Justos son los tiempos y marcadas tienen sus horas.
Punta Peuco debe ser cerrado.
Incontables argumentos de tantas organizaciones de derechos humanos, de los familiares de las víctimas que fueron maltratados sin justicia, sin el legítimo derecho a la defensa, a los que fueron apaleados por carabineros hasta matarlos y llevarlos a los Hornos de Lonquén. Los que se encuentran desaparecidos y la búsqueda ha sido constante.
Gabriel suscribió un acuerdo para que se iniciara la búsqueda y hacer justicia en cada uno de los casos. No se trata de dar vuelta las hojas porque ese no es el camino correcto. La verdad sin lugar a dudas podrá ayudar a sanar a sus familiares.
Los asuntos son claros. En Punta Peuco están algunos de los militares y carabineros que con muy precarias razones inventadas por ellos y sus superiores, se dieron la criminal tarea de generar el terror. El terrorismo lo inventaron ellos. Detener a una persona y trabajar su desaparición generaba terror, así lo escribía la Doctrina de seguridad Nacional. Eso fue un ejercicio de los militares chilenos que duró años.
La derecha ha intentado instalar el concepto de terrorismo para causas que obligan a los chilenos salir a la calle a protestar. Y sin Ley de nada provocan la ceguera, chilenos que vivirán con su visión disminuida.
Punta Peuco es el resultado de casi veinte años de tirar a todo lo que se movía y libremente dado que existió absoluta impunidad, El decreto para que exista Punta peuco fue firmada en gobierno de la concertación, y fue también alguien de el mismo bloque que cortó la cinta para hacer un modelo de cumplimiento de condena que NO existe absolutamente en ningún país, solo en Chile.
No cayó del cielo aquel decreto. Todo fue negociado, los militares obedecerían los dictámenes de los tribunales de justicia lo que obligaba a esos con estrellas en las gorras cruzar hacia los pasillos de un recinto militar. Lo negaron todo frente a los jueces, eran sencillamente jardineros, almaceneros, cocineros, hacían las guardias. Ninguno reconoció participación en sus crímenes. Los tribunales de manera seria y acuciosa, los fue capturando y dejando que la verdad opere
Los que cumplen condena no han perdido ni su rango y guardan orgullosos sus medallas. Reciben sus salarios generosos que el estado les entrega. Los bonos por el sacrificio por salvar a la patria se expresa en varios millones gastados por cada uno de ellos. Muchos han manifestado su contraria opinión ante la existencia de esta extraña prisión.
Rudolf Hess, la mano derecha de Hitler cumplió hasta el último día de condena. Se colgó de una ventana en la cárcel de Spandau. Pasó cuarenta años encarcelado para pagar sus crímenes cometidos bajo las órdenes de Hitler. La historia mundial quedó en paz.
No todos los criminales están presos, muchos andan arrancando y escondidos dejan que pase el tiempo Los encargados de detenerlos no han trabajado de forma correcta. Los familiares de las víctimas se sienten abandonadas. El cuadro de la impunidad es enorme. Para que aquello suceda están los políticos de la derecha, aquella que dice que Krassnoff es una buena persona y que no es posible que haya cometido un delito. Más de mil años de prisión debe cumplir por tantos y tantos crímenes cometidos.
Cerrar ese punto negro no necesita una Ley, no requiere un acuerdo transversal, no es necesario que los diarios y la televisión hagan de aquello más carne molida. Se hace necesariamente la voluntad política del presidente en que posiblemente haya que creer.
En la ciudad de Punta Arenas hay un detenido desaparecido y por ser uno sólo se pensaría que la búsqueda de los responsables sería más fácil. Cincuenta años buscándolo y sin respuesta, la ciudad donde nació y se crio Gabriel. Los memoriales son importantes pero la verdad y saber dónde están los pocos huesos que deben de quedar hace entonces más angustiosa la necesaria búsqueda. La derecha pasa sus días sin importarles nada. Ellos saludan sus héroes en silencio, colaborando con ayuda sin necesidad como lo hace Gloría Hutt.
Este asunto es entre los hombres y mujeres dignos con los que prolongan el tiempo para que la impunidad haga su trabajo. Ellos quieren el olvido, piden un trato justo y que la memoria de un país en Cincuenta años no los maltrate y que actúe con reserva y respeto con los militares y carabineros.
Es que ya han pasado CINCUENTA AÑOS y cada uno de ellos no exento de dolor y memoria.
En manos del presidente y de la ministra de defensa nacional está la responsabilidad de cerrar aquella cárcel. Chile tiene muchos recintos penales donde hay espacio para ellos. Hay hospitales públicos y atención médica en todos los recintos penales.
Esperamos un gesto digno. En asuntos de derechos humanos no hay tregua.
Por Pablo Varas
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