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viernes, 3 de junio de 2022

Porque la libertad de expresión no existe; ni en la misma ONU

     

El Artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos se enfoca en la libertad de opinión y expresión. Desafortunadamente, esta libertad sigue siendo violada, aun en el siglo XXI, en los países en desarrollo tanto como en los países desarrollados. Y hasta en la sede de las Naciones Unidas.

Tras la visita del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos  a China los periodistas de las Naciones Unidas intentaron saber más sobre este viaje, de manera particular sobre la rueda de prensa que Michelle Bachelet dio en China. Desafortunadamente ninguna información fue otorgada a la prensa en la ONU.

“La rueda de prensa que hubo lugar en China con Michelle Bachelet fue cubierta por los medios de ese País”, especificó Ravina Shamdasani, portavoz de derechos humanos de la ONU, siendo incapaz de dar más respuestas a las preguntas de los periodistas en la sede de la ONU de Ginebra.

 

Una visita histórica: ¿Por qué no ser más transparente en eso?

“Me he comprometido a realizar esta visita, la primera visita de un Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU a China en 17 años, porque para mí es una prioridad comprometerme directamente con el Gobierno de China en cuestiones de derechos humanos, nacionales, regional y mundial. Para que el desarrollo, la paz y la seguridad sean sostenibles, a nivel local y transfronterizo, los derechos humanos deben estar en el centro. China tiene una regla crucial que jugar dentro de las instituciones multilaterales para enfrentar muchos de los desafíos que enfrenta actualmente el mundo, incluidas las amenazas a la paz y la seguridad internacionales, la inestabilidad en el sistema económico mundial, la desigualdad, el cambio climático y más. Espero profundizar nuestras discusiones sobre estos y otros temas, y espero que mi Oficina pueda acompañar los esfuerzos para fortalecer la promoción y protección de los derechos humanos, la justicia y el estado de derecho para todos sin excepción”. Así habló Michelle Bachelet en China.

Muchos fueron los que la criticaron: ¿ser más transparente podría ayudar a disminuir estas críticas? ¿Cuáles intereses políticos o económicos hacen que ciertas informaciones no sean divulgadas?

 

La visita a China: un ejemplo entre muchos del porqué la libertad de expresión no existe

La libertad de prensa es una de las principales libertades humanas. Surge del derecho de expresión y crítica que tienen todos los ciudadanos. La libertad se fundamenta en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. El artículo afirma que “toda persona tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión, lo que implica el derecho a no preocuparse por sus opiniones y el de buscar, recibir y difundir, sin consideración de fronteras, información e ideas por cualquier medio de expresión”.

En un mundo dirigido por el capital, la prensa se ha transformado hoy en día en “empresa de la información”. La verdad no existe. Se limita a una opinión: la del dueño del periódico. Será dirigida hacia los intereses del capital, si el periódico está financiado por un empresario, o dirigida hacia intereses populares, si no hay empresarios de por medio.

Igual allí nace un problema evidente: aunque sea la izquierda la que históricamente lucha por trabajos y salarios dignos, son los periódicos de izquierda los que explotan más a sus periodistas. ¿Y eso porqué? Porque ningún empresario tiene interés de que las noticias de izquierda tomen el mismo peso en la sociedad que las otras noticias.

Este tipo de periodismo no nos hace construir un pensamiento propio, sino que nos manipula a dirigirnos hacia una posición u otra.

Dejamos la visita de Bachelet a China y pasamos a la Guerra de Ucrania, emblema de ausencia de libertad de prensa. Las informaciones que llegan nos enfocan en los desplazados ucranianos, en la falta de alimentos que ellos tienen que enfrentar diariamente.

Mientras los ucranianos reciben pan recién horneado a través de panaderías contratadas por el Programa Mundial de Alimentación (PMA), movilizando más de 478 toneladas de trigo, los yemenitas y los saharauis no tienen nada más que la arena del desierto en los cuales se encuentran. Desafortunadamente, la arena no es comestible.

Los comunicados de prensa del PMA nos cuentan de la ayuda a los ucranianos. Pasan semanas, y aparecen los primeros comunicados sobre África. Mientras Yemen perdió 900 millones de euros de financiamiento por su ayuda humanitaria, está confirmado que los campamentos de refugiados saharauis no recibirán ninguna ayuda del PMA por este mes, tal vez tampoco el próximo. No hay suficiente dinero para todos, y los medios tienen el rol preciso de dirigir la atención de la sociedad hacia ciertas determinada situaciones.

Porque las ayudas no se canalizan hacia los que necesitan más, sino para consolidar intereses políticos y económicos. Y, de paso, así funciona también con las visitas humanitarias en los países, las medidas coercitivas, … Lo que no tiene encanto a ser público, se queda en el olvido.

“No estaría hoy aquí frente a ustedes entregando un informe sobre cómo una ocupación implacable se ha convertido en metástasis en el apartheid, si la comunidad internacional se hubiera tomado en serio sus propias leyes hace 45 y 35 años cuando el Consejo de Seguridad y la Asamblea General comenzaron a adoptar la primera de sus muchas resoluciones críticas con la ocupación israelí. El derecho internacional no pretende ser un paraguas que se pliega al primer indicio de lluvia. Si la comunidad internacional hubiera acompañado estas resoluciones con firme responsabilidad y consistencia hace décadas, de la misma manera que lo está haciendo hoy con la invasión y ocupación de Ucrania, entonces probablemente habríamos tenido una resolución justa y duradera para la Cuestión de Palestina muchos años atrás y nadie tendría que estar hablando de apartheid hoy” denunció en la 49ª sesión del Consejo de Derechos Humanos el Relator Especial sobre la situación de los derechos humanos en los territorios palestinos, Michael Lynk, al respecto de la situación de Palestina.

No muy distinta, la historia del pueblo saharaui: “A usted, cuando le quitan su casa, va a luchar con uñas, pies, porque no puedes dejar a nadie que le quite su casa, y aún menos su tierra; es una condición de existencia. Porque si no existes no eres nadie”, nos compartía hace un mes Mohamed Fadel Henia, director del Hospital Central de Rabouni, en los campamentos de refugiados en el sur de Tindouf adonde los saharauis se encuentran confinados por la comunidad internacional desde más de 45 años. “¿Qué quiere el pueblo saharaui? Un referéndum, cualquier solución pacifica que respete a nuestro pueblo y a los acuerdos hechos antes las Naciones Unidas hace demasiados años. Porque, al contrario, no nos quedaremos con las manos cruzadas”. Pero, ¿Quién conoce la existencia del pueblo saharaui, a parte de los pocos que han tenido la curiosidad de conocerlos?

¿Por qué los intereses políticos y económicos deberían ser más contundentes de la verdad?

¿Por qué personas como Lucy Oporto Valencia, dudosa filósofa chilena, pueden permitirse hablar de la revuelta de los jóvenes chilenos como barbarie, sin siquiera haberla vivido en su piel?

¿Es esta la libertad de prensa que queremos?

Yo no creo.

 

Por Elena Rusca

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