Foto: Víctor Jara y quién le disparó en la cabeza, Pedro Barrientos, fugado en Miami, EEUU.
Por Alfredo Peña
Hace 45 años exactos, la cruenta dictadura civico-militar de Augusto Pinochet se encargó de maltratar las manos al artista y apagar la voz de Victor Jara. 

Lo que ocurrió desde su detención y hasta su muerte aún está en investigación, pero los testimonios reviven los horrores desatados por la dictadura instaurada luego del golpe de Estado contra Salvador Allende. 

Su detención

Víctor Jara fue detenido por las fuerzas militares de Pinochet el 12 de septiembre de 1973 en la Universidad Técnica hoy Universidad de Santiago, donde hacía clases. Luego de su captura fue llevado al Estadio Chile, convertido en esa época en centro de detención arbitraria y tortura. 

De acuerdo con las declaraciones de los propios militares, en el lugar había un "escenario dantesco" por la cantidad de prisioneros que era de 5.600. Convivían en condiciones insalubres, sin comida y sin poder dormir. 

Fue allí donde escribió su último poema, titulado “Somos cinco mil”.


La tortura en la sentencia del Juez especial
Leer la sentencia 16.379-2005 sobre el crimen de Víctor Jara y de Littré Quiroga del Ministro en Visita Miguel Vásquez de más de 345 hojas estremece. Con Víctor Jara y el entonces director de Prisiones, hoy Gendarmería, Littré Quiroga, unas verdaderas bestias humanas usando el uniforme del Ejército se ensañaron y violentaron los tres días en que estuvieron detenidos en el Estadio Chile, hoy Víctor Jara.

El afamado autor de "Te recuerdo Amanda", "Luchín", "El derecho de vivir en paz" había llegado detenido alli desde la Universidad Técnica, donde hacia clases de Teatro. Littré Quiroga, Director de Prisiones, había sido llevado ahí desde el ministerio de Defensa donde se presentó voluntariamente.
En la sentencia se señala que antes de rematar de 44 tiros a Víctor Jara, el cantaautor fue asesinado por el entonces Teniente Pedro Pablo Barrientos de un disparo en su cabeza. Este oficial está fugado en Estados Unidos, y varios testigos lo inculpan: Barrientos "decidió jugar a la ruleta rusa con Víctor Jara, así que sacó su arma corta, acercándose a éste que estaba de pie, con sus manos en la espalda, ya que estaba esposado, haciendo girar la pistola, poniéndosela en la nuca y disparándole, por lo que cayó al suelo, pidiéndose ayuda por radio y concurriendo de inmediato personal paramédico, quienes lo pusieron en una camilla y se lo llevaron". Textual

La ruleta rusa es un juego mortal que consiste en que un jugador coloque una o varias balas dentro de un tambor de revólver, gire el cilindro, coloque el cañón en su sien y presione el gatillo. Eso fue lo que hizo Barrientos. Al frente tenía a un hombre esposado, maltratado y desválido.

Foto 
actual de Pedro Barrientos, el teniente que mató a Víctor Jara. Está fugado en Estados Unidos y se le pidió la extradición.

Luego ya en el suelo, y boca arriba -lo más probable moribundo-, Víctor Jara es rematado en el piso de 44 disparos. Valientes soldados, que es lo más probable que pedirán indulgencia al Jefe de Estado.

En la primera parte de la sentencia aparecen los criminales, sus rangos con que jubilaron y sus edades. Van desde los 90 años y el más joven hoy tiene 68 años. Y fueron jubilados desde Teniente hasta un Brigadier. Y la mayoria viven en Vitacura y Las Condes y ya debieran haber ingresado a Punta Peuco. 

Entre los sentenciados no hay conscriptos. Sólo oficiales. Y 9 de ellos maltrataron y se ensañaron con el artista. Los dedos y las manos fueron fracturados con las culatas de sus fusiles y con un linchaco, arma que usan los karatecas. Incluso, estos militares le pasaron una guitarra a Víctor Jara y le dijeron "canta ahora". Y uno de ellos, un abogado con rango de Coronel, Rolando Melo, encubrió el crimen y a los criminales. Pero 45 años después se conoce la verdad.

