La abogada y diputada del Partido Comunista (PC), Carmen Hertz, cree que estamos en medio de una agenda de Derechos Humanos (DDHH) miserable, de poca profundidad, por lo que ser reconocida con el premio Jaime Castillo Velasco por parte de la Comisión Chilena de DDHH, se convierte en un verdadero privilegio.
Su lectura sobre la situación actual de los Derechos Humanos en el país aborda varios planos, como el déficit de las políticas públicas sobre memoria, respecto a los crímenes durante la dictadura. Pero más allá de eso, plantea la necesidad de que esa memoria no se mantenga en clave del pasado, sino del cómo convivimos hoy y cómo modelamos una sociedad a futuro.
También, sostiene que la impunidad moral de quienes ejercieron y aplaudieron esos crímenes, ha hecho que en el ADN de esta sociedad exista un relato histórico distorsionado. Más aún, que la derecha se apropie del lenguaje de los derechos humanos.
-¿En qué observamos eso?
-Por ejemplo, si hablas de la memoria o de hacer justicia por los crímenes de la dictadura, salen con el tema de Venezuela, o hablan de la supuesta reconciliación y de que hay que dar vuelta la página. Todos esos tópicos son lugares comunes. La memoria se construye sobre la verdad social y eso no está instalado, pese a que el Estado, a través de los informes de las comisiones nacionales y de las sentencias de los tribunales de justicia, ha establecido cuáles fueron las políticas de terrorismo. Pero esa no es la verdad social porque nadie lee los informes Valech o Rettig. Tampoco ha habido disposición a que esos elementos sean de acceso a todo el mundo y que la memoria y Derechos Humanos sea una asignatura obligatoria, que es un proyecto que yo presenté.
-¿Cómo ha avanzado esa tramitación?
-El proyecto ya está aprobado en la comisión de Derechos Humanos. Pero entra y sale de la tabla y ahí dormirá el sueño de los justos en la Cámara. Sin ningún tipo de urgencia por parte del Ejecutivo. Aparte de eso, con una resistencia enorme de la derecha en la Comisión para que los Derechos Humanos sean un objetivo preferente en la enseñanza. Ahí se expresa, a mi juicio, el verdadero ADN de la derecha que es relativizar los crímenes. Porque la derecha en Chile no ha atravesado jamás el desierto. Al revés, ha gozado de total impunidad política, moral, social y, por cierto, penal. La transición se basó sobre pactos tácitos de impunidad.
-También observamos vulneraciones a los Derechos Humanos, que han sido fuertemente condenados por organismos internacionales, como la represión que se ejerce contra el Pueblo Mapuche, desapariciones forzadas, violencia contra las mujeres. ¿Se mantiene la misma impunidad?
-Sí, y todo está concatenado. La agenda de Derechos Humanos en este país es muy miserable. En primer lugar, el Plan Nacional de Derechos Humanos que envió la presidenta Michelle Bachelet ha sido absolutamente podado y transformado en algo estéril, en algo sin ninguna importancia por el actual gobierno. Y esta concatenación tiene que ver en que la represión, por ejemplo, está naturalizada como un elemento contra las manifestaciones sociales. Carabineros, si bien ya no depende del Ministerio del Interior, sigue siendo una policía que ve al manifestante como un enemigo y se emplea la brutalidad contra los estudiantes, como lo que vimos en el Instituto Nacional, en La Araucanía, contra los comuneros mapuche. Ellos son vistos como “enemigos internos” porque esa es la respuesta de este gobierno y de los anteriores al problema político que se vive en esa región. La lógica del “enemigo interno” de la doctrina de seguridad nacional, que es un concepto ideológico de la Guerra Fría, sigue operando con eso de que las manifestaciones son alteradoras del orden público. En Chile no existe libertad de reunión real porque tienes que pedir permiso. Tienes que “demostrarle” a la autoridad una serie de requisitos para que te autoricen. Entonces, eso demuestra lo extremadamente limitada que es esta democracia. Eso tiene su raíz en lo que ocurrió en este país hace cuarenta años.
-Llevar con fuerza estos temas que se buscan silenciar al plano legislativo también debe tener sus costos. ¿Has sentido presiones?
Por cierto, ha habido toda una campaña del terror en mi contra. Yo soy un objeto de odio para la extrema derecha. Precisamente, por conducir temas de justicia y memoria, por estar comprometida con la causa del Pueblo Mapuche. La verdad, es que me resbala, porque son personajillos muy cobardes. Una suerte de jauría que se desata en anonimato.
-En un programa de televisión, la diputada Camila Flores (RN) aseguró que existían grabaciones donde llamabas a “asesinar a personas durante la dictadura”. ¿Qué señales se dan con este tipo de declaraciones?
Es preocupante que personajes como estos mientan de esta manera. Pueden decir cualquier cosa. Por eso tenemos aprobado en la Comisión de Derechos Humanos un proyecto que sanciona el negacionismo o el discurso de odio cuando va aparejado de efectos. Eso, en países decentes que han vivido historias de opresión, todos sancionan el negacionismo. Chile no cumple con los estándares mínimos. La propia ONU señala obligaciones en esa línea. Un país como este, que vivió prácticas genocidas, no puede dejar de sancionar esto; tampoco que existan profanaciones a sitios de memoria y que la vocera de Gobierno, Cecilia Pérez, no salga a condenar estos hechos.
-¿Qué demuestra esa falta de reacción?
La relativización del tema. Son contados con los dedos de una mano los personeros de la derecha que realmente abominan los crímenes de la dictadura. En el fondo, el resto los justifican o los relativizan.
