Hace unos días se contactó conmigo un periodista que parecía muy amable para pertenecer a La Tercera, y no es que tengan que hacerse los ofendidos porque uno dice eso. La cosa es simple: trabajan para quienes construyen y pavimentan el camino para la injusticia, para la opresión, para genocidios de otros pueblos.
Que difícil hablar de ética en estos días. Puedo no tener expertiz para opinar de muchas cosas, como de esa academia que tanto se valida en estos tiempos, pero por mi trabajo vinculado a la prensa, la calle me ha dejado una buena enseñanza.
Prensa “hamburguesa” he escuchado decirse entre los colegas periodistas que se desempeñan en La Araucanía para los medios oficiales. Lo hacen con buen humor, compartiendo espacios en muchos juicios y algunos sitios del suceso donde nos vemos las caras hace mas de 10 años. De la prensa independiente, en cambio, no voy a hablar acá. Para ellos podría escribir hasta una canción de agradecimiento por la tremenda pega que hacen.
No es fácil hablar con la prensa que no es independiente. Sabe uno, y la historia lo confirma, que su actuar no busca ser un aporte a construir sociedad, aun teniendo ese gran poder de comunicar y evidentemente de persuadir. Ellos simplemente lo botan a la basura por la tranquilidad de un sueldo mensual, o quien sabe la verdad de sus razones. Lo que está claro es que siempre hay gente que trabaja ahí. Sea como sea, es su decisión.
Hace unos días se contactó conmigo un periodista que parecía muy amable para pertenecer a La Tercera, y no es que tengan que hacerse los ofendidos porque uno dice eso. La cosa es simple: trabajan para quienes construyen y pavimentan el camino para la injusticia, para la opresión, para genocidios de otros pueblos.
En su amabilidad, me pidió conversar por los antecedentes con los que contaba respecto de Jorge Huenchullan Cayul, werken de Temucuicui. Me dijo que la fiscalía tenía muchas pruebas en su contra y que él verdaderamente quería entender cómo puede ser que existan causas y que luego no sigan adelante. En la desconfianza que significa hablar con el enemigo, le respondí luego de hablar con la comunidad y solicité que me enviara las preguntas por correo. Siempre es peligroso hablar por teléfono con un periodista de alguno de esos medios, en cambio, así, las preguntas son concretas y no salen con interpretaciones que evidentemente no buscan comunicar, sino desinformar y estigmatizar mostrando el lado que le conviene a quienes son sus jefes.
Contesté sus preguntas y me solicitó, nuevamente en su tono amable, conversar telefónicamente, a lo que accedí, pues es un deber intentar comunicar, aunque se hable con quién no se quiere hablar. Lo intenté, conversé con gran confianza. Me dijo que tenía esta oportunidad de escribir de un tema tan álgido, y le respondí: «espero que puedas aportar a esa paz que tanto dicen que buscan».
Al día siguiente, me envió un mensaje de texto diciendo que el reportaje ya no era suyo, sino de su editor, pues él tendría los datos que envió la fiscalía y que sacarían una cuña mía que no tenía que ver con el fondo, sino con su finalidad: criminalizar.
Me pidió disculpas y sonó convincente. Me dijo que si quería, que no volviera mas a hablar con La Tercera; medio de comunicación que este domingo 31 de enero emitió el reportaje racista y tendencioso denominado «Un werken bajo sospecha», refiriéndose al werken Jorge Huenchullan Cayul. Yo le dije: «seguiré haciéndolo, pues no es mi problema que ustedes mientan, por acá siempre se ha querido decir la verdad».
Los únicos cómplices del nulo reconocimiento del pueblo mapuche no son quienes habitamos este territorio, menos quienes nos vinculamos en su defensa. Llevamos años gritando las injusticias dentro de la institucionalidad, mientras la prensa oficial no solo calla, sino que inventa formas bastante poco elegantes para distorsionar la verdad y criminalizar a un pueblo.
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