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jueves, 1 de junio de 2023

Teatro Ictus revisita “Primavera con una esquina rota” a 50 años del Golpe

 

Teatro Ictus revisita “Primavera con una esquina rota” a 50 años del GolpeCULTURACréditos: Bastián Yurisch


El teatro más longevo de Latinoamérica se alista para presentar –en un montaje dirigido por Jesús Urqueta y cuyo elenco cuenta con Paula Sharim, Nicolás Zárate, María Elena Duvauchelle, Roberto Poblete, Daniel Muñoz y Camila Oliva– una adaptación escénica de la novela de Mario Benedetti, publicada en 1982. El montaje, que se estrena en sala este 1 de junio, hace –según los artistas que lo integran– un doble ejercicio de memoria: tanto de la sala La Comedia, que acumula más de 60 años de historia sobre sus tablas, como del medio siglo que se marca este año tras el quiebre de la democracia por el golpe de Estado de 1973.


Este jueves se estrena en la sala La Comedia, del Teatro Ictus, un nuevo montaje de Primavera con una esquina rota, adaptación teatral de la novela homónima de Mario Benedetti, que plantea dos relatos sobre el exilio y la persecución política en el Uruguay de 1973.

La historia se sitúa en dos lugares: por un lado está Santiago, su protagonista, prisionero en una cárcel uruguaya. Su familia, por otro lado, vive el exilio en México. El montaje, que se presentará en Merced 349, es un ejercicio de memoria histórica y del teatro en el país: uno de los episodios más duros y recordados de la dictadura chilena para el mundo de las artes escénicas ocurrió cuando, en 1985, durante la temporada en que Ictus desarrollaba la obra, el actor y protagonista, Roberto Parada, se enteró del asesinato de su hijo, José Miguel Parada, en el contexto del caso Degollados.

La puesta actual, que está dirigida por Jesús Urqueta, surge como parte de la nueva línea programática que el espacio impulsa desde el año pasado y que se inauguró con la puesta en escena de Pedro, Juan y Diego, obra creada de forma colectiva por la compañía en 1976 y cuya versión del 2022 también cuenta con la dirección de Urqueta.

Lo anterior “es un proceso de activar una nueva mirada generacional: llegaron nuevas personas a trabajar al Ictus: llegó Emilia Noguera, llegó Nicolás Zárate, que están haciendo una nueva visión junto a Paula Sharim, donde a partir de revisiones de los clásicos se va dando un eje a lo contemporáneo”, sostiene el director.

-¿Cómo se aproximan a una obra que está tan marcada en la historia del teatro chileno y en la historia del Ictus?
-La mirada que planteó la dirección tiene que ver con hacer un ejercicio de memoria, no como solo revisar el pasado, sino que desde el presente mirar lo inconcluso para proyectarlo al futuro. Esa es la figura que estamos haciendo: cómo desde hoy día rememoramos al Ictus, y lo rememoramos con Primavera con una esquina rota en el contexto de los 50 años. Vemos qué cosas inconclusas –que todavía estallan en este presente– hay en la historia del Ictus y hay en la obra.

Asimismo, el director Jesús Urqueta apunta que la actual representación constituye un nuevo montaje con elementos que se diferencian del original, como la reducción de personajes y algunos trastoques de escena. “Está el texto completo de lo que se hizo el 84: es una nueva versión que no pierde para nada el espíritu original, porque es hablar de la dictadura con una puesta en diálogo hacia el Uruguay, pero finalmente se habla de Chile, sobre todo pensando en estos 50 años”, indica.

Por esto el montaje “es muy diferente: nosotros nos planteamos entenderlo como un ejercicio de memoria, donde nos plantamos como ciudadanas y ciudadanos desde el presente. Lo que tú ves son los cuerpos de los actores reales y artistas reales sin ánimo de construir un personaje. Desde su propia energía prestan sus cuerpos para contar esta historia”, agrega.

Según Urqueta, tanto el diseño como el trabajo sonoro “no buscan ilustrar el Uruguay, sino trabajar con sensaciones emocionales, priorizando que no haya personajes en la escena. Que sean personas que se miran, que se hablan y donde se resalte el tema que es el exilio y que, finalmente, es que todas las tragedias que ellos están pasando –incluso hoy día– tienen que ver con ese 11 de septiembre de 1973”.

-Primavera con una esquina rota, a pesar de todo, con su título sugiere cierta esperanza. ¿Hay algo de eso en la obra?
-Las grandes conversaciones que hemos tenido tienen que ver con que en 1984, pese a todo, había un lugar de esperanza: salir de ese lugar terrible que era la dictadura. En el 2023, al menos para mí como director, hay una derrota de ese sistema que se luchó. En lo concreto hoy este grupo que peleaba por un Chile mejor está derrotado. Es una historia de derrotas con posibilidades de triunfo, con primaveras, pero sobre todo con la frase de la esquina rota muy presente. Hay impunidad, no hay justicia, hay cuerpos que no aparecen, hay cómplices civiles que están en puestos de poder.

La esquina rota

La directora de Teatro Ictus, Paula Sharim, cuenta que su personaje en la obra –Graciela– constituye una oportunidad para reflexionar sobre el rol de las mujeres en el contexto de las irrupciones totalitarias: “Ella representa el desmembramiento de las familias producto de estos regímenes totalitarios, los golpes de Estado y no solo en Chile, sino que en Latinoamérica”.

“Para mí el mayor interés es poder descubrir cómo pudieron sobrevivir con tanta adversidad ante tanto dolor. El ver crecer a los hijos en el exilio, perder el amor. Creo que ella representa también la fortaleza de las mujeres”, expresa Sharim.

