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miércoles, 13 de enero de 2021

Opinión

 

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¿Es hora de mudarse de WhatsApp?

por  13 enero, 2021

¿Es hora de mudarse de WhatsApp?

Probablemente algunos ya lo recibieron en sus celulares. WhatsApp está dando un ultimátum a sus usuarios, hasta el 8 de febrero: ¡Compartan sus datos personales con Facebook (su empresa matriz) o pierdan sus cuentas! Si Facebook lo confirma, sería una decisión audaz, digna de ser contada.

Érase una vez un regulador antimonopolio que dormía profundamente, entonces, Mark Zuckerberg, el jefe de Facebook, aprovechó la oportunidad. Si una startup innovadora apuntaba su nariz a su mercado, todo lo que tenía que hacer en lugar de competir contra ella por precio e innovación, era comprarla con sus jugosas ganancias. No era el único: Apple, Google, Microsoft y Amazon hacían lo mismo. Por lo tanto, Zuckerberg se apresuró a adquirir primero Instagram en 2012 (por la pequeña suma de US$ mil millones –estábamos lejos del frenesí bursátil que iba a seguir en el mundo de la Tec–); luego, en 2014, WhatsApp, que ya era el servicio de mensajería más popular de la red.

Los fundadores de WhatsApp, luego de recibir US$ 19 mil millones, le habían hecho prometer a Zuckerberg una cosa: se preservaría la filosofía de WhatsApp. Ninguna publicidad, ningún uso comercial del sitio. "Te lo juro por mi madre", habría respondido Zuckerberg o casi con estas palabras.

La regulación de la competencia en los Estados Unidos se basaba en ese momento en un principio simple: el producto es libre, los consumidores están contentos, ¿quién se va a quejar? Ya se había olvidado que permitir un duopolio de Google/Facebook en la publicidad online (cuyo presupuesto mundial supera hoy al offline) aumentaba su costo para los productores, y por lo tanto para los consumidores. Pero bueno, pasemos.

Hoy los reguladores, despertados por los ciudadanos, abren los ojos sobre algo más importante: ¿en nombre de qué principio recogen estas redes sociales, sin nuestro permiso, nuestros datos personales? Y ¿qué uso les dan? Hay un doble problema: la protección de la privacidad y la competencia.

En diciembre de 2020, la Federal Trade Commission (FTC) y 46 estados de los EE.UU. han presentado casos antimonopolio contra Facebook, lo que podría conducir a separar WhatsApp, Instagram y Facebook. La llegada de Joe Biden como presidente aumenta la probabilidad de una acción tan drástica, similar a la que el presidente William Taft hizo con la Standard Oil de Rockefeller en 1911.

Zuckerberg, siempre hábil, busca tomar la delantera. Para que sus adquisiciones sean irreversibles, se ha comprometido desde 2018 a migrar todas las redes del grupo, WhatsApp, Messenger, Facebook e Instagram, a una única plataforma de software. Y, con un paso adelante que está dando hoy, obligando a los usuarios a aceptar que sus datos sean compartidos por todas sus redes. De ahí el ultimátum del 8 de febrero, al riesgo de reforzar el caso de la FTC.

Tenemos que tomar conciencia de lo que esto significa. Hoy, WhatsApp ya recoge nuestros números de teléfono, los que guardamos en nuestras libretas de direcciones, nuestros perfiles, nuestras fotos de perfil y las fechas de uso. WhatsApp podrá hacer un uso comercial de estos datos, lo que ningún operador telefónico hasta la fecha, Entel, WOM y otros, han podido.

Con el intercambio de datos entre WhatsApp y Facebook, iremos mucho más lejos. Por ejemplo, un elemento de la estrategia de Facebook es utilizar WhatsApp como aplicación de pago. Ahora está probando esta funcionalidad en Brasil. Los consumidores aplaudirán la conveniencia, pero, de acuerdo con lo que WhatsApp le informó a Apple Store, la mensajería se reserva el derecho de almacenar adicionalmente las compras realizadas, información financiera, lugar de compra y otros datos de uso.

Claramente, mejor que los bancos, Facebook podrá calificar, para uso publicitario, el comportamiento real del consumidor y, mañana, podrá construir puntajes de crédito. Este es un paso que Alibaba ha logrado dar en China a través de su filial Ant Financial, lo que arriesga sacar del mercado a los bancos tradicionales y competidores de publicidad. Los reguladores chinos tomaron medidas, obligando a Ant Financial a ponerse bajo el control del regulador bancario, que, como para cualquier banco, le obliga a compartir sus informaciones con otros bancos, bajo secreto bancario. Del mismo modo, impusieron una muralla china entre Ant Financial y Alibaba, quizás incluso obligando a Alibaba a vender su filial.

¿Qué se puede hacer ahora en Chile?

Uno, el regulador ya debe darse prisa. No hace falta decir que esto es más eficaz para los Estados Unidos, China y Europa que para los países de tamaño medio, que ahora corren el riesgo de quedar impotentes ante estos gigantes de la Tec. Aquí hay servicios públicos tan importantes como la comunicación, cuyas normas son definidas por operadores privados y extranjeros que están completamente fuera de su control.

Una primera medida es la protección de los datos personales, siguiendo el ejemplo de la legislación RGPD decidida por la Unión Europea. Ahora parece suficiente para evitar que el ultimátum de Facebook se aplique a los ciudadanos europeos. Nos gustaría que el Congreso chileno fuera más rápido en estos temas. La cuestión fue introducida por una iniciativa parlamentaria el 15 de marzo de 2017, aprobada por el Senado un año después. Y luego, nada más. Afortunadamente, a inicios del año, el Ejecutivo lo calificó como de suma urgencia. ¡Urgencia, en efecto!

Dos, el público chileno tiene los medios para reaccionar, ya pueden adoptar un servicio de mensajería diferente. Por ejemplo, Signal, una mensajería lanzada en 2015, que funciona de manera muy similar a Wikipedia o Firefox: propiedad de una fundación, sin fines de lucro y con código fuente abierto; además, utilizando las últimas técnicas criptográficas. O también otros. Tener un solo servicio de mensajería le permite capturar completamente el efecto de red, si todos adoptan la misma red. Pero nunca es prudente confiar en un solo proveedor.

La migración es técnicamente fácil, pero difícil en la práctica, ya que hay que persuadir a sus interlocutores más comunes de que también muden. Razón de más para hacer esto lo más rápido posible, para no estar atado de pies y manos al pulpo de Facebook.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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