Carmen Hertz
/ Agencia Uno
“El progresismo está quebrado”
-La semana pasada estuvo en agenda la acusación constitucional contra la ministra de Educación, Marcela Cubillos. Sin embargo, su rechazó marcó un punto favorable para el Gobierno. ¿Quedó en evidencia la debilidad de la oposición?
Me parece que, más bien, fue lo contrario. Es decir, por primera vez hubo un acuerdo bien cohesionado de la oposición. Quienes votaron en contra fueron solo dos diputados democratacristianos y los llamados independientes. Entre ellos, Pepe Auth, quien ha enarbolado la libertad de conciencia como si estuviera limitando su libertad porque votó en contra, cuando lo que se ha dicho sobre él es que es vicepresidente de la Cámara gracias a la oposición. No es gracias a su bonita cara que es vicepresidente. Y es en ese papel que se ha cuestionado su votación. Él, una vez más, es una expresión de la impunidad porque se puede hacer cualquier cosa y nadie renuncia a nada. Nadie da cuenta de sus actos y eso permea el sistema político.
-La semana pasada también escuchamos decir a la presidenta de la UDI, Jacqueline van Rysselberghe, que la “Fiscalía era el brazo armado de la izquierda”, a propósito de la investigación que inició del ex subsecretario, Felipe Salaberry. ¿Qué te parece esa declaración?
-La señora Jacqueline van Rysselberghe se ha destacado por hacer declaraciones ya de un nivel de absurdo y de casi de tontera que francamente es intolerable. Es decir, calificar a un órgano independiente de brazo armado, es lo mismo que va a tono respecto al criminal Labbé, quien dice que hubo ensañamiento judicial en su condena de tres años; un tipo que ha gozado de impunidad durante cuarenta años. Eso es lo que se permite la derecha. Lamentablemente, se les permite decir estas cosas porque siguen siendo protagonistas de la vida política. Sin, rendirle cuentas a nadie.
-¿Con qué herramientas se blindan?
Con los medios de comunicación que tienen línea editorial favorable a lo que la derecha diga, que le dan cobertura, por ejemplo, sobre temas internacionales donde la derecha es ignorante. No saben nada de nada y, generalmente, repiten lugares comunes. Ahora, sin duda, la irrupción del Partido Republicano es una amenaza de fascismo ad portas, es algo extremadamente peligroso. Pero más aún, lo peligroso es la falta de unidad del progresismo, que no es un lugar común, porque que te pongas a la cabeza de las demandas de una sociedad tan abusada, es la base, es el movimiento social.
-En esa línea, ¿qué autocrítica debe hacerse la izquierda?
La izquierda debe mirar hacia atrás en varias cosas. Cuando se hablaba de la transición en los primeros tiempos, era inmaculada; cuando se cuestionaba, te estigmatizaban. Entonces, hay que preguntarse por todo el sector que hizo suyo todos los programas neoliberales. Asumió las políticas neoliberales como un modelo de desarrollo viable, en circunstancias que hoy está siendo cuestionado en todas partes. Todos los gobiernos de la posdictadura. Esto es lo mismo que pasa con la socialdemocracia en Europa, que hizo propias las políticas que dicta el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
-Y, ¿en las filas del Partido Comunista?
-Bueno, el Partido Comunista no se ha hecho parte de las políticas neoliberales y estuvo fuera del sistema político durante décadas como soporte básico de la resistencia antidictatorial. La transición dejó fuera al movimiento popular y como este partido lo representaba, también fue excluido. Puede haber autocrítica de ese periodo, pero el PC fue dejado en una suerte de gueto. Yo diría que ha tenido siempre la claridad política de que las reformas y lo que los sectores más vulnerables que representa, no a los ricos, sino que, a los trabajadores, sabe que sin unidad política las cosas no se pueden hacer. Entonces, lo veo como un partido disponible para lograr unidad. No obstante, toda la campaña anticomunista que existe es brutal, es como el antisemitismo: no cuesta nada moverla. Es casi atávico. Hay resistencia y distorsión sobre el papel del PC; es otro de los negacionismos que existen. Sin el PC, la clase trabajadora no se hubiese organizado y esta sociedad hubiese sido aún más oligarca de lo que es.
-Esa distorsión de la que hablas, ¿se observa, por ejemplo, en el debate por las 40 horas que impulsan las diputadas comunistas Camila Vallejo y Karol Cariola?
-Precisamente, ha sido notable su liderazgo en esto. Pero también cómo lograron formar un apoyo trasversal a las 40 horas. Esto no es propiedad de ellas, es más amplio, pues participan de manera activa otros parlamentarios, como Matías Walker (DC), Víctor Torres (DC), Gabriel Boric (CS) y Giorgio Jackson (RD). Sin embargo, la presión mediática y el Gobierno han intentado hacerlo figurar como si fuera el proyecto del Partido Comunista en una maniobra torpe.
-Sin embargo, el apoyo ciudadano y las reuniones que ha sostenido la Bancada Transversal por las 40 horas con gremios –trabajadores de la Radio Bío Bío en huelga–, demuestran que esa estrategia no ha sido efectiva.
No, porque es una política que ha sido popular. Los ciudadanos de a pie de este país son muy abusados y que seamos uno de los países más desiguales del mundo, no es banal. Tiene costos. Entonces, aquí todos los neoliberales esgrimen como “gran objetivo” el crecimiento económico, el gran plus del país. Pero no hay referencia a la desigualdad. La izquierda neoliberal también ha administrado el modelo.