Dentro de toda esta maldad, hay rasgos de humanidad: Víctor Jara fue encontrado muerto por pobladores de lo que hoy es la comuna de Lo Espejo, cerca del cementerio Metropolitano donde lo botaron esos militares y fue llevado a la morgue. Alli, arriesgando su vida, un funcionario del Registro Civil, Héctor Herrera, lo reconoce y "guarda" su cadáver entre los más de 300 cuerpos que estaban en la morgue. Y se contacta con Joan Jara, su mujer a quién no conocía. Se juntan secretamente y deciden sacar el cuerpo rápidamente de la morgue. Incluso caminan con el féretro y con un carrito desde la morgue al Cementerio General donde Víctor Jara está sepultado actualmente. Si no es por esta acción, el afamado cantaautor podría estar entre los detenidos desaparecidos.

 

Sus victimarios y la justicia 

El primer procesado por el asesinato de Jara, el comandante César Manríquez Bravo, era el jefe del improvisado campo de prisioneros que se instaló en el Estadio Chile. 

En el mes de julio de este año, el ministro en visita de causas de derechos humanos, Miguel Vázquez Plaza, condenó a 9 miembros del Ejército en retiro por su responsabilidad en los homicidios del cantautor Víctor Jara Martínez y del abogado y militante del Partido Comunista y exdirector de Prisiones o Gendarmeria Littré Quiroga Carvajal, crímenes ocurridos el 16 septiembre de 1973 en Santiago.

Foto: Littré Quiroga


El magistrado sentenció a Hugo Sánchez Marmonti, Raúl Jofré González, Edwin Dimter Bianchi, Nelson Haase Mazzei, Ernesto Bethke Wulf, Juan Jara Quintana, Hernán Chacón Soto y Patricio Vásquez Donoso a 15 años y un día por su responsabilidad como autores de ambos homicidios. Asimismo, los sentenció a 3 años de presidio por su responsabilidad como autores de secuestro simple de ambas víctimas.

En tanto, el oficial Rolando Melo Silva (abogado militar) deberá purgar una pena de 5 años y un día de presidio por su responsabilidad como encubridor de ambos homicidios y 61 días de presidio por su responsabilidad como encubridor de los secuestros
Barrientos y su extradición
Pero Jara y el resto de los detenidos estaban bajo la custodia del teniente Pedro Barrientos, quien lideró las torturas y conspiró para asesinarlo. En todas sus declaraciones, Barrientos negó conocer en esa época al popular cantautor y haber estado en el Estadio Chile durante esos días, sin embargo, seis exsoldados aseguraron haberlo visto al menos unas 20 veces entre esos días.

El año 2013 la cancillería chilena emitió por primera vez los antecedentes del caso del asesinato del cantautor nacional Víctor Jara,  muerto en septiembre de 1973, a las autoridades estadounidenses. El año 2015 pidieron complementar la información para dar curso a extradición de Pedro Pablo Barrientos, quien vive en Estados Unidos desde 1990. Allá se fugó este Teniente del Ejército en 1973 luego de la vuelta de la democracia.

El ex militar ya fue declarado culpable en ese país por torturar y asesinar a Víctor Jara, por medio de una demanda civil presentada por la familia del cantautor, que obligó a Barrientos a pagar un compensación por daños y perjuicios.

El canciller Roberto Ampuero señaló frente al tema que: “Hemos remitido a Estados Unidos los antecedentes sobre esta petición de extradición. Por supuesto, se trata de un caso emblemático en nuestro país, por la naturaleza de lo investigado y por la figura e influencia de Víctor Jara en nuestra cultura”.   

Desde cancillería afirman que en abril recibieron los antecedentes desde la Corte Suprema para completar la solicitud de extradición, los que fueron enviados a Estados Unidos en junio pasado.

“Uno de los principios esenciales  de Chile es el respeto al Estado de derecho. Y aquí hay una decisión de los tribunales de Justicia en que el Ministerio de RR.EE. asumió el rol que le corresponde, y lo que seguiremos haciendo en torno a la solicitud de extradición”, señaló Roberto Ampuero.

En 2016, Barrientos fue condenado a pagar a la familia 28 millones de dólares de indemnización por daños y perjuicios, lo que equivale a más de 25 millones de euros. En la actualidad es ciudadano estadounidense y residente en el Estado de Florida.

Su legado 

Antes de su muerte, Jara trabajó por la justicia social y en su memoria el compromiso por la justicia continúa. Su mensaje estaba cargado de ternura adaptado al contexto de Chile de los setenta y ochenta. 

Hoy sigue siendo una de las figuras de la canción latinoamericana de protesta y esperanza. Los torturadores no lograron lo que querían. Los versos de Jara recorren el mundo, su voz se escucha aún en la memoria de los pueblos.