La Nación Por Carmen Sepúlveda Ninguna lloró en público. Sólo Paula Pacheco, la delgada chiquilla que se unió al comando al final de la competencia. Ninguna lloró porque saben enfrentar dificultades, esta derrota es una más para ellas, han pasado por tantas. Anita González, el rostro femenino más maduro que representa a los familiares de detenidos desaparecidos, luego de escuchar el primer cómputo con un cigarrillo ultrafuerte en una mano y bastón en la otra, señaló estar desorientada. “La gente confundió oro con oropel”, dijo y con eso no hay nada que hacer.
Con la misma seriedad Macarena Carvallo se tomó varios minutos para poder echar una frase “recibo esta noticia con tristeza, porque se hizo todo el esfuerzo y más”, reconoció. En cambio, la actual directora del Museo de la Memoria Romy Schmidt sentenció que esta elección fue escalofriante, pero con el cómputo en todas las pantallas pensaba que se podía repuntar, sin duda fue la más optimista.
Las mujeres de la Concertación parapetadas en el Hotel San Francisco, sede del comando de Eduardo Frei, no daban más de desconcierto. La actriz Delfina Guzmán tuvo que guardar su maraca azul en la cartera y enfrentar este nuevo panorama político y este nuevo Chile con un, como dice ella, desamparo enorme. “El gran problema es quiénes gobernarán con Sebastián Piñera”.
El temple de cada una mostraba dignidad y respeto, nadie se mandó un garabato ofensivo. Carolina Tohá estaba seria, pero seguía con el protocolo amable que se utiliza en estos casos. Potenciada como una figura fresca, atractiva en argumentos y una fuerza que no entra en su delgada silueta guardó una compostura envidiable, como si se hubiese operado recién de los nervios. Miraba al horizonte como si pensara “son sólo cuatro años”.
En el comando imperaba un silencio incómodo. El bar fue el amigo de muchos, pero las mujeres figuraban tranquilas, sin histeria con ese perfil maternal de sacar adelante a su prole pase lo que pase.
En el escenario
Antes de que aparecieran los ex Presidentes Ricardo Lagos y Patricio Aylwin en el escenario, una ex socialista increpó a la audiencia. “Ustedes tienen la culpa de esta derrota, a mí me violaron, me torturaron y ahora tengo que ver que Michelle Bachelet le entregue la banda a la derecha” les gritaba de pie en uno de los asientos con todas las cámaras encima.
La mujer más popular y querida, Michelle Bachelet, se mostraba en el comando a toda pantalla felicitando al candidato ganador junto a Cecilia Morel, incluso esta escena bizarra de ver a Morel casi instalada en La Moneda no generó ninguna frase rabiosa en el viento. El triunfo de Piñera se asumió con adultez.
El triunfo de Piñera movilizaba a los automovilistas, pero las bocinas en la Alameda no impidieron que una vez que se sumiera la derrota se cantara el himno nacional en el comando. Paula Pacheco, entre lágrimas, dijo estar optimista de seguir trabajando para volver a ganar la confianza de la gente.
Para María Teresa Chadwick la semana que se viene tendrá una dosis de tristeza, pero se levantará con la misma fuerza que la tuvo trabajando tantos años en la Concertación: “se amanecerá triste, pero tengo que contener a la gente con quien trabajo y la vida sigue”. Su hija María José Viera Gallo, con siete meses de embarazo, sabe de gobiernos de derecha porque vivió ocho años en el Estados Unidos de Bush.
“Aquí -según María José- hay que trabajar por hacer una presión civil importante frente a todas las propuestas indecentes que vengan, hay que usar internet que es la mejor manera de hacer política de izquierda en esto tiempos. ¿Y saben chiquillos? Al que le faltó calle en la dictadura por ser muy chico esta es una óptima y gran oportunidad”.
