La noche del 23 de octubre del 2019, Mario Acuña fue golpeado brutalmente por carabineros de la 15° Comisaría de Buin y quedó al borde de la muerte. Su tía, Paola Martínez, dice que siguen esperando justicia. Este medio tuvo acceso a una de las querellas presentadas en el caso, la que revela los nombres de los tres carabineros que habrían participado en la agresión.


Eran las once de la noche del 23 de octubre del 2019, y en la avenida Bajos de Matte de la población Jorge Washington -ubicada al norte de Buin-, una manifestación se llevaba a cabo en medio del toque de queda. Entre los vecinos no había miedo, las ganas de protestar eran más fuertes que cualquier otra cosa. El ruido metálico de los cacerolazos se oía desde los distintos pasajes. Había niños y adultos, gran parte de los vecinos golpeaba sus ollas o sartenes en la oscuridad. Mario Acuña (43) también estaba ahí. Era su barrio y todo parecía seguro.

A la misma hora un móvil de Carabineros, con sus luces y balizas apagadas, transitaba por la avenida en sentido norte. En ese momento dispararon desde el interior, los perdigones llegaban a quemarropa.

El caos y los gritos invadieron la protesta. Mujeres, hombres y niños corrieron despavoridos en busca de resguardo, mientras el sonido del impacto de perdigones se escuchaba de cerca. Fueron segundos de terror. Todos lograron escapar, menos Mario, quien no alcanzó escabullirse en la plaza como los demás.

En la esquina del pasaje El Olmo con Bajos de Matte, el furgón policial se detuvo y desde su interior descendieron cinco carabineros, tres de los cuales fueron directo hacia donde estaba Mario. Los funcionarios lo abordaron y lo golpearon con los puños, pies y elementos contundentes hasta que lo derribaron. Durante tres minutos recibió golpes en su cabeza y costillas, mientras los vecinos escuchaban desde sus casas los gritos de auxilio. Sin embargo, la golpiza continuó hasta que perdió el conocimiento.

Mario Acuña, “El Mariachi” -como lo apodaron sus amigos- desde ese día quedó completamente postrado.

Estuvo cuatro meses en coma en el Hospital Barros Luco, hoy ya no responde a estímulos, no habla, ni emite sonidos, tiene la mirada fija en el techo. La única manera de comunicarse con él es a través de los ojos aunque a veces, en contadas ocasiones, balbucea un par de palabras o sonríe, especialmente cuando alguien se acerca a conversar. Otras veces llora al escuchar música. Su salud ha presentado un deterioro considerable las últimas semanas.

Su familia, en especial su tía materna, Paola Martínez, lucha por la recuperación de Mario. En estos cinco meses pasó la mayor parte del tiempo asistiéndolo. Por su inmovilidad está todo el día en cama, además le hicieron una traqueotomía y tiene puesta una sonda gástrica.

Como puede, Paola -en medio de la escasez – se las ingenia para comprar el suero, la gasa y los pañales. Mario es otro y necesita asistencia las 24 horas del día.

La Municipalidad de Buin los ayudó en la remodelación y acondicionamiento de la pieza que ahora cuenta con una cama hospitalaria, una máquina que controla su presión y un baño. El alta médica la recibió el 30 de marzo, sin embargo los últimos meses todos los costos los enfrenta la familia, incluyendo los cuatro fármacos que toma: Baclofeno, Atenolol, Fenitoina Sódica y Tramadol para los dolores musculares.

Su diagnóstico fue traumatismos encéfalo craneal grave complicado y hematoma subdural derecho. Mario sobrevivió de milagro, pero en estado vegetal, no podrá volver moverse, hablar, respirar ni comer por sí mismo. Mario nunca volverá a ser quién era.

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Antes de la noche del 23 de octubre del 2019, Mario Acuña pasaba su tiempo libres escuchando música, y andaba de arriba para abajo con su perro “Chichu”. Era una persona activa y mantenía una relación muy cercana y cariñosa con sus hijos Javiera (22), Kevin (20) y Brayan (18).

Hace siete años se había separado de su pareja, pasó por una depresión y comenzó a beber. Sin embargo durante el 2019 mostró una gran mejoría en su ánimo y volvió a ser la persona amistosa y alegre que todo el mundo conocía.

Justo antes del estallido estaba trabajando como temporero en la zona. Todos los días, sin importar el frío o el calor, tomaba un furgón con los trabajadores camino a Laguna de Aculeo para cortarfruta, sacar plantas o hacer paking de la frutícola. Era la promesa de una vida mejor, por eso su familia desea hacer justicia y que la brutal acción de carabineros no quede impune.

Este medio tuvo acceso a la querella interpuesta por Kevin Acuña -hijo de Mario- donde se indica que los efectivos solo se detuvieron cuando Acuña perdió el conocimiento y lo dejaron abandonado a pesar de estar gravemente herido.

