por Nataly González Orellana 12 enero, 2023
“Juana ocupa 4 horas de su día, todos los días de la semana, en acarrear agua, ya que el suministro entregado por el camión no alcanza para resolver las necesidades familiares. Al mismo tiempo, se preocupa por sus vecinas y vecinos que se encuentran en la misma situación. Por dicha razón busca activamente una solución a la falta de agua que afecta a su comunidad y ha construido un sistema de recolección de aguas lluvias que seguirá perfeccionando para el bienestar de su familia, sus animales, su cuerpo y su territorio. Al menos, hasta que cuente con una fuente asequible, confiable y segura para acceder a este elemento indispensable para la vida”.
Así comienza el libro Guardianas del Agua: (In)seguridad hídrica en la vida cotidiana de las mujeres, el cual recopila 31 relatos de mujeres que viven día a día en zonas y territorios afectados por la megasequía, entre las regiones de Coquimbo y del Maule.
Una realidad que no solo afecta a Juana sino también a muchas mujeres a lo largo del país y el mundo que trabajan diariamente en la búsqueda de agua limpia, enfrentándose en diversas ocasiones a situaciones cotidianas de violencia e inseguridad.
Sin embargo, a pesar de ser las mujeres las principales encargadas de la gestión hídrica a nivel familiar y comunitario, esto no se refleja en el plano laboral, explica la abogada y cofundadora de Woman In Water, Carol Rojo Callejas, en conversación con El Mostrador Braga.
El Informe Mundial de Desarrollo de Recursos Hídricos de las Naciones Unidas menciona que, al 2016, la participación de mujeres en el sector de los recursos hídricos es apenas de un 17%, cifra que es similar a nivel regional, pues al 2020 esta desciende a un 16,12%, según lo señala el estudio HUB de Energía para América Latina y el Caribe.
En tanto, a nivel nacional, el “Tercer Reporte de Indicadores de Género en las Empresas” demuestra que las mujeres representan tan solo un 23,27% de la fuerza laboral en el promedio de las 22 empresas sanitarias que fueron encuestadas en 2021.
Por otra parte, la socióloga y experta en género, participación ciudadana y agua, Evelyn Vicioso Moyano, explica que son diversos los roles que asumen las mujeres en cuanto a la gestión hídrica, pues se ven como usuarias, administradoras, conservacionistas, políticas y científicas, además de defensoras de los derechos humanos y de la naturaleza.
Sin embargo, coincide con Rojo y señala que solo un 17% de aprovechamiento de agua lo tienen las mujeres, es decir, un quinto de ellas está representada en la toma de decisiones vinculantes, o sea, todos los problemas en el mercado del trabajo y la gestión doméstica del agua no se verán reflejados.
“Por ejemplo, las sacan de los grandes temas y solo las dejan para situaciones menores. Durante la escasez, asumen más compromisos y se capacitan en conocimientos, en particular en gestión colectiva como el agua potable rural”, asegura la socióloga, siendo de esa forma las más eficaces para abordar estos temas, pero las más afectadas y con menos espacios de toma de decisión.
Por lo tanto, “si no incorporamos a las mujeres a la gestión colectiva del agua, es muy difícil que podamos ver los problemas de escasez hídrica, porque ellas son las que nos van a decir cuáles son y dónde ocurren en detalle”, explica Vicioso. “Si hacemos políticas públicas hablando de generalidades y no les preguntamos a las mujeres, es muy probable que no cumpla los objetivos para los cuales está diseñado”, añade.
Efectos en la vida cotidiana
Las historias expuestas en el libro Guardianas del Agua: (In)seguridad hídrica en la vida cotidiana de las mujeres, dan a conocer el claro aumento de las estrategias para realizar las labores domésticas, el aumento de la carga de trabajo y, con ello, el tiempo invertido para poder desarrollar estas tareas, lo que lleva muchas veces a realizar todas estas en un horario que no es habitual, explica la licenciada en Ciencias de los Recursos Naturales Renovables y coautora de este texto, Macarena Salinas Camus.
