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lunes, 30 de noviembre de 2020

Opinión

 

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Crisis y resistencia cultural: la mascarilla como mordaza

por  30 noviembre, 2020

Crisis y resistencia cultural: la mascarilla como mordaza

Es curioso pensar que en un país tildado como “no lector”, con el impuesto al libro más alto en toda Latinoamérica, exista tanto interés por ferias del libro y festivales que apuntan al fomento lector y al segmento editorial, esto, a la luz de las más de 50 mil visitas a la 14º Feria del Libro Infantil y Juvenil de Talca, organizada por la Universidad Católica del Maule, este año en formato virtual.

Tras meses de precarización laboral y años de trabajo en negro que se revelan como la más cruda violencia, vemos a artistas y gestores sobreponiéndose, siendo parte de esta nueva propuesta online, en donde hay teatros y centros culturales que se encuentran en su mayoría con múltiples restricciones para su reapertura, manteniendo apuestas artísticas detenidas o suspendidas por impedimentos normativos.

Es curioso que, muy por el contrario, veamos aeropuertos, supermercados y malls abiertos a todo público. Nos queda pensar, ¿todo lo antes mencionado, tiene que ver con que es una comunidad de personas que ha dado a conocer su descontento con el descenso del presupuesto para cultura que hoy se discute, una comunidad que ha visibilizado la precariedad del sistema, pero que también ha mostrado la importancia de la cultura en tiempos de aislamiento, de confinamiento, de distanciamiento social? ¿Cómo sobrevivir este periodo sin cultura?

Sabemos –desde tiempos remotos–  el rol que ocupa la cultura en la conformación de la sociedad, pero también en el desarrollo de un ser humano integral. Sabemos su valor desde la creación, el patrimonio y muchas aristas más.

¿Bajo qué lógica se piensa a la cultura como un gasto y no como una inversión? ¿Qué pasará frente a un inminente rebrote con los y las artistas independientes, los elencos autogestionados, con músicos(as) de orquestas –que dedican años de trabajo incansable para ser parte de un elenco estable, agrupaciones folclóricas, cultores, artesanos y un largo etcétera–? ¿Por qué existen sectores prácticamente olvidados?

El recorte al presupuesto, la nula gestión por recuperar los dineros y la perpetuación de los fondos cultura, con bases antojadizas, con fondos de contingencia por la llegada de la pandemia de COVID-19, no son más que el síntoma de una contraparte que no dialoga, que ha invisibilizado a las asociaciones, mesas de trabajo y creadores; son el fantasma de un plan de emergencia que no cubrirá lo que viene, no existe ningún ejercicio por mejorar las políticas públicas en la base, que respalden un ingreso ético a sus artistas.

¿Qué será lo que las culturas y las artes vienen a develar en este momento de la historia tan particular? ¿No será, como todo retorno de lo reprimido, una ola de malestar en donde el arte muestra su componente político y eso resulta incómodo?

Mascarilla como mordaza (…) Diamela Eltit, Diálogos con la Literatura FILIT 2020.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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