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jueves, 30 de junio de 2022

Discurso de cierre de la Convención Constitucional de Jorge Baradit

    

Fuimos un grupo extraordinariamente diverso como nunca antes en la historia de Chile, que nos encerramos un año en una olla a presión a discutir nuestras diferencias. Distintas culturas, oficios, clases sociales y orientaciones políticas. Solo imaginen la cantidad de desencuentros y cuentas pendientes que afloraron. Una familia que jamás antes se había mirado al rostro para decirse todo y buscar acuerdos. Una familia que decidió que iba a resolver las diferencias por primera vez sin echar mano del fusil y lo haría cara a cara sin más herramientas que el voto popular y las ideas.

Por supuesto que hubo diferencias profundas, por supuesto que hubo discusiones que se salieron de control y palabras que nunca debieron ser dichas. Cometimos muchos errores y fuimos imperfectos, fuimos lo mejor y lo peor de un país que quiso verse representado así acá. Pero también porque la Convención fue un prototipo que debimos ir diseñando a medida que avanzábamos, por una carretera desconocida hacia territorios inexplorados.

Todos hemos visto el taller de un carpintero. Desordenado, manchado, lleno de escombros producto del trabajo y las peleas contra la madera. Pero el taller no importa, los carpinteros a veces desordenados, gritones como somos los chilenos tampoco y no seremos recordados, es la obra terminada, reluciente al centro de todo, lo relevante. Reciban esta Nueva Constitución como producto del profundo amor que los convencionales tenemos por nuestro pueblo, de los sueños de felicidad para todas y todos con que venimos soñando desde hace tanto tiempo. Porque por fin tendremos UNA posibilidad este 4 de septiembre, no dos o tres, solo UNA ÚNICA oportunidad para cambiarlo todo en favor de la gente. Nosotros no importamos, nos retiraremos honrados de haber podido servir a nuestro país desde la verdad.

Porque no es cierto que les expropiarán sus ahorros previsionales.
Al contrario, tendremos un sistema de seguridad social que protegerá tu salud y entregará pensiones suficientes y no las miserias que soportamos hoy.

No es cierto que tendrán que entregar sus segundas viviendas.
Por el contrario, tendremos el derecho a vivienda digna, será propia y podrán heredarla porque el derecho a propiedad está garantizado en la Nueva Constitución.

No es cierto que no podrán elegir la educación para sus hijos.
Al revés, se garantizó ese derecho, junto con un sistema público que garantiza la calidad y la gratuidad para que tus hijos incluso puedan ir a la Universidad de manera gratuita.

No es cierto que delincuentes podrán ser alcaldes.
Al contrario, queda establecido que los políticos corruptos no podrán postularse a cargo alguno y el código penal deja claro que ningún condenado podrá tener cargos públicos.

No es cierto que Chile será descuartizado en 11 países.
Por el contrario, todas las diferentes maneras de ser chileno serán reconocidas, valoradas e integradas en un solo Chile ÚNICO E INDIVISIBLE, como dice la nueva constitución.

Los miles de millones de pesos que tienen en sus bolsillos para difundir el terror, no podrán frenar esta primavera que se iniciará el 4 de septiembre.

¿Qué buscamos? Buscamos alcanzar la felicidad para todas las diferentes formas de ser chileno que han sido escondidas y despreciadas, ecualizando al Estado para que remueva los obstáculos que cada una de esas maneras enfrenta. “La igualdad no basta”, dijo Salvador Millaleo en una audiencia y tiene razón; si la igualdad fuera un árbol lleno de manzanas, es evidente que para quien tiene escaleras va a ser fácil, para otros no y ni hablar de una persona en situación de discapacidad. La igualdad no basta, hay que ayudar a todas las diferentes formas de ser chilenos a alcanzar su felicidad sin importar si es como tu de recursos insuficientes, o tu niño, niña o adolescente, tu mujer, tu trabajador, diversidad, pueblo originario, persona mayor, allegado o cualquier otra manera de ser chileno. No son ventajas porque nunca las has tenido; no es atentar contra la igualdad porque nunca hemos sido iguales.

¿Cumplí con mis promesas de campaña? NO, y estoy tranquilo porque aquí aprendí que no se trata de cumplir alguna promesa personal o implantar a contrapelo lo que yo creo que es la verdad. Se trataba de invitar a una mesa redonda donde todos tiráramos nuestras fichas y el éxito consistía en que el montón quedara al centro, donde nadie ganara, pero donde nadie perdiera, donde nadie se llevara el pozo sino todos. Para que el colectivo decidiera por el bien de todos y todas. Para ello renunciamos a mucho; ganamos y perdimos. Viva la democracia.

A los que no quisieron jugar deberán rendirle cuentas a la historia por buscar, como siempre, patear el tablero cuando están perdiendo. La derecha nunca quiso asumir que fueron minoría. No supieron serlo y renunciaron, en su profunda arrogancia y terquedad, a influir en el diseño de sociedad que evidentemente estaba primando por mandato popular. Algún día tendrán que responderle a su electorado por una decisión tan torpe y suicida que los volvió absolutamente irrelevantes.

Nosotros no tenemos odio, estamos llenos de una larga esperanza criada atravesando el desierto, con banderas empolvadas, morrales con penas y sacos de sueños oxidados. Doscientos años demoramos en llegar desde la Escuela Santa María hasta este edificio. Somos ruidosos, a veces nos disfrazamos, porque somos chilenos comunes, como ustedes, como todos, miramos la multitud porque sabemos que ahí está nuestro abuelo, nuestra madre y nuestro hijo con una bandera en la mano y ahí volveremos.

Ahora lo importante, lean la Nueva Constitución, huele a flores de primavera, pero nunca olviden que también huele a sangre sobre la que se ha levantado este país doloroso. Honremos lo que hemos perdido, tenemos el DEBER de soñar, como pueblo no tenemos más opción que la esperanza y no tenemos más refugio que la verdad.

Por todo esto, queridos compañeros y compañeras, yo apruebo este 4 de septiembre.
Viva Chile, Viva el pueblo, vivan los trabajadores.
Muchas gracias

 

Jorge Baradit

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