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sábado, 18 de septiembre de 2021

CULTURA.

 

Una historia mínima con memoria histórica

En septiembre del año 2018 fue la primera vez que me acerqué a conversar con el artista popular “Kazán” en la esquina de la calle Blanco con Sotomayor en Valparaíso. En esa ocasión me contó que  Kazán era su nombre artístico, que nació en Santiago y desde chiquitito le gustó dibujar. Su nombre es Humberto, llegó muy pequeño a vivir al sector de Santa Inés, en Viña del Mar y solo estudió algunos años en el colegio, pero esto de pintar para él era algo de nacimiento, “yo nací siendo bueno para dibujar. Ahora esto me sirve para entregar mi arte y recibir unas monedas para poder vivir”, me comentó. En aquella ocasión el tema del dibujo realizado con tizas de colores sobre la vereda era “la cueca chora”.

Siempre que camino por el sector de Plaza Sotomayor me acerco hasta el lugar donde se coloca Kazán para saludarlo, conversar un poco y observar sus nuevas creaciones, ya que estas son muy “efímeras y todas los día que vengo dibujo algo nuevo con la explicación para que la gente que pasa por aquí también se instruya un poco”, me dice. En esta ocasión  nuevamente el tema de su dibujo era el baile de la cueca.

Desde hace algún tiempo comenzó también a realizar pinturas al óleo, sobre todo paisajes porteños en miniatura, plasmados en pequeños trozos de madera terciada a los que les coloca un pedacito de imán para que sean colocados en los refrigeradores.

Después de saludarlo y conversar un rato con este artista popular urbano seguí mi camino y media cuadra más adelante me acerque a tomar una fotografía a un mural con la imagen del cantautor Víctor Jara, precisamente porque hoy, 16 de septiembre de 2021, se cumplen 48 años de su brutal asesinato perpetrado con alevosía por integrantes del Ejército de Chile. Al mirar detenidamente el retrato me percaté que fue realizado el año 2019, cuando su canción “El Derecho de Vivir en Paz” se transformó en el himno de la rebelión popular que estalló enérgicamente el 18 de octubre de ese mismo año, pero además estaba firmado por Kazán. Esto me motivó a regresar para averiguar cómo se había gestado esta creación.

 

Transcribo a continuación el testimonio relatado por Kazán, que aún cuando es una historia mínima como he querido denominarla, considero que tiene una gran importancia ya que sin duda alguna es un pequeño trocito más del multifacético rompecabezas de nuestra memoria histórica.

Acabo de ver un mural con la imagen de Víctor Jara que está firmado por ti Kazán, me podrías contar cómo y por qué lo realizaste?

“Ah, sí, ahí en el restaurante, ese lo hice hace ya varios años. El dueño del restaurante es Allendista y me pidió que pintara a la Violeta Parra, a Víctor Jara a Allende y Pablo Neruda.”

 

¿La imagen la copiaste de alguna fotografía de Víctor?

“La imagen de Víctor Jara sale en todos lados y me la aprendí, al presidente Allende me lo sé de memoria, igual que a Neruda, porque cuando estaba en el muelle Prat hacía siempre a Allende y se vendía mucho porque lo compraban para llevárselo para el extranjero.”

¿Sabías que hoy 16 de septiembre hace 48 años que asesinaron a Víctor Jara?

“No, no sabía la fecha en que lo mataron, pero sí  sé que lo mataron los milicos y que incluso lo torturaron y le quebraron las manos, de pura maldad no más.

Mira, yo te voy a contar algo, yo no entiendo de política, pero a mí no me meten el dedo en la boca porque a Allende no lo dejaron gobernar. Mira, yo tengo 59 años, para el golpe de Estado tenía como 11 años y yo vivía en Quilpué en el Paradero 29 y medio, y jugaba a la pelota con tres cabros alemanes. En la muralla del patio tenían marcado un arco ahí y se nos cayó la pelota para dentro de la casa, la fuimos a buscar, yo tomo la pelota y miro a una pieza que estaba con la puerta abierta y me quedo con la boca abierta porque veo sacos de Rinso, sacos de Omo, harina, azúcar, mucha mercadería acaparada que tenían los momios y la señora me tomó del brazo, cerró de golpe la puerta y me echó para afuera. Ellos tenían plata, eran momios, tenían su auto y su buena casa y nosotros con mi familia éramos humildes, por eso yo sé que a Allende no lo dejaron gobernar, acaparaban las cosas y se hacían las famosas colas en esa época.

Al frente de la casa de los alemanes había una panadería y mi mami se levantaba como a las cinco, seis de la mañana para hacer la cola, con fogata porque Quilpué es helado, para comprar el pan para darme el desayuno y mandarme a la escuela, por eso yo te digo que a mí no me meten el dedo en la boca.”

Esta breve y potente conversación se transformó para mí en un valiosísimo ejercicio de memoria histórica, en una clase magistral de pedagogía popular que fue motivada por la imagen de Víctor Jara plasmada en un mural ubicado en la calle la calle Cochrane, a unos cincuenta metros de la plaza Sotomayor en Valparaíso.

Guillermo Correa Camiroaga, Valparaíso 16 de septiembre 2021

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