Clarita Budnick fue la más tranquila de todas. Sorteó este panorama como parte de la democracia que fueron capaces de restaurar quienes derrotaron a la dictadura y que la respetan. Paula Narváez, con una cerveza en la mano, observó el resultado con mirada sociológica: contra los procesos sociales no se puede hacer nada, el pueblo habló y hay que hacerse cargo de eso.
Vea aquí los resultados de las elecciones
Con la misma seriedad Macarena Carvallo se tomó varios minutos para poder echar una frase “recibo esta noticia con tristeza, porque se hizo todo el esfuerzo y más”, reconoció. En cambio, la actual directora del Museo de la Memoria Romy Schmidt sentenció que esta elección fue escalofriante, pero con el cómputo en todas las pantallas pensaba que se podía repuntar, sin duda fue la más optimista.
Las mujeres de la Concertación parapetadas en el Hotel San Francisco, sede del comando de Eduardo Frei, no daban más de desconcierto. La actriz Delfina Guzmán tuvo que guardar su maraca azul en la cartera y enfrentar este nuevo panorama político y este nuevo Chile con un, como dice ella, desamparo enorme. “El gran problema es quiénes gobernarán con Sebastián Piñera”.
El temple de cada una mostraba dignidad y respeto, nadie se mandó un garabato ofensivo. Carolina Tohá estaba seria, pero seguía con el protocolo amable que se utiliza en estos casos. Potenciada como una figura fresca, atractiva en argumentos y una fuerza que no entra en su delgada silueta guardó una compostura envidiable, como si se hubiese operado recién de los nervios. Miraba al horizonte como si pensara “son sólo cuatro años”.
En el comando imperaba un silencio incómodo. El bar fue el amigo de muchos, pero las mujeres figuraban tranquilas, sin histeria con ese perfil maternal de sacar adelante a su prole pase lo que pase.
En el escenario
Antes de que aparecieran los ex Presidentes Ricardo Lagos y Patricio Aylwin en el escenario, una ex socialista increpó a la audiencia. “Ustedes tienen la culpa de esta derrota, a mí me violaron, me torturaron y ahora tengo que ver que Michelle Bachelet le entregue la banda a la derecha” les gritaba de pie en uno de los asientos con todas las cámaras encima.
La mujer más popular y querida, Michelle Bachelet, se mostraba en el comando a toda pantalla felicitando al candidato ganador junto a Cecilia Morel, incluso esta escena bizarra de ver a Morel casi instalada en La Moneda no generó ninguna frase rabiosa en el viento. El triunfo de Piñera se asumió con adultez.
El triunfo de Piñera movilizaba a los automovilistas, pero las bocinas en la Alameda no impidieron que una vez que se sumiera la derrota se cantara el himno nacional en el comando. Paula Pacheco, entre lágrimas, dijo estar optimista de seguir trabajando para volver a ganar la confianza de la gente.
Para María Teresa Chadwick la semana que se viene tendrá una dosis de tristeza, pero se levantará con la misma fuerza que la tuvo trabajando tantos años en la Concertación: “se amanecerá triste, pero tengo que contener a la gente con quien trabajo y la vida sigue”. Su hija María José Viera Gallo, con siete meses de embarazo, sabe de gobiernos de derecha porque vivió ocho años en el Estados Unidos de Bush.
“Aquí -según María José- hay que trabajar por hacer una presión civil importante frente a todas las propuestas indecentes que vengan, hay que usar internet que es la mejor manera de hacer política de izquierda en esto tiempos. ¿Y saben chiquillos? Al que le faltó calle en la dictadura por ser muy chico esta es una óptima y gran oportunidad”.
Clarita Budnick fue la más tranquila de todas. Sorteó este panorama como parte de la democracia que fueron capaces de restaurar quienes derrotaron a la dictadura y que la respetan. Paula Narváez, con una cerveza en la mano, observó el resultado con mirada sociológica: contra los procesos sociales no se puede hacer nada, el pueblo habló y hay que hacerse cargo de eso.
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