A inicios de diciembre, un hombre que estaba contagiado de coronavirus sin saberlo, se mantuvo realizando su trabajo presencialmente, frente al resto de sus colegas. Solo lo supo cuando aparecieron los primeros síntomas y el examen de PCR dio positivo por coronavirus.

Pero ya era tarde. Durante las dos semanas en que fue a trabajar estando enfermo, generó dos brotes al interior de su empresa. El primero mató al menos a siete personas, casi el 20% del total de muertes por Covid desde que comenzó la pandemia en el condado de Douglas, en EE.UU., donde se produjo la dramática secuencia. El segundo brote obligó a poner en cuarentena a más de 300 personas. El condado no informó dónde trabajaba la persona.

Estos episodios generados por los llamados superpropagadores no son nuevos y aislados. El problema es que la mayoría de estos pacientes ignoran que tienen la enfermedad, pero también mantienen -como muchas personas- actitudes irresponsables y se reúnen en grandes grupos, sin las medidas preventivas que se han indicado durante la pandemia.

“La última y más preocupante tendencia es que estamos viendo casos en los que los residentes eligen ir al trabajo y al colegio cuando todavía están enfermos”, dijo Bob Dannenhoffer, oficial de salud pública en este condado, en un comunicado. “Ni siquiera podemos imaginar el tremendo remordimiento que estas personas están sintiendo en este momento, y simpatizamos con ellos”.

El condado de Douglas, con la mayor parte de su población en Roseburg, pasó los primeros días de la pandemia con relativamente pocos casos, pero el sur de Oregon no ha sido inmune al reciente aumento de casos observados en todo el estado y en todo el país. En los primeros ocho meses de la pandemia, el condado de Douglas informó 623 casos del virus. Pero solo en el último mes se han registrado 635 contagios.

Otros suprepropagadores como el que mató a siete colegas

En octubre pasado una menor de 13 años transmitió el coronavirus a 11 personas en EE.UU. durante una reunión familiar en un lapso de tres semanas.

Según un informe de los Centros para el Control de Enfermedades de EE.UU (CDC), existe una creciente evidencia de que los niños y adolescentes pueden transmitir de manera eficiente el Sars-CoV-2, el virus que causa la enfermedad por coronavirus.

De acuerdo al organismo, durante julio y agosto de 2020, el brote de Covid-19 ocurrió durante una reunión familiar de tres semanas que involucró a cinco familias, en la que una adolescente de 13 años era el índice y presunta paciente cero; la niña, concluyeron, logró contagiar a 11 personas en esta larga y distendida reunión.

El evento vacacional se llevó a cabo después de que la menor estuvo expuesta al virus durante un “gran brote” en junio. Cuatro días después de estar expuesta a este brote, la niña dio negativo en un test rápido de Covid-19 y junto a su familia viajó a una reunión con otros 15 parientes. Dos días después, comenzó a experimentar congestión nasal, el único síntoma que desarrolló.

La reunión involucró a personas entre nueve y 72 años, y 14 de los familiares se quedaron en una casa de cinco habitaciones y dos baños entre ocho y 25 días. Durante su estadía, ninguno de los participantes practicó el distanciamiento social ni usó mascarillas. Seis familiares más visitaron la casa en dos ocasiones pero mantuvieron el distanciamiento social y se quedaron al aire libre.

También en octubre, la prensa de ese país documentó un nuevo caso, el de una adolescente de 16 años de Nueva York, cuya fiesta de cumpleaños celebrada a fines de septiembre terminó con el contagio de coronavirus de 37 personas, según funcionarios del condado de Suffolk.

De los contagiados, 29 asistieron a la fiesta, la que se llevó a cabo en un centro de eventos llamado Miller Place Inn el pasado 25 de septiembre. Según las autoridades, al menos siete de los contagiados fueron contactos domésticos, mientras que un caso fue un contacto cercano de alguien que asistió a la fiesta, dijeron los funcionarios.