En el sistema presidencial monárquico chileno los primeros días de gobierno son decisivos para introducir las reformas, contenidas en el programa político. En el caso de Gabriel Boric, esta regla no se dio: equivocadamente, el gobierno esperó el triunfo que daría por seguro el APRUEBO a la nueva Constitución, que saldría de la Convención Constituyente.
En el caso de un gobierno con minoría parlamentaria se hace muy difícil implantar grandes reformas estructurales sin previamente haber logrado el pacto, al menos, con un sector opositor que le permita tener mayoría en ambas ramas del Congreso.
Desde un comienzo, el gobierno del Presidente Boric se vio forzado a aceptar que, ni siquiera, tendría la famosa “luna de miel”.
La derrota contundente en el plebiscito de salida, el 4 de septiembre del año 2021, dejó al gobierno casi noqueado, que luego se sumó al reciente inesperado rechazo a la idea de legislar sobre la Reforma Tributaria, por parte de la mayoría de la Cámara de Diputados, (con la diferencia de dos votos), hechos que han terminado por hacer muy difícil desplegar, al menos, puntos fundamentales del programa de gobierno ofrecido por el entonces candidato a la presidencia del país, Gabriel Boric. A estos tropiezos hay que agregarle la fatiga democrática, propia de la crisis de representación y de gobernabilidad. Sin excepción, en todos los países del mundo, la ciudadanía retira rápidamente su apoyo cuando un gobierno no satisface sus demandas. Esta crisis del sistema democrático se radicaliza en el caso de los gobiernos que fueron elegidos gracias a la promesa de grandes proyectos de cambios estructurales.
La izquierda latinoamericana en particular tiene que cumplir, muy rápidamente, las promesas consignadas en su programa de gobierno, so pena de dar paso, a las derechas más extremas.
Un gobierno que no cuenta con mayoría en ambas Cámaras debe, por medio del diálogo y los acuerdos, construir una mayoría con aquellos que antes habían sido sus rivales políticos.
Así, la tarea del gobierno de Boric se mostraba en extremo difícil, pues debía entregar la hegemonía en los cargos de gobierno, (gabinete ministerial, subsecretarías, seremis, y otros), a una parte de la antigua Concertación, que había sido duramente criticada por reformistas, especialmente por los líderes del Frente Amplio y del Partido Humanista.
El desafío de demostrar que la izquierda es capaz de gobernar en forma exitosa constituye el punto central al cual deben responder los nuevos Presidentes, recientemente elegidos. Nuevamente, el caso de Chile, con el gobierno de Boric, elegido con la más alta mayoría en la historia electoral a partir del fin de la dictadura de Pinochet, y el más joven de los Presidentes de Chile, se presenta como un desafío.
La tarea de gobernar para ser exitosa no basta con tener el Ejecutivo y una mayoría parlamentaria: se requiere un liderazgo presidencial, decidido a implementar las reformas, (el mismo estadista Eduardo Frei Montalva, quien obtuvo 80 diputados de un total de 150, se vio forzado a optar por detener el ritmo de las reformas al tener minoría en el Senado, sumado a una inflación que dificultaba el apoyo ciudadano a su gobierno). El Presidente Salvador Allende se vio obligado a implementar algunos cambios radicales con un tercio del Parlamento que, durante los tres años de su gobierno, le dio una guerra sin cuartel; pocos días antes del golpe militar, esta Institución acordó entregar un voto en que consignaba la ilegalidad del gobierno de Allende, que luego fue usado por los militares para justificar el golpe de Estado el 11 de septiembre de 1973.
Los primeros gobiernos de la Concertación de Partidos por la Democracia tuvieron minoría en el Senado, controlado por los senadores designados; en el segundo gobierno de Michelle Bachelet se dio el paso de un Parlamento con mayoría gubernativa, sin embargo, no cumplió con las reformas estructurales que había prometido durante su campaña, por el contrario, el famoso “Realismo sin renuncia”, sólo se redujo a “renuncia sin realismo”, colocando un gabinete reaccionario, con Jorge Burgos en Interior, y Rodrigo Valdés, en Hacienda, por ejemplo.
El primer aniversario del gobierno de Gabriel Boric lo encuentra ante el rechazo a la idea de legislar sobre la Reforma Tributaria, que es fundamental para financiar grandes proyectos de cambio social, entre ellos, la reforma previsional, (postergada desde hace diez años), que incluye una pensión básica de $250.000, así como acortar las listas de espera en los hospitales, y la creación de nuevos consultorios de atención básica, también de mejorar el per cápita en salud, a fin de lograr mejoras radicales en la salud primaria. Sin un cambio en nuestro sistema tributario es imposible acortar la brecha entre ricos y pobres. El rechazo a la idea de legislar significa la imposibilidad de que los ricos paguen los impuestos a la renta y se legisle sobre la evasión y la elusión, temas imprescindibles para cumplir el precepto básico de que los ricos paguen más que los pobres.
En la monarquía presidencial los cambios de gabinete juegan un papel fundamental: ministros y subsecretarios son los consejeros del rey-Presidente, y los equilibrios entre los titulares de las distintas carteras constituyen para los partidos políticos que lo apoyan, un elemento fundamental en el manejo del Estado. El último cambio de Gabinete, a sólo un día del primer aniversario del gobierno actual sólo sirvió para marcar aún más el predominio de la alianza de partidos Socialismo Democrático por sobre el Apruebo Dignidad. En el caso de los Ministros, la Alianza Apruebo Dignidad, tenía 10 ministros, y sigue con igual número; el Socialismo Democrático, de 9 Ministros, sube a 10; en cuanto a los independientes, baja de 5 a 4; en el caso de los subsecretarios, Apruebo Dignidad, de 22, baja a 19; el Socialismo Democrático, sube 7 subsecretarios; los independientes bajaron 4.
En cuando a los partidos políticos, el PPD es el gran triunfador, de dos sube a tres Ministros; el Partido Socialista mantiene los cinco Ministros; Convergencia Social, (el Partido del Presidente Boric), baja de 4 a 3. En el caso de los nuevos Ministros, cuatro de ellos son independientes, (Alberto van Klaverer, en Relaciones Exteriores; Jaime de Aguirre, en Culturas…; Jaime Pizarro, en Deportes…; Aisén Etcheverry, en Ciencia… son, claramente, ex concertacionistas; Jessica López, única militante del Partido Socialista).
El segundo año del Presidente Boric será decisivo para el cumplimiento de los requisitos básicos que debe cumplir el Primer Mandatario, a fin de desplegar un gobierno de cambio que supere a un gobierno de simple gestión; la historia demuestra que al incumplir lo prometido, terminaría entregando el poder a la derecha, (en el caso concreto, a los sectores más duros concentrados en el Partido Republicano).
Por Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
12/03/2023
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