“Muchas de ellas nos contaban que a las doce de la noche había más presión de agua, así que a esa hora se ponían a lavar, a hacer el almuerzo para los hijos y demás, pero ellas terminan acostándose a las tres de la mañana y al otro día se tienen que levantar igual a las seis de la mañana por su hija o hijo que va al colegio, entonces, son muy agotadoras las labores que ellas realizan”, comenta.
Por otra parte, “en el 80% de los hogares que se encuentran con escasez hídrica, son las mujeres y las niñas quienes se encargan de acarrear el agua por horas, dependiendo del contexto en que se encuentren, lo que trae un mayor costo de oportunidades laborales y deserción escolar”, sostiene Salinas.
Problemas de alimentación, de abastecimiento, de la mantención de sus propios huertos y animales, son algunas de las dimensiones que afectan a estas mujeres y que llevan a un sobreesfuerzo por parte de ellas, para poder cubrir estas situaciones, que lamentablemente han llevado a que tanto su salud física como emocional se vean afectadas, enfatiza la coautora del libro.
El acarreo de agua constante ha traído malestares en sus manos, brazos, hombros y espalda, como también la mala calidad del recurso ha llevado a que tengan problemas estomacales y en la piel, como ronchas, por lo mismo.
“Frente a estas situaciones, obviamente, hay un aumento en el sentimiento de preocupación, rabia, estrés, tristeza, angustia e impotencia, porque ellas mismas mencionaban que un derecho humano que debe ser garantizado para todas y todos, en sus localidades no es así”, enfatiza la licenciada.
¿En qué es necesario avanzar?
En Chile, la escasez de agua se ha convertido en un problema urgente. Actualmente, el 47% de la población rural carece de acceso regular al agua potable y el 53% de las comunas del país han sido declaradas zonas con escasez de agua, al 2021. Si bien la megasequía afecta a la población en general, son las mujeres quienes más se preocupan y ocupan de la gestión del recurso hídrico.
En el mundo, 8 de cada 10 mujeres se encargan de administrar y proveer de agua a sus hogares, por ende, es necesario que estas se integren y participen de la toma de decisiones desde los sectores público, privado y la academia, para lograr efectivamente la concreción de las políticas de forma equitativa y así fomentar y facilitar el empleo de las mujeres en el sector del agua, menciona Rojo.
“El desafío que tenemos es incentivar a una mayor participación de las mujeres en el sector del agua, principalmente para liderar y generar mayor transparencia y sostenibilidad de los recursos hídricos. Cuando hombres y mujeres participan por igual hay, además de equidad, una gestión mucho más eficiente y eficaz de este recurso”, recalca.
En esa misma línea, una evaluación realizada por el Banco Mundial demostró que la simple participación de las mujeres en proyectos de agua puede aumentar la eficacia de estos entre 6 y 7 veces respecto a los que no lo hacen.
“Estamos en un contexto de emergencia hídrica, es urgente avanzar en la gestión unificada participativa sustentable y que tenga un sello de equidad. Particularmente en nuestro país nos encontramos en una situación de sequía que, lejos de desaparecer, va en un constante avance y necesitamos que la transición hídrica se realice con una perspectiva de género, no tan solo a nivel comunitario sino también a nivel laboral”, asegura la abogada.
Por su parte, la coautora de Guardianas del Agua... comenta que la participación de las mujeres en la gobernanza del elemento es fundamental, ya que permite incorporar la diversidad de miradas que contribuye a la toma de decisiones. Sin embargo, se deben “abrir espacios para que participen efectivamente en esta, ya que no basta con que ellas tengan un cargo, sino que sean verdaderamente escuchadas”, enfatiza Salinas.
Por último, Vicioso menciona la necesidad de una división equilibrada entre hombres y mujeres, donde haya acceso a la información de la gestión colectiva del agua, pues no se tienen datos y, sin estos, no se pueden tomar decisiones.
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