El metro de Santiago se paraliza y la exasperación es palpable. Más de un millón de personas, según los datos de Metro de Santiago, están en tránsito día a día, yendo a algún lugar, a algún destino, a cumplir algún propósito. Otros, sentados frente a las pantallas de sus teléfonos, ven con frustración los informes en las redes sociales sobre la suspensión de la línea 5 y se lamentan por el retraso que la interrupción del servicio significa para ellos.
Ayer, la línea 5 fue paralizada por otro suicida. Por una persona que decide, en las vías del metro, terminar con su vida.
Esa persona ayer fue Jorge Salvo, una de las más de 400 víctimas de mutilación ocular por parte de las fuerzas del orden en el contexto del estallido social de 2019. Esa persona, Jorge, no era un suicida anónimo cuyo caso sería relegado a las páginas oscuras de la crónica roja. A Salvo lo conocíamos, porque era de Maipú y tuvimos la oportunidad de entrevistarlo en su momento.
Gracias a esa entrevista, conocimos la terrible historia de cómo, el 17 de enero, Salvo salió del pequeño cuarto que alquilaba en el centro para encontrarse con una amiga. En aquellos días, Salvo era uno de los miles que se habían convencido de que protestando podrían cambiar un país donde la desigualdad es y parece ser eterna.
Perdió a su amiga en medio de la marcha y comenzó a buscarla. Fue en esa búsqueda donde empezó su pesadilla. “Estaba buscándola en medio de la multitud y de repente me encontré frente a las fuerzas de Carabineros. Vi a un carabinero a unos 20-25 metros de mí, apuntándome con su escopeta directamente a la cara. Me giré hacia la derecha para huir y de repente sentí un golpe en el lado izquierdo”, nos relató hace dos años.
Ese golpe era un carabinero con una escopeta. Era un cartucho golpeándole el rostro. Desfigurándole, destrozándole la vida. Su hija, en aquel momento de apenas un año y medio, era una fuente de dolor. Hasta alimentarla se convertía en un desafío. No podía encontrar su boca. Y se llenaba de pena.
Quizás el dolor más profundo era mirarse en el espejo. Y no reconocerse. Ver ese vacío, ese ojo que ya no estaba. Tal vez lo más doloroso era saber que nadie había sido declarado responsable de su desgracia. Hoy pienso que lo que más pudo haberle dolido fue el abandono. Porque el estallido ya pasó, la constitución que prometía un poco de justicia fue rechazada y los jóvenes que arriesgaron su piel en el proceso están presos o mutilados.
Jorge Salvo: “Que la gente no tenga miedo”
A pesar de su terrible calvario, seguía creyendo en la protesta. “Dejaría un mensaje a la mayoría de la gente. Necesitamos cambios radicales y los necesitamos ahora, porque si no, esto se repetirá y habrá otras 500 personas más con trauma ocular. Quinientas familias más llorarán porque su hermano, su primo, su tío o su papá ha perdido un ojo. No podemos seguir así, no podemos seguir viviendo con miedo, no podemos salir a manifestarnos con miedo a ser disparados”.
El día de la entrevista, nos dijo que “no se puede seguir viviendo con miedo”. Ayer, Jorge Salvo decidió no seguir viviendo.
Y aquí estamos. Escribiendo desde el más profundo pesar. Reflexionando sobre el trato que el Gobierno le ha dado a las víctimas de trauma ocular. Sintiendo un dolor insufrible porque estos jóvenes fueron carne de cañón. Fueron los que estuvieron en primera línea luchando por un cambio que nunca llegó. Y el Frente Amplio, a cargo del Gobierno, los ha ido olvidando, con una mano en las encuestas y la otra en el cálculo político que consolida gobernantes, pero que hunde convicciones.
Salvo y muchos otros pidieron un Chile más justo. Un Chile donde hoy la extrema derecha campa a sus anchas y donde casos como el de Jorge quedan en el olvido.
A Jorge le falló el Estado, la Justicia, la sociedad y los medios. Porque todos nosotros hemos ido dejando atrás lo que sucedió, atrapados en el discurso de la extrema derecha que prevalece en el país.
Lo último que supimos de él es que fue parte de la toma que hubo en el Instituto Nacional de Derechos Humanos, organismo que atravesó una profunda crísis cuando el director de la época, Sergio Micco (Amarillos por Chile), declinó hablar de violaciones a los DDHH en el estallido.
Dedicamos esta columna llena de pena y dolor a la memoria de Jorge. A su familia, les deseamos fortaleza en este momento desolador. Y a la izquierda que gobierna, les instamos a tener el valor para ir contra la corriente y ayudar a todos los demás Jorges que fueron mutilados en medio del abuso más grande cometido en Chile post dictadura. El estallido social será una herida si no hay justicia y reparación.
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