En cuanto al montaje presentado en los 80, la decisión de Parada de continuar con la función a pesar de la noticia del asesinato de su hijo es, hasta hoy, un ejemplo que el mundo del teatro rememora con respeto y consternación. Ese día, relata la actriz, “lo recuerdo como si fuera ayer, porque había nacido mi primera sobrina; y fue el horror. Vivimos horrorizados durante mucho tiempo. La obra era muy fuerte y la verdad es que en Chile a mí siempre me daba mucho miedo”.

“Ahora lo veo como una valentía, pero encontraba que era algo que nos perturbaba mucho la vida a nosotros como familia, porque era estar expuesto a mucho temor, mucho peligro, mucho de todo en relación a lo que pasaba en este país”, señala.

“El tiempo nos demostró que la vida era más fuerte y yo sigo teniendo una mirada esperanzadora, aunque algo frustrada, pero sigo esperando que las cosas puedan mejorar. Ahí el director y yo tenemos distintas miradas. También es una cosa generacional: yo soy partidaria de que todo lo que uno pueda elegir de lo positivo, lo elija. Pero en el montaje lo interesante es que la propuesta de Jesús al espectador deja abierto lo que se quiera interpretar”, destaca la actriz.

Y precisamente los espectadores van a contar con dos instancias especiales, aparte de las funciones, de reflexión en torno a la obra: para quienes hayan visto el montaje que se presentó en la sala La Comedia entre 1984 y 1985, el teatro presentará una actividad especial de mediación el 30 de mayo y al terminar la temporada.

“Vamos a tratar de anclar un poco lo que entendieron en aquel tiempo y lo que interpretan ahora. Queremos ver cómo modifica el tiempo y el público las creaciones arriba del escenario, porque tenemos la teoría –que es bien discutible, según algunos teatristas– de la acción modificadora del público: que ninguna función ni ningún desarrollo de obras es igual. La obra, según el lugar, momento, lo que esté pasando afuera, el clima, el público la va nutriendo”, comenta Paula Sharim.

La llegada de la primavera

Para la preparación del montaje –dice Daniel Muñoz– el proceso de conversaciones fue largo y sustancioso. “A diferencia de otras compañías en que me ha tocado estar, donde la acción, el movimiento es algo muy utilizado, acá se conversaba mucho. Se generó primero una atmósfera de camaradería y amistad muy fuerte en torno a la historia. Después entramos al análisis: a la conversación del texto, a entender su política, el subtexto, el contenido relacionado, y en base a eso se empezó a mover la obra”, cuenta el actor.

De acuerdo a Muñoz, los actores “somos testigos de lo que está ocurriendo, casi no hay mutis en la obra. Estamos todo el tiempo ahí en escena. Cuando llega el momento de la teatralidad, nos enfocamos en eso, pero en la mayoría de la presentación estamos ahí: decidimos que como testigos de algo que queremos entregar”.

“Es muy brechtiana la propuesta, hay mucho distanciamiento para que el contenido se entienda muy bien. Son los actores quienes están contando una historia que involucró el fenómeno de la actuación al nivel máximo, que ocurrió en Chile y que ocurrió en este teatro con la compañía”, explica.

Su personaje, comenta, hace un homenaje a Nissim Sharim, el histórico director de Ictus que encabezó el espacio por décadas y que protagonizó la versión teatral en los años 80. “(Santiago) es el espíritu de la revuelta, es el gran luchador al que le llegan los palos y se para y vuelve a caer. La ilusión que todo momento llevamos consigo frente a unos ideales. Santiago es el que sufre la represión y pierde a su familia. Es, en cierto modo, el gran perdedor, pero es el héroe de esta historia. Es el personaje que simboliza, un poco, a tantos y tantas actores y actrices de la contingencia de este teatro realista que vive este país”, relata Muñoz.

La visión de la esperanza en la puesta, comenta el actor, implica “hablar sobre sobre el exilio, puntualmente, pero no en los momentos, sino que como un Chernóbil que por años sigue trayendo secuelas. Es así de poderoso: destruye a los seres humanos, a la familia, es una manera de tortura, es una manera de crimen organizado que cae sobre gente inocente”.

-El teatro en Chile, no solamente en dictadura sino que hasta el día de hoy, ha sido un agente muy importante en el ejercicio de construir memoria. ¿No hay un desgaste?
-Sí, es evidente que hay un desgaste. Las personas, que son quienes hacen teatro, los artistas, se cansan de pelear y ahí aparecen los héroes de verdad. Los amigos, las amigas, otros artistas que te levantan, te impulsan, te contagian y uno vuelve a empezar. Creo que es la naturaleza humana: es lo mismo en todo orden de cosas. Es como una lucecita que tiende a apagarse, pero basta que se acerque otra y convive esa flama y se renueva. A mí me ha servido mucho compartir con colegas que no conocía, con gente joven, entusiasmarme nuevamente con la función del teatro que es, sobre todo en estos tiempos, crear memoria. Si no fuera por nuestros abuelos, hay muchas cosas que no recordaríamos. Esas historias que se cuentan –que cuenta nuestro gran abuelo, el teatro–, nosotros somos los responsables de preservarlas. Ahí uno se llena inmediatamente de entusiasmo. De alguna manera la esperanza también está ahí.

Primavera con una esquina rota tendrá funciones desde este jueves 1 de junio a las 20 horas, de jueves a sábados, en la sala La Comedia del Teatro Ictus, ubicado en Merced 349, Santiago centro. Dirige Jesús Urqueta. El texto fue adaptado por Emilia Noguera y el elenco lo componen Daniel Muñoz, Paula Sharim, Roberto Poblete, María Elena Duvauchelle, Nicolás Zárate y Camila Oliva.

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