente, de eso se trata cuándo se habla de privilegios. Espero que ahora no sea complicado entenderlo. El azar, ¡el bendito azar!, colocó a unos pocos en una situación aventajada en comparación a muchísimos otros.
Esa gente privilegiada no tiene nada que ver con el origen de esa buena, regular o mala situación. Pero sí tienen que ver con lo estructural: nuestras decisiones pueden reproducir el orden socioeconómico injusto… Según a quién votamos, en la crianza que damos a nuestros hijos, en la forma en que hacemos negocios y con quiénes, en dónde compramos o en el trato que damos a nuestros subalternos y el salario que les pagamos, etc.
No se trata de que si Uds. son personas afortunadas sean perversas ni mal intencionadas por su historia de vida o su presente, tampoco directos y únicos culpables de las injusticias del país. Ni se trata de que sean multimillonarios. Simplemente tuvieron una mejor vida en comparación a la gran mayoría de nuestros compatriotas… y solo porque el azar ―sí, lo reiteramos, grábenselo bien, el azar― los hizo nacer y crecer en cierta familia y no en otra.
¡Enhorabuena por su buena suerte!
El punto es que la suerte de unos pocos tiene directa relación con la estructura socioeconómica de nuestro país. Es decir, con la manera en que se distribuyen los beneficios materiales y las oportunidades o con quiénes acceden a la mayor parte de aquellas, quiénes a menos y quiénes a casi nada. Parte de esa estructura implica que, en general, esa situación se reproduce en el tiempo a través de las generaciones de cada familia[2].
Es hora de que dejemos de tener fe en que los salarios dependen de la productividad, en que el esfuerzo llevará inexorablemente al éxito o en que nuestro presente material es exclusivo fruto de nuestras capacidades. Las ideas fantasiosas y la ética individualista transmitidas como cuestiones científicas en Econ 101[3] y en la cultura neoliberal, no pasan de ser mitos o una postura ideológica.
A pesar de que les pueda parecer increíble a quienes pertenecen a la clase media alta, su nivel de vida corresponde a una afortunada minoría del país. Basta recordar que según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), durante 2020 el salario promedio en Chile fue de $ 635.134 neto mensual y que el sueldo del 50% de quienes trabajan (la mediana estadística) fue igual o menor a $ 420.000.
Para finalizar, recalquemos una verdad del porte de una catedral: salvo casos anecdóticos la clase media alta es privilegiada en el sentido aquí expuesto… Al contrario de millones de chilenos o de las millones de africanas de la cita de Monbiot que encabeza este escrito.
Por Andrés Monares
[1] En este grupo no faltan quienes, con la osadía de la ignorancia y el clasismo, afirman que “Los pobres son flojos”. Sin ir más lejos, en estos días un actor ―¡y estamos siendo en extremo generosos al llamarlo así!― ha dado pie a una polémica por discurso clasista y meritocrático… Cuando él mismo estudió en un costoso colegio privado que se correlaciona a la posibilidad de pertenecer a la élite del 1% del país.
[2] Las historias de personas que empezaron de muy abajo y por su esfuerzo llegaron a ser millonarias, son excepciones y no la regla. Y ni hablar de que es mera suerte que el talento u oficio de alguien sea valorado en su sociedad.
[3] Entre los economistas y en el ambiente universitario se conoce la cátedra de Introducción a la economía como Econ 101: su código en los catálogos de cursos.
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