El 5 de septiembre de 1972 Salvador Allende celebró en el Estadio Chile, hoy Víctor Jara, los primeros dos años del gobierno de la Unidad Popular ante una audiencia de dirigentes políticos y sociales. En medio de un discurso vibrante, el presidente presentó un borrador para una nueva constitución que reemplazaría a la de 1925 vigente en aquellos días. El texto, una base para la redacción de una constitución,  en curso bajo el trabajo de varias comisiones y notables especialistas, fue presentado por Allende como una constitución que abriría el paso hacia una sociedad socialista.

 

Los documentos fueron elaborados en agosto de 1972 bajo la supervisión directa de Allende. Él mismo entregó personalmente a cada partido de la coalición de Gobierno una copia de la versión definitiva, el 4 de septiembre de 1972. Era el primer paso para organizar el amplio debate popular que debía culminar en el Congreso Nacional, y proba­ble referéndum, dentro del horizonte de su mandato presidencial en 1976, relata Joan Garcés en un texto escrito en 1993.

 

El documento en desarrollo continuó entre comisiones y debates internos durante aquel año y el siguiente hasta su propuesta final en agosto de 1973. Allende pretendía llamar a un plebiscito para abrir un proceso constituyente el mismo 11 de septiembre, no obstante la agenda del imperialismo y la derecha golpista local escribieron otra historia.

 

La propuesta constitucional se dio por perdida durante largos años hasta la aparición de una copia entrada ya la última década del siglo pasado e iniciada la transición a la democracia. En 1993 la Fundación Presidente Allende de España y el centro de Estudios Simón Bolívar reeditaron el documento con un prólogo del abogado y asesor de Allende Joan Garcés. Desde entonces, este escrito póstumo del presidente y cuyo título es Mi propuesta a los chilenos: un estado democrático y soberano, ha estado publicada en este portal para la consulta y lectura de todos y todas las interesadas. A partir del estallido social e iniciado un nuevo proceso constituyente impulsado por el pueblo de Chile, ha llegado también la hora de poner este documento a la luz pública.

 

En 1972 el gobierno de la Unidad Popular enfrentaba todo tipo de presiones de la derecha, los poderes  que conspiraban en la opacidad y un bloqueo legislativo permanente. Ante ello, Allende en aquel momento apeló al pueblo y a la dirigencia política y llamó a dar la batalla para la campaña electoral de las legislativas de 1973. “En las elecciones legislativas de marzo del año entrante debería lograrse una victoria aplastante para lograr controlar la Cámara”. Aun cuando aquello no avanzó por el carril deseado, sí hubo una marcha en el terreno ideológico y programático: “Quiero entregar esta tarde, como tarea al pueblo de Chile, el estudio, la discusión y el análisis de las bases fundamentales de la nueva Constitución que con el esfuerzo, el tesón y el empuje pondremos en marcha, una vez que conquistemos el instrumento que nos permita hacerlo”.

 

“Un Estado como el chileno no puede funcionar indefinidamente con la obstrucción sistemática irreconciliable contra el Gobierno por parte de los otros poderes. En forma sutil, pero real, el Congreso ha construido un cerco de fuerzas alrededor del Gobierno, al rechazarle una tras otra iniciativas fundamentales de orden social y económico”. Un enfrentamiento institucional que para Allende solo el pueblo movilizado podría resolver. Por eso la propuesta necesaria de una nueva constitución.

 

«Deben por consiguiente resolverse para la izquierda, para el Gobierno Popu lar, las soluciones que da la clase trabajadora. Para la mayoría actual del Congreso, la solución es imponer los intereses de los capitalistas por encima de los trabajadores. Por eso necesitamos redefinir totalmente la Carta Fundamental que rige nuestra vida política, y para ello, tenemos que alcanzar la victoria en la Cámara de Diputados». Pero básicamente, el presidente llamaba a avanzar en un proceso de movilización popular.

 

En el prólogo, Joan Garcés destaca aquello. “Su finalidad es hacer rea­lidad la plena ciudada­nía de la clase obrera y los sectores populares, integrándolos en la so­ciedad en términos rea­les y no formales. Me­diante una moviliza­ción positiva que forta­leciera la sociedad lo­cal, incrementando sus redes asociativas. Sig­nificaba que la ciuda­danía asumía los cambios institucionales”  Por ello, “el debate popu­lar sobre las Bases de reforma del Estado propuestas por el Presidente Allende debía culminar en un proyecto de Ley ante el Con­greso Nacional, que sería sometido a referén­dum en el supuesto establecido por la legali­dad entonces vigente -es decir, si se producía un desacuerdo entre la voluntad del Ejecutivo y la de las Cámaras”.

Qué propone Allende. Libertades, derechos sociales y económicos. “En esta Carta Fundamental debemos encauzar dos aspectos esenciales de la vida del pueblo. Dar más libertades. Ampliar las libertades y derechos, incorporando a la Carta Fundamental la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Garantizar el pluralismo social, político y cultural. Asegurar a los grupos étnicos, autóctonos, el derecho a desarrollar su personalidad cultural y el cultivo de su lengua materna”.

Chile vive en estos días los pasos previos a un proceso constituyente. Un momento relevante, que sin duda se está escribiendo en nuestra breve historia, con apenas tres constituciones. La propuesta de Salvador Allende puede considerarse como la síntesis virtuosa, la base de uno de los procesos más vibrantes en la historia de Chile en cuanto se avanzaba como nunca en la apertura de libertades y la conquista de derechos para un pueblo sometido desde los orígenes de la república a los intereses de los propietarios y las oligarquías. Salvando las diferencias, los contextos y los espacios temporales, desde el 18 de octubre pasado el pueblo chileno ha vuelto a vivir aquella pasión colectiva al sentirse sobre la marcha de los procesos sociales y políticos. Las pancartas, lienzos, canciones que se levantan desde octubre están directamente conectadas con aquellas coreadas hace 50 años. Bien sabemos que cinco décadas, medio siglo, es un suspiro para los grandes ciclos de un pueblo, un breve obstáculo impuesto por la reacción local e imperial, que no frenará los impulsos sociales de libertad e igualdad.

Es por eso que dejamos aquí este pequeño y, diríamos, olvidado documento, sin duda un insumo valioso para el camino que emprende Chile en estas próximas semanas. En palabras de Joan Garcés, “la visión de Allende se apoyaba en realidades sociales profundas, enraizadas en la realidad, y en ideales permanentes de democracia, pluralis­mo, libertad, igualdad. En el Derecho consti­tucional comparado no conozco otra propues­ta, gestada por los protagonistas de un proce­so colectivo nacional, que engarce hasta tal nivel valores de democracia participativa y representativa, política y económica”.

 

Paul Walder