Su familia -quienes también participaron de la manifestación- después de huir esperaron que también regresara. De pronto, afuera de la casa, vieron una silueta que tambaleaba en la oscuridad. Mario venía ensangrentado y muy golpeado. Su familia lo ingresó rápidamente por miedo a ser descubiertos. Lo tendieron en el sillón y, aún consciente, le contó a su tía que fue golpeado por tres carabineros. “Tía me pegaron tres pacos”, le dijo con la voz casi inaudible.

Mario Acuña

Paola trató de curarle las heridas, pero Mario se sentía mareado y decidió irse a dormir. Debido al toque de queda su familia esperó hasta el otro día para llevarlo a un hospital, puesto que no contaban con salvoconducto.

Al mediodía del 24 de octubre, al darse cuenta de que Mario aún no se levantaba, fueron a verlo a su pieza. No reaccionaba, incluso convulsionó, por lo que fue llevado de urgencias al Hospital San Luis de Buin y luego derivado al Hospital Barros Luco con riesgo vital.

El 26 de octubre el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) tomó conocimiento del caso y presentó una querella en el Juzgado de Garantía de San Bernardo por el delito de homicidio frustrado contra quienes resulten responsables en la calidad de autores, cómplices o encubridores. También denunciaron amenazas de la policía a los pobladores tras el incidente.

“Han llegado hasta el domicilio de la víctima y de los vecinos, vehículos civiles con hombres vestidos de civil a levantar información sobre lo sucedido, quienes indican ser funcionarios de Carabineros de Chile, sin que hasta la fecha la familia de la víctima haya presentado una denuncia formalmente ante el Ministerio Público, lo cual se aprecia por la población como una forma de amedrentamiento”, se detalla en el documento del INDH.

Siete meses después, el 18 de mayo del 2020, el Consejo de Defensa del Estado también se querelló por el delito de apremios legítimos causando lesiones graves gravísimas en perjuicio de Mario Acuña. En el documento -al que tuvo acceso este medio- se explica que el furgón policial de la 15° Comisaría de Buin llegó al lugar a las 23:15 horas: Era tripulado por el capitán Juan Rosales, cabo 1ero Richard Quiroz, cabo 2do Henry Cuellar, y los carabineros Jonathan Neira, Antonio Lastra y Fabián Vergara.

Según la querella el capitán Juan Rosales disparó los perdigones desde la escopeta que portaba, impactando a dos personas. En tanto, otros tres funcionarios activos de Carabineros alcanzaron a Mario en una plazoleta, golpeándolo, mientras él les suplicaba “sin pegar, sin pegar”.

“Se estableció luego en la investigación que los funcionarios que esa noche al interior de la plaza tuvieron contacto con la víctima fueron el cabo segundo Henry Cuellar, junto a los carabineros Jonathan Neira y Antonio Lastra”, afirma el mismo documento, declarado admisible el 20 de mayo.

Marlene Quintanilla, abogada de la familia de Mario Acuña, afirma que ahora al tener los nombres de los presuntos responsables dados a conocer por el Consejo de Defensa del Estado, ya estarían en condiciones de iniciar la formalización de la investigación.

-La única diligencia de la Fiscalía Local de San Bernardo había sido pedir al tribunal que se remita la ficha médica de la víctima. Entendemos que para que exista una debida formalización de la investigación el Ministerio Público debe contar con al menos la individualización de los imputados que podrían tener presuntamente responsabilidad en los hechos, nombres que hasta la fecha esta parte desconocía. La querella interpuesta por el Consejo de Defensa del Estado ha solicitado expresamente que se cite a declarar en calidad de imputados a los funcionarios- aclara Quintanilla.

Ajeno a los avances de la investigación, Mario se deteriora cada vez más, presenta disminución de masa muscular y atrofiamiento de sus extremidades por falta de tratamiento de médicos especialistas. Le han enseñado a gesticular algunas palabras o frases como “muchas gracias”, que logró aprender luego de varios meses, pero las terapias caseras no son suficientes, necesita recursos y la ayuda de un kinesiólogo, un masoterapeuta y un neurólogo.

-El 23 de octubre fuimos a prender unas velitas y poner globos en la esquina de nuestra casa. Era la primera vez que íbamos y participábamos (en las protestas). Andábamos con niños, y Mario se paseaba con un tarrito cantando un tema de Los Vázquez-, recuerda Paola, sobre los momentos previos al ataque.

Después de aquella noche, la vida de Mario cambió totalmente.

Debido a la pandemia, el esposo de Paola quedó cesante y sus hijas trabajan esporádicamente vendiendo ropa, la incierta situación económica no da para más. A través de redes sociales se difundió un llamado para recolectar insumos básicos y mercadería para Mario. Paola tiene fe de que mejore, pero el futuro le parece cada vez más incierto.

-El Estado lo abandonó por ser una golpiza por Carabineros y siempre voy a decirlo-, confiesa antes